América Latina

12 octubre, 2017

¿Qué hay detrás de la crisis económica en Venezuela?

Mucho se ha hablado sobre la situación que afronta la economía de Venezuela, su impacto directo sobre el bienestar de la población y la estabilidad del país. Primera parte de una entrevista con el economista venezolano Tony Boza para entender la actualidad de la República Bolivariana.

Mucho se ha hablado sobre la situación que afronta la economía venezolana, su impacto directo sobre el bienestar de la población y la estabilidad del país. A menudo se acude a simplificaciones que suelen arrojar el peso y responsabilidad de la desafiante situación actual sobre las espaldas del gobierno.  La mayoría buscan evidenciar el “fracaso” en la búsqueda de modelos alternativos al capitalismo neoliberal. Pero pocas veces se ha dado un debate responsable y en profundidad respecto de la realidad venezolana.

Por eso entrevistamos al economista Tony Boza. En esta primera parte, elementos del presente y pasado del país se cruzan para entender mejor los desafíos y oportunidades que se le presentan a la República Bolivariana.

– Partimos de una coyuntura en la que el gobierno alcanzó una victoria con la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), pudiendo estabilizar la situación política momentáneamente. Desde su punto de vista, ¿En qué situación nos encontramos y cuál es la urgencia que marca la agenda pública?

– El mes de mayo de este año vimos como el presidente Maduro dio un giro, una especie de quiebre o punto de inflexión, porque por fin se retomó la iniciativa política por parte del Ejecutivo y de las fuerzas revolucionarias con la convocatoria a la Constituyente.  La jugada diluyó la fuerza del discurso de la oposición y de los poderes facticos internacionales que tienen diversos intereses sobre el país.

La ANC  sirvió para construir un proceso de paz casi inmediato, lo cual partió de una condición subjetiva que antes no se veía: que la mayoría de los venezolanos quieren el dialogo, lo que incluye por lo menos al común de la oposición.

Pero hay un elemento que sigue gravitando en la mente de los venezolanos. Todo el mundo siente, así no tenga conceptos teóricos, que hay un problema económico que resolver, el cual se ha agudizado en los últimos tres años. Esto se materializa en el hecho cotidiano de que la capacidad adquisitiva del pueblo venezolano, el poder de compra, cada día está siendo amenazada.

– Si la inflación supone uno de los desafíos más grandes del día a día, ¿cómo la explica?

– Hay un debate aquí tanto con los economistas de derecha como de izquierda que comparten una visión monetarista al decir que el gobierno ha venido creando una inflación inducida por la emisión de masa monetaria, pero esto no es así. No hay una causa-efecto realmente. Son los que tienen posición de dominio en el mercado, siendo ellos dueños de los bienes reales, de la mercancía, los que tienen capacidad de generar la ola especulativa.

Stiglitz dice que toda la política diseñada para atacar la inflación no fue para preservar la capacidad adquisitiva del público sino el patrimonio del capital financiero. ¿Y qué han hecho los banqueros de nuestro país? No hacen ejercicio de indemnización bancaria, sino que se meten en todos los negocios especulativos que puedan existir, desde el tráfico de gasolina a la bicicleta financiera, menos en la intermediación bancaria.

– ¿Cómo se explica esto en función de las características estructurales de la economía venezolana?

– Hay un informe que trató en detalle cómo se estructuró la economía venezolana, es el informe técnico económico de la Misión Fox, hecho por funcionarios y especialistas del gobierno estadounidense a solicitud del gobierno venezolano en 1939.

Hasta entonces la nuestra era una economía mayormente de exportación agropecuaria, se exportaba café, ganado, añil, cacao. El petróleo rompió el esquema de cómo se estructuraba el aparato económico. Pero lejos de venir una burguesía que estableciera un proyecto de desarrollo industrial vernáculo, lo que hacía era que captaba una porción de la renta petrolera.  Los banqueros se hicieron del comercio de importación de bienes y lograron monopolizar el comercio exterior. Eran al mismo tiempo los grandes distribuidores. El triángulo completo: la palanca de financiamiento, el comercio exterior y las redes de comercialización al por mayor.

El desarrollo capitalista fue exponencial pero distorsionado, especulativo, poco productivo, su capacidad no residía en competir por el manejo eficiente de los factores productivos, sino en su capacidad de especular. El aparato productivo nació distorsionado para capturar la renta petrolera.

Es fundamental para cualquier análisis. Esto configuró un mecanismo donde se lograron imponer precios cinco, seis veces más altos que en Washington. Comparativamente todos los productos de las dieta venezolana eran más costosos que en EE.UU.  La inflación era  mínima pero el nivel de los precios era altísimo comparado con otros países. Esto era solo amortiguado por una distribución de la renta, que era sumamente desigual pero que existía.

– Con este escenario delante, ¿cuáles son las prioridades que deberían marcar la agenda de la política economía?

– Cualquiera sea la posición que uno tenga sobre si en Venezuela hay una revolución socialista o no, el hecho real es que a lo que están acostumbrados los factores de poder del planeta es a no tener resistencia. Sin embargo volvemos a tener una tensión que tiene que ver con la gran contradicción que no se ha resuelto: ¿quién le pone el cascabel al gato en términos de la especulación económica? ¿Cómo se genera un sistema de precios estable? ¿Y cómo establecer mecanismos de estabilidad en el tiempo?

El Estado tiene que recuperar el control sobre las divisas. De las divisas que ingresan a este país el 99% las produce el aparato público. Pero la fuga de capitales es del 49%. ¿Cómo es que eso termina en manos de un sector privado y fugándose a otras economías y no reinvirtiéndose en la nuestra? Por corrupción; por la forma como el sector bancario está estructurado con los grandes capitales trasnacionales; por como el aparato “no” productivo está constituido.

Llamándolos por su nombre, la empresa que aquí más conflictos ha generado es la Polar, que en algunos rubros son oferentes del 80% de los productos de la canasta básica. Por ejemplo, la patente de la harina de maíz precocida o harina pan, su estandarte, la agarraron y se la vendieron a una empresa de ellos mismos en el exterior para pagar royalties, una manera de fugar dólares. Su negocio no es vender, es apropiarse del dólar.

El gobierno tiene que replantearse la recuperación del poder del manejo de la gran palanca de financiamiento de este país, el petrodólar. Convertir el petróleo en una divisa que te permita traer bienes que rompa esa distorsión. Todo ese ciclo especulativo está fundamentado en el dólar como el eje de toda esa estructuración del poder.

El Estado tiene que recuperar las redes de distribución, ponerlas al servicio del pueblo. Tenemos que convertir las fuentes de financiamiento en una democratización del crédito para quienes realmente producen.

El comercio exterior no puede seguir en manos de los que están, de los monopolios. Y eso comienza a partir del control de un número de mercancías por medio de lo que llamamos precios acordados. Esas son las tareas de la coyuntura que el Estado tiene que resolver con efectividad.

Julián Aguirre, desde Caracas – @julianlomje

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