11 octubre, 2017
Los supuestos económicos de Cambiemos en el Presupuesto 2018
Algunas claves para entender la ley que regula la actividad económica del Estado para todo el año. El déficit fiscal y comercial, la deuda externa y el precio del dólar en el centro del debate.

El ministro de Hacienda Nicolás Dujovne presentó a la cámara de Diputados el proyecto de presupuesto para 2018 el pasado 14 de septiembre. Se trata de la ley que regula la actividad económica del Estado para todo el año. Regula cómo va a gastar el Estado, en qué y cuánto. Indica cómo se va a financiar, cuánta deuda va a tomar y cuánto va a recaudar por cada impuesto, entre otras cosas.
Muchas de las variables no se pueden definir de antemano sino que se proyectan, porque dependen de factores como el nivel de actividad económica. Si una economía crece, se recauda más. Por citar un ejemplo: si la gente compra más, se paga más Impuesto al Valor Agregado (IVA) de los productos que se adquieren. Analizando el presupuesto se puede ver toda la estructura de gastos e ingresos del Estado y proyecciones sobre cómo se va a comportar la economía el próximo año. En este caso, para 2018 fijan una expectativa de crecimiento del 3,5%.
Existen varios puntos a destacar del proyecto que aún debe ser aprobado por el Congreso Nacional. En primer lugar queda en evidencia la insistencia del gobierno en el planteo de reducir el déficit fiscal progresivamente, a partir de la proyección de un déficit del 3,2% para el próximo año. Esta reducción significa que los ingresos van a crecer más que las erogaciones. ¿Cómo? En principio reduciendo el gasto público. Entienden que de esa manera van a reducir progresivamente en déficit fiscal hasta que termine su mandato en 2019.
La trampa en el discurso radica en que existen dos formas de medir esa variable. Por un lado está el déficit primario, que no tiene en cuenta los intereses de la deuda, y por el otro el financiero, que sí los incorpora. Cuando Dujovne habla de reducir el déficit fiscal se refiere al primario.
¿Por qué dejan afuera a los intereses de la deuda, que constituyen una parte muy importante del déficit fiscal -financiero? Porque ese rubro está creciendo de forma muy dinámica y no pueden proyectar un déficit fiscal en descenso. Mientras la mayoría de las partidas caen o se mantienen relativamente constantes, la que más crece es la de intereses de la deuda. Esto es consecuencia de la estrategia del gobierno de estos años de financiar el déficit fiscal con endeudamiento.
Hay un segundo problema en relación a la deuda que se está tomando para financiar la brecha fiscal, y es que se toma deuda mayoritariamente en dólares, cuyo repago es también en esa moneda y genera intereses en divisas.
A esto se suma otra proyección que complica este panorama: déficit comercial creciente hasta el fin del mandato presidencial. Es decir, prevén un desempeño del comercio exterior deficitario y progresivamente creciente. Esto se traduce en un crecimiento de importaciones por encima de las exportaciones.
El saldo comercial es históricamente una de las fuentes más genuinas de generar divisas para nuestro país, en este caso de perderlas. En agosto de 2017 habíamos generado el déficit comercial más alto desde la década del 90.
La proyección para el 2018 es un dólar a 19,30 pesos. Habitualmente se mide el peso de la deuda externa con un ratio que es: deuda sobre producto bruto interno (PBI). Si el dólar está más alto, el peso de esa deuda externa tiende a ser mayor, y lo que vas a gastar para pagarla va a ser más alto en pesos.
De todas formas, vale decir que el modelo económico de Cambiemos prevé un dólar relativamente estable a futuro, sin devaluaciones bruscas. Esto lo piensan fundamentalmente en términos de inflación, porque cuando sube el dólar repercute mucho en los precios internos. Lo complicado en esta situación es que la forma en que piensan mantener ese dólar contenido es a través del ingreso de deuda externa y no parece haber una salida alternativa al ingreso de divisas por esa vía.
Entonces el mismo problema se agudiza y se genera un círculo vicioso: tomamos nueva deuda en dólares para financiar deuda original, pagar sus intereses en dólares, y al mismo tiempo financiar los dólares que genera el déficit comercial creciente.
Otro factor que complejiza este esquema es la desregulación que hizo este gobierno sobre el control a la compra de divisas. No solo la quita del famoso “cepo cambiario”, que al principio puso un tope hasta 2 millones de dólares mensuales, luego se elevó a 5 millones y ahora no tiene techo. Al eliminar esas regulaciones y mantener el dólar relativamente barato, empieza a crecer la fuga de capitales, que está en niveles muy altos y constituye otro agujero más por donde salen las divisas y también se financian con más deuda, sin generar capacidad de repago.
En términos de divisas la apuesta parece seguir siendo la de la inversión extranjera. Justamente esta semana el ex ministro de Economía Domingo Cavallo abrazó el modelo actual y lo comparó con el suyo. Cavallo celebró la apertura al mundo de la Argentina porque eso “traerá inversiones”. Durante su gestión la inversión se dirigió fundamentalmente a la compra de empresas argentinas: las privatizaciones. Ese constituyó el principal ingreso de dólares en ese entonces, e inversiones en ese sentido son más fáciles de conseguir a costas de vender el patrimonio del Estado nacional.
En ese contexto, el proyecto del Presupuesto para 2018 se traduce en un panorama poco alentador.
Pablo Wahren* – @p_wahren
*Economista. Integrante del Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas (OCEPP)
Artículo elaborado en base a la columna semanal de Economía del programa “Llevalopuesto” (FM La Tribu 88.7).
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