12 octubre, 2017
¿Y después de octubre qué?
Por Federico Dalponte. Falta poco para votar y ya hay lecciones sacadas a cuenta. La mayoría gobernante piensa en su continuidad, mientras que los sectores de la oposición hacen sus propios cálculos. Ambos sospechan lo mismo: si nada cambia, esta senda desemboca en reelección.

Por Federico Dalponte. La política recorre caminos divergentes. Lo que el macrismo festejará el domingo 22 será apenas la continuidad de su hegemonía triunfante; esa que inició aquel otro 22, en noviembre de 2015.
Cambiemos está consolidado. Los radicales asumieron su flaco destino y no entorpecen, mientras que Elisa Carrió no empezó todavía a patear en contra. Todo marcha como es debido. Suena apresurado, pero es difícil no pensar así en un período de macrismo a largo plazo.
Esa suerte tiene un correlato. Y ésa es la otra senda, la opositora. Los que buscan transitarla chocan a menudo entre sí. Es una calle amplia y embotellada. Sombría a veces, ruidosa por demás.
Es seguro que en 2019 florecerán candidatos con pretensiones de robarle a Mauricio Macri la reelección. ¿Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey, la propia Cristina Kirchner? Aunque todos están lejos del éxito. No por ellos o ellas -faltaba más-. Ni por sus aptitudes o capacidades. Pero sí por su armado.
El Frente para la Victoria gobernó cómodo durante doce años. En 2003 sudó como pocos para entrar al ballotage. Pero en 2007 le sacó veinte puntos al segundo. Y en 2011, cuarenta. Para derrotarlo, los opositores no sólo debieron esperar a que se acabara el potencial reeleccionista de los Kirchner, sino –fundamentalmente- tonificar ciertos músculos.
Radicales, socialistas, macristas, Carrió, algún peronismo alternativo y cierta izquierda fluctuante ensayaron alianzas durante una década. Luego de diez años de intentos, lo lograron por fin. Naturalmente, no todos. Pero sí varios. Pasaron, en el medio, sellos por doquier: FREJULI, UNA, ACyS, Unión-PRO, UDESO, PF, FAP, ACP, UNEN, FAUNEN, FPCyS, FR, UNA bis, Progresistas y Cambiemos.
Con el resultado puesto, cualquiera diría que la fórmula exitosa era la más obvia: juntar la estructura de un partido con el candidato de otro no podía llevar a mal puerto. Ganar era lo único que los unía, y así fue.
Pero las experiencias no son comparables. Si después de estas elecciones los bloques opositores creen que lo mejor es juntarse sin más y ensayar nuevos sellos, tal vez estén anticipando el fracaso.
O tal vez no. Quizás una gran primaria opositora en 2019 sea el camino para vencer al macrismo. Aunque el problema será el día después.
Cristina Kirchner continúa cometiendo viejos errores y hasta presenta algunos nuevos. Lo que no puede negarse es que su protagonismo eleva el nivel del debate público. Si una campaña se limita a la discusión en torno a frases hechas o gráficas de abrazos, gana siempre el oficialismo. Cualquier oficialismo.
Los cambios de rumbo necesitan críticas y planteos más profundos. No importa su honestidad ni su veracidad a la hora del triunfo. Pero sí su capacidad de interpelación.
El modelo macrista es atacable por tantos flancos que las posturas centristas pierden el eje. Criticar al gobierno sin reparar en el fondo del modelo económico nunca suma suficientes votos.
Sin embargo, el centrismo es hacia donde se corren por inercia los armados opositores cuando son multicolores. El «oposicionismo» será la gran tentación en apenas dos meses. Y será difícil que las vertientes peronistas no caigan en ella: Florencio Randazzo, Felipe Solá, Miguel Ángel Pichetto. No puede descartarse una confluencia por esos lares.
Esa amplia y variopinta calle paralela a la del oficialismo tendrá que hallar el modo de reinventarse. Muchos, algunos o ninguno. No importa cuántos integren cada opción política. Pero es seguro que la mejor tajada se la llevarán siempre aquellos que intenten interpelaciones profundas, cuestionando el centro de las políticas oficiales, enlazándolas con un devenir histórico.
El 23 de octubre, con los guarismos conocidos, el gobierno comenzará a gestionar con un ojo puesto en la reelección. La sentirá cerca, al alcance de la mano. Para eso no tendrá que hacer más que gobernar. A la oposición, en cambio, le tocará pensar si realmente quiere ser gobierno, para qué, cómo y con quién.
@fdalponte
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