Batalla de Ideas

11 octubre, 2017

Obama, Macri y la economía verde

Por José Seoane. En el marco de su reciente gira sudamericana, el ex presidente Barack Obama participó el viernes pasado como conferencista en la II Cumbre de Economía Verde en Córdoba. ¿Cómo se vincula esta mirada sobre lo ambiental con la ofensiva neoliberal?

Por José Seoane. En el marco de su reciente gira sudamericana, el ex presidente Barack Obama participó el viernes pasado como conferencista en la II Cumbre de Economía Verde organizada en Córdoba por la ONG estadounidense Advanced Leadership Foundation.

En su intervención ante el auditorio que poblaba el salón del Quorum Córdoba Hotel – Golf, Tenis & Spa, Obama enfatizó la gravedad del cambio climático y defendió la importancia de respetar y cumplir las metas del Acuerdo de París adoptado a fines del 2015 en el marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Se contrapuso así a la postura del actual mandatario Donald Trump que retiró a los EE.UU. de dicho acuerdo negando las causas socioeconómicas del cambio climático e, incluso, su propia existencia.

Sin embargo, la defensa del Acuerdo de París y la promoción de la economía verde no suponen una alternativa real a la política negacionista de Trump y a los procesos de deterioro y destrucción de las condiciones de existencia social desplegados por el neoliberalismo, sino que constituyen otro modo de tratamiento neoliberal de la cuestión ambiental impulsado por otra fracción de las élites mundiales.

Esta política es la que alienta la Advanced Leadership Foundation, ONG vinculada al propio Obama y al partido demócrata estadounidense, con la organización anual de estas cumbres en la Argentina para la promoción regional de la economía verde como nuevo paradigma para responder a las problemáticas ambientales.

Este año el evento contó con la exposición de dos premios Nobel de Economía, de funcionarios de la Organización de Estados Americanos (OEA), del Consejo de Negocios Sustentables de los EE.UU., del Programa de Ciudades y Gobiernos para América Latina y el Caribe del Grupo del Banco Mundial, del Presidente de la Corte Suprema de Justicia Ricardo Lorenzetti, de funcionarios del gobierno de Córdoba, de la Ciudad de Buenos Aires y nacional, y de empresarios locales y trasnacionales; todos ellos convocados para formar a 300 líderes y promotores de la economía verde en el país. Pero entonces, ¿qué significa este enverdecimiento de la economía?

La economía verde y la ofensiva neoliberal

La economía verde se publicita como un modo de resolver la contraposición entre el desarrollo económico y la conservación de la naturaleza integrando esta última al primero, reduciendo el tratamiento de la problemática ambiental a la promoción de ciertas actividades económicas consideradas “verdes” en desmedro de otras vistas como dañinas del ambiente. Es decir, restringiendo la política ambiental a una modificación de los tipos de actividad económica; sin alterar, sino confirmando la racionalidad del lucro, la competencia y el mercado.

Desde esta perspectiva, entonces, el cuidado del ambiente resulta también una forma de hacer negocios. Así lo decía con claridad el gobernador de Córdoba Juan Schiaretti en la inauguración de esta II Cumbre afirmando que “en ningún lado está escrito que tenga que estar reñido el cuidado del medio ambiente con el avance productivo. Con el avance tecnológico, es hora que ambos se fundan para poder garantizar la sustentabilidad. Hay oportunidad de negocios en la economía sustentable, no es algo que va a significar pérdidas para las empresas o para los Estados y las obras que hacen; por el contrario, se está probando con la cantidad de empresas de economía verde que tiene el propio EE.UU. que es absolutamente compatible y es rentable el trabajar en la economía verde para el sector empresario”.

En esta dirección, la economía verde más que consagrar un “enverdecimiento” de la economía supone en realidad la economización de lo “verde”. Así promociona la valorización monetaria del ambiente y la naturaleza impulsando la contabilidad ambiental, la construcción del capital natural, y la extensión de los servicios ecosistémicos y de los mecanismos de mercado en el tratamiento de las problemáticas ambientales como, por ejemplo, los mercados de carbono respecto del cambio climático.

La propuesta de la economía verde comenzó a formularse a fines de los años ’80 por un grupo de académicos vinculados al campo de la economía ambiental que proponía un cruce entre lo ambiental y la economía liberal. Pero solo dos décadas después, en el contexto de un nuevo episodio económico de crisis global, fue adoptada por el Programa de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y luego propuesta en la Cumbre mundial de Río+20 del 2012 como modelo para implementar el desarrollo sostenible. Se planteó así como una respuesta tanto a la crisis económica como a la ambiental, promoviendo los negocios y el crecimiento “verdes”.

En esta dirección, no es fruto de la casualidad que la difusión de la economía verde en Argentina y América Latina en los últimos años coincide con una renovada ofensiva neoliberal que se despliega en la región y que profundiza el extractivismo y la privatización de los bienes comunes naturales. La economía verde coincide y sirve a promover este mismo proceso al plantear la mercantilización de la naturaleza, en este caso como presunta respuesta a la cuestión ambiental.

Las alternativas desde los pueblos

Ante las propuestas de la economía verde y las políticas negacionistas encarnadas en el gobierno de Trump, los movimientos sociales y pueblos del mundo han construido y desplegado en las últimas décadas una diversidad de alternativas. En particular sobre la crisis climática no podemos olvidar las contribuciones planteadas por las redes y plataformas globales así como los acuerdos alcanzados en las dos Conferencias Mundiales de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra realizadas en 2010 y 2015 en Tiquipaya, Bolivia.

Ante el deterioro y destrucción de las condiciones de existencia de la vida humana y no humana que despliega la actual fase neoliberal del capitalismo, todas estas experiencias alumbran un camino posible e imprescindible de conocer y construir colectivamente.

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