16 noviembre, 2017
Siria: el fin del Califato y un nuevo reparto de cartas (I)
Por Julián Aguirre. El proyecto del grupo Estado Islámico ha sido vencido, por ahora. El grupo está lejos de desaparecer, pudiendo replegarse bajo la forma de una guerrilla o migrar a otros países. ¿Mutará para luego volver, como lo hizo su predecesora Al Qaeda? Mientras, el conflicto en Siria continúa, con nuevos equilibrios entre fuerzas rivales.

Por Julián Aguirre. Tras una cadena de derrotas decisivas el proyecto del grupo Estado Islámico ha sido vencido, por ahora. El grupo está lejos de desaparecer, pudiendo replegarse bajo la forma de una guerrilla o migrar a otros países. ¿Mutará para luego volver, como lo hizo su predecesora Al Qaeda? Por otro lado, el conflicto en Siria continúa, con nuevos equilibrios entre fuerzas rivales que quieren tener la última palabra en el futuro del país.
No llorarás sobre mi tumba
1- El fin era esperable, lo cual no niega que en su paso fugaz haya dejado una huella indeleble para naciones que aún no han encontrado una vía discernible para salir del foso en que se encuentran. Una cadena de derrotas se sucedieron a lo largo de 2017 que vieron más y más deteriorada la capacidad militar y económica del Estado Islámico (EI) para sostenerse.
Finalmente llegó el momento cuando a principios de noviembre el grupo fue expulsado de Raqqa, ciudad del centro de Siria que había proclamado como su capital. Le siguieron las derrotas frente al gobierno sirio en Deir Ezzor (cuya población vivió un asedio a manos del EI prolongado por cuatro años) y Al Bukhamal. Situada sobre la frontera con Irak, esta era la última gran ciudad bajo su control, ubicada estratégicamente sobre la ruta que conecta las capitales de ambos países.
El Estado Islámico llevó la agenda de los grupos jihadistas que han emergido en distintos rincones del mundo desde la década de 1990 un nivel más allá. Como su nombre lo indica, expresó el salto de un grupo insurgente a un ambicioso proyecto social. Su carácter totalitario y brutal se vio en el uso sistemático del terror -con un especial dominio de las tecnologías de información y las redes sociales- y la promoción del odio sectario como métodos priorizados.
Con buena parte de su dirigencia muerta o de regreso a la clandestinidad; con la pérdida de gran parte de su infraestructura para abastecerse; y con el retroceso de algunos Estados que le beneficiaron y se beneficiaron de su existencia, el grupo posiblemente reasuma las formas de su organización madre, Al Qaeda.
Se replegará de vuelta sobre redes clandestinas y células a la espera de dar golpes espectaculares para reaparecer en otro contexto propicio bajo otro nombre. Hay al menos una decena de organizaciones en el mundo que juraron lealtad al difunto “Califa” Abu Bakr al Baghdadi y asumieron la identidad del EI como su “franquicia”.
Una primera preocupación son los miles de voluntarios y mercenarios extranjeros que fluyeron a las filas del grupo. Poco futuro les espera en Siria o Irak: ningún proceso de reconciliación vigente los contempla.
2- Desde la guerra soviética en Afganistán (1980-88), ha habido ya dos generaciones de estos “internacionalistas” jihadistas. El colapso recurrente de Estados -presas de guerras y reestructuraciones económicas traumáticas- contribuye a crear nuevos terrenos para el reclutamiento de estos grupos. El EI solo dio un paso en su institucionalización -llegó a acuñar moneda, administrar servicios básicos, emitir documentación y registros de sus “ciudadanos”-, parte de la evolución que fuerzas no estatales están demostrando en todo el mundo.
Su razón no se explica simplemente en el fanatismo exacerbado de una secta o en rasgos culturales, muchas veces descriptos con enorme prejuicio y poca comprensión. Encontró las condiciones ideales para su gestación y expansión en el colapso traumático que Irak y Siria han experimentado en el siglo XXI. De la crisis catalizada por la guerra y la erosión del tejido social que estas comunidades han vivido, el EI se propuso construir un nuevo orden, aunque su ideología y medios ya anunciaran lo inviable de su propuesta.
La alienación, marginación y brutalización de cientos de miles de jóvenes privados de expectativas de vida es fácilmente explotable. Por el otro lado, la consolidación del mercado de armas, drogas, tráfico de personas entre otras actividades que suplen a estos grupos están lejos de ser desviaciones. Cumplen un rol totalmente funcional en el esquema de la economía internacional actual.
El EI y similares son hijos de nuestro tiempo. Tiempo que encuentra a las sociedades humanas atravesando crisis -de orden económico, social, institucional, identitario, cultural- cada vez más evidentes en un sistema-mundo inmerso en un muy dinámico y violento proceso de reorganización.
Curso de colisión
Sobre las ruinas del Califato hay una interrogante: ¿qué curso tomará el conflicto sirio? En el país existen múltiples frentes abiertos, tanto militares como diplomáticos, y hay tres intervenciones extranjeras desarrollándose en simultáneo cuyos miembros poseen intereses en competencia.
– La Coalición que dirige EE.UU., en apoyo de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), controla el centro norte y noreste del país. Las FDS son una coalición de fuerzas político-militares de distinto origen, donde el componente principal es la guerrilla kurda. Aunque el presente ha encontrado a este bloque coexistir (no sin choques) con las fuerzas que apoyan al gobierno del presidente sirio, Bashar al Assad. Pero ni el gobierno sirio ni las FDS (y sus respectivos aliados) parecen ceder para alcanzar un acuerdo.
– Rusia e Irán mantienen distintos grados de intervención directa (militar, económica y diplomática) en apoyo del gobierno del presidente Bashar al Assad. Moscú se ha anotado una gran victoria política desde que ingresó al país en octubre de 2015, convirtiéndose en un actor de peso innegable tanto en Siria como en la región. Hoy supervisa el proceso de negociaciones más prometedor (aunque lejos de ser sólido) a la fecha entre el gobierno y la oposición armada.
– El ejército turco mantiene un contingente militar en el norte de la provincia de Alepo, tras ingresar unilateralmente al país en 2016, con el objetivo de confrontar a las organizaciones que denomina “terroristas”. Esto incluye a las FDS, razón que deterioró las relaciones con Washington. Otro factor fue la necesidad de no quedarse detrás ante las demás potencias externas. Su presencia le ha permitido procurarse un lugar en las negociaciones ante la imposibilidad de promover con éxito el derrocamiento del gobierno sirio.
En los hechos, Siria se haya fragmentada en varias administraciones político-militares que coexisten en tensión constante, donde no han faltado incidentes que pusieron al mundo al borde de una escalada del conflicto con consecuencias impredecibles. De esta situación hablaremos más en una próxima nota.
@julianlomje
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