19 octubre, 2017
El caso de Santiago Maldonado y las miserias del periodismo
La falta de cuidado a las víctimas y sus seres queridos, los intereses de las empresas mediáticas al servicio de proteger al gobierno. La cobertura del caso de Santiago Maldonado expone las miserias del periodismo y el Poder Judicial. Como contracara, valoriza a quienes lo ejercen con compromiso social.

La falta de cuidado a las víctimas y sus seres queridos, los intereses de las empresas mediáticas al servicio de proteger al gobierno. La cobertura del caso de Santiago Maldonado expone las miserias del periodismo y el Poder Judicial. Como contracara, valoriza a quienes lo ejercen con compromiso social.
Desde que se dio a conocer la desaparición de Santiago Maldonado los medios de comunicación hegemónicos fueron parte protagonista de la manipulación informativa necesaria para llevar a cabo con efectividad el encubrimiento de los hechos y las responsabilidades del gobierno y la Gendarmería.
A tal punto llegaron las mentiras que en el sitio web que creó la familia de Maldonado para seguir las novedades del caso tuvieron que disponer de una sección llamada “Noticias Falsas”, para dar por tierra una por una de las falsedades.
El propio Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba) emitió un comunicado a mediados de septiembre en el que repudiaban las “operaciones de prensa del gobierno a través de los medios de comunicación”. “Esto no es periodismo: es difusión de mentiras destinadas a proteger el poder”, afirmaban.
Consultado por Notas, Javier Borelli, periodista y subeditor de Información General de Tiempo Argentino, sostuvo que la cobertura del caso Maldonado expuso “los intereses empresariales de aquellos medios que piensan a la información como un insumo transable”. Así, se hizo muy clara la existencia de otros medios. Aquellos “que toman a la información como algo socialmente necesario para la toma de decisiones” y están “apegados a cierta ética de laburo y compromiso en relación a los derechos humanos, económicos y culturales de la población”.
Sólo así, opina Borelli, “puede entenderse que medios que han tenido beneficios económicos y políticos con el gobierno hayan cubierto este caso en particular siguiendo fundamentalmente todas las versiones emanadas de manera directa o indirecta desde el gobierno y las fuerzas de seguridad”.
Eso se puede ver en la cantidad de notas con “altas fuentes vinculadas al caso” o ese tipo de apelativos «que no logran demostrar cuál es la veracidad, o que demuestran que no está chequeada la información». Eran las que «en muchos casos abonaban a esas teorías o hipótesis que después terminaron siendo en casi todos los casos operaciones de prensa».
“Cuando se habla de giros en las causas es que te venían contando otra historia”, indicó Borelli. Por esos sostiene que “quedó expuesto en este caso que los medios están retribuyendo al gobierno ciertos beneficios que pueden haber tenido. Impositivos, de renovación de licencias, favoritismos en cuanto a negocios por fuera de esas vías”. Particularmente se refirió a Clarín y La Nación.
Valoró, en contraposición, a los medios populares, cooperativos y autogestionados que “fueron en su mayoría los que develaron la mayoría de esas operaciones, basándose en información”.
Ahí es donde el periodista marca la “gran diferencia” en las coberturas que se hicieron de la desaparición de Santiago Maldonado. Entre “aquellos que trataron de respaldar hipótesis que encuadraban dentro de los discursos que respaldaban las fuentes oficiales o las fuentes interesadas del caso como el gobierno y las fuerzas de seguridad” y “aquellos que estaban pensando desde el lado de la víctima, del lado de la familia, de la historia”.
Por su parte, la periodista de Agencia Télam y coordinadora de la Red de Periodistas con Visión de Género – Argentina (RIPVG-Ar), Silvina Molina, dijo que las palabras de Sergio Maldonado le impactaron mucho y que empalman con un “momento muy complejo del periodismo”. Por un lado, por “la cantidad de colegas sin trabajo o con trabajos precarizados”. Y por otro, “con un periodismo que silencia o peor aún que tergiversa una situación tan complicada, tan dolorosa, y que tanto nos interpela como profesionales que es la desaparición de una persona en democracia con responsabilidad del Estado”.
“La tergiversación es gravísima”, afirmó en diálogo con Notas. Y planteó que desde el periodismo de género -“un periodismo que interpela al propio periodismo”- hay “mucho para decir al respecto porque toca dos ejes centrales: el cuidado de las víctimas y sus seres queridos y el rol del Poder Judicial.
“Cuando hablamos de hacer un periodismo inclusivo, con un enfoque de género, precisamente hablamos del cuidado hacia las víctimas, el cuidado hacia la persona muerta, desaparecida, hacia la gente que ama a esa persona”, detalló. Y subrayó: “De eso sabemos mucho quienes venimos acompañando desde el periodismo a las víctimas”.
Respecto a la actuación del Poder Judicial, Molina sostuvo que tanto sobrevivientes de violencia de género como familiares de víctimas de femicidios, “vienen diciendo a través de cierto periodismo como el que hacemos nosotros y nosotras las arbitrariedades e inequidades que hay en la Justicia”. “Eso nos perjudica como sociedad”, analizó.
“Si el periodismo y la Justicia no cumplen el rol que debe cumplir, no estamos en una verdadera democracia”, afirmó.
La coordinadora de la RIPVG-Ar además planteó que se trata de un momento de “reflexión e inflexión” tanto para el periodismo como para la Justicia. “No de palabras y disculpas, sino de acción”, agregó.
En ese sentido, se preguntó: “¿Qué vamos a hacer concretamente con todo esto? ¿Vamos a cambiar las coberturas? ¿Vamos a revisarnos? ¿Va a cambiar el Poder Judicial a partir de esto?” “Esperemos que sí, nos va a beneficiar como sociedad”, concluyó.
Julia de Titto – @julitadt
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