Derechos Humanos

17 noviembre, 2017

“El mundo tiene una imagen muy fuerte de lo que es perder DD.HH. en Argentina”

Mariana Herrera Piñero, la directora del Banco Nacional de Datos Genéticos, ofreció una entrevista radial donde se refirió a la recuperación de “la nieta 125” a días de cumplirse 40 años de la desaparición de su madre, Lucía Tartaglia. El Derecho a la Identidad con agenda propia de ciencia y tecnología, en América Latina.

El 27 de noviembre de 1977 Lucía Rosalinda Tartaglia era detenida y desaparecida en las cercanías de la ciudad de La Plata. Treinta días antes, apenas, nacía Abuelas de Plaza de Mayo.

Ya había nacido el organismo que, cuarenta años después, con el trabajo del Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), se encargaría de suturar la herida irreparable de su desaparición.

Notas accedió a la entrevista que el programa “Mal Aconsejados” realizó en Radio Caput a su directora, Mariana Herrera Piñero, quien habló de este tema y del trabajo del organismo científico a cargo de la restitución de la identidad de cientos de bebés nacidos en cautiverio, en la dictadura.

– ¿Qué evaluación hacés sobre la restitución de la identidad de la nieta número 125?

– Con cada identidad que se restituye, se está restituyendo parte de la identidad de la sociedad, la historia y la memoria de la República Argentina sobre lo que ocurrió en la última dictadura cívico militar. Para nosotros, desde el Banco, cuando hacemos la restitución de una identidad biológica, por un lado sentimos el orgullo científico y por el otro sentimos la alegría del encuentro que se va a dar.

– ¿Cuántas personas se acercan al Banco dudando de su identidad?

– Al banco entran personas que son derivadas por la Justicia o por la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI). Mensualmente vienen unas cien personas que dudan de su identidad, para analizarse y compararse contra las bases de datos. De estas cien personas un veinte por ciento vienen por solicitud de la Justicia, mediante una investigación judicial, y el resto a través de la CONADI, luego de haberse hecho una investigación previa para tratar de ver si se encuadran dentro de los casos de estos nietos buscados. En promedio, unas mil doscientas personas por año vienen al “Banco” a analizarse.

– Respecto al cambio de gobierno y al clima de época que incluso significó un ataque muy fuerte contra los organismos de derechos humanos, ¿ustedes sintieron alguna repercusión en cuanto a la gente que duda de su identidad?

– En lo que tiene que ver con el trabajo del Banco no, la realidad es que nosotros somos peritos oficiales de la Justicia, y realizamos una tarea científica que va más allá de los gobiernos o de las asociaciones de familiares. Estamos bajo la órbita del Ministerio de Ciencia y Tecnología y el ministro Lino Barañao ha sostenido siempre una política de compromiso con los Derechos Humanos. Hasta ahora no hemos tenido un impacto sobre el trabajo del Banco.

– Desde su creación en los ’80 el Banco ha generado una línea de investigación científica muy concreta que atrajo al campo de la genética a muchas personas ¿Ves ese impacto desde el Banco?

– El Banco de Datos Genéticos fue el disparador para el desarrollo de la genética forense en el mundo. Cuando vinieron acá desde la Asociación Americana por el Avance de la Ciencia (AAAS), en el año 1984 para pensar cómo podían ayudar a las Abuelas, estaban pensando, no en ayudarlas monetariamente, sino encontrar la forma científica de identificar a sus nietos.

Eso no existía en el mundo. Los estudios de paternidad complejos que son los estudios en ausencia de los progenitores, como es el caso acá que los padres están desaparecidos, era algo que no estaba pensado dentro de la genética forense. Las bases de datos genéticos se pensaron y empezaron a instrumentar recién a partir de 1995. O sea que el BNDG fue muy previo.

En el año ’87 se había sancionado la Ley del Banco y ya se había planteado la idea de cómo podía funcionar una base de datos genéticos para la búsqueda de los nietos nacidos en cautiverio, y esto es lo que se aplica hoy día en bases de datos genéticos para la identificación de desaparecidos en países de la región como en Colombia, México, Perú, Uruguay, El Salvador, pero surgió acá en Argentina. Y yo creo que ese disparador también generó un gran interés en nuestro país, y eso hizo que haya excelentes profesionales que trabajan en genética forense, que están reunidos en la Sociedad Argentina de Genética Forense (SAGF). Yo creo que los genetistas forenses de la Argentina hoy día están al mejor nivel internacional.

– ¿Cómo se instrumenta la cooperación internacional?

– Nosotros asesoramos en Colombia, por ejemplo, donde la semana pasada tuvimos una agenda bastante intensa en el tema del asesoramiento de bases de datos para la identificación de desaparecidos. Ellos tienen para identificar unas 80 mil personas, pero recién en el año 2009 encararon la tarea de crear las bases de datos.

Por otro lado, estamos asesorando en Perú donde tienen que identificar quince mil personas desaparecidas desde los ’80 en adelante. Lo mismo en El Salvador donde está la «Asociación Pro Búsqueda» a los niños que fueron entregados durante la guerra de El Salvador, y esos niños fueron entregados a familias en adopción a todo el mundo, durante los ’80.

Cada vez hay más consultas, especialmente en la región porque lo que pasó en la Argentina fue raro porque nosotros enseguida salimos de la dictadura cívico-militar hubo una política para reparar los crímenes cometidos, en los otros países de la región no.

Argentina fue la que asoció la ciencia con los derechos humanos en la región, la ciencia como herramienta para reparar estos crímenes. Es por eso que el mundo tiene una imagen muy fuerte de lo que es perder derechos humanos en la Argentina.

Eduardo Porto – @PortoEdu

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