9 octubre, 2017
María Elena Naddeo: «La ESI tiene un cumplimiento muy parcial y dispar»
La directora del Área de Niñez, Género y Diversidad de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, María Elena Naddeo, anunció en “Con el pie izquierdo” (Radio Sur FM 88.3) el lanzamiento de un Observatorio de Igualdad y Género y cuáles son los primeros pasos que dieron.

La directora del Área de Niñez, Género y Diversidad de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, María Elena Naddeo, anunció en “Con el pie izquierdo” (Radio Sur FM 88.3) el lanzamiento de un Observatorio de Igualdad y Género y cuáles son los primeros pasos que dieron.
– ¿Por qué un Observatorio?
– Hace tres años venimos trabajando en la Defensoría del Pueblo en la gestión de Sergio Amor en el marco del cual se creó un Centro de Atención de Niñez, Adolescencia, Género y Diversidad. Allí venimos asesorando en cuestiones de violencia de género, contra las mujeres, contra niños, niñas y adolescentes y haciendo un monitoreo de políticas públicas en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires y de algunos temas de cierto impacto nacional.
Lo que vimos ahora es la necesidad de contar con una herramienta que permita sistematizar ese monitoreo de políticas públicas, desarrollar investigaciones y poner la mirada en algunas temáticas que son centrales. Hay problemas que tienen que ver con la violencia de género y la desigualdad que realmente son de muy difícil solución. La legislación vigente es muy avanzada, tanto en la Ciudad, que hemos sido pioneros y pioneras en el recorrido de la lucha por la igualdad, como en el ámbito nacional, pero todavía hay serios problemas.
Por eso presentamos el Observatorio con una primera investigación que se hizo el año pasado, en el marco de un trabajo de promoción de derechos en escuelas secundarias y que estuvo a cargo de Sonia Santoro. En ese trabajo se ve que hay un 70% de chicos y chicas que contestan positivamente acerca de la igualdad entre los géneros y la posibilidad de que esto atraviese el ámbito familiar. Pero hay un 30% y en algunos temas un poco más que todavía consideran que las mujeres no tenemos los mismos derechos que el conjunto del colectivo masculino. Tienen todavía fuertes prejuicios. Si bien es un porcentaje minoritario sigue siendo un tema de particular preocupación. Porque esos prejuicios que hacen a la discriminación de género son la fuente de futuras violencias.
– ¿De dónde salen esos prejuicios?
– La fuente de esos prejuicios tiene que ver con una cultura patriarcal, con educación patriarcal. Es muy profundo, tiene que ver con una sociedad muy segmentada y desigual. Rita Segato dice que el problema de la violencia es estructural y que es una lucha paralela la de superar los niveles de desigualdad económica, social y política, con la lucha por la igualdad de género. Pero nosotros ubicamos este tema como algo de especial preocupación.
Lo que hacemos es, por ejemplo, trabajar junto con las áreas de gobierno, o reclamando a las áreas de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires la puesta en marcha de determinadas políticas y programas.
Por ejemplo, un gran reclamo, que recorrió las escuelas secundarias estos meses y viene recorriendo la Legislatura y el movimiento de mujeres es la lucha por aplicar la ley de Educación Sexual Integral (ESI). Esta es una herramienta para superar los estereotipos, construir una cultura del cuidado de los cuerpos, del respeto entre pares, de la sexualidad, que entre otras cosas apunta a prevenir el abuso sexual infantil, los embarazos no deseados, etc.
El gobierno dice que se aplica pero los chicos en las escuelas y nosotras como especialistas decimos que no, que tiene un cumplimiento muy parcial y dispar. No impacta en el conjunto de la población estudiantil y por eso no cambia conductas. Y eso que hablamos de la Ciudad de Buenos Aires. Hay estudios de otras organizaciones realizados en otras provincias donde directamente hay un rechazo de los gobiernos conservadores locales por trabajar estos temas, por ejemplo las del Norte y Noroeste, que son muy reacias a trabajar estas temáticas. No es casual que después haya más femicidios en algunas provincias que en otras, justamente porque estas políticas y programas que acá son escasas en otras provincias ni siquiera existen. Realmente es una llamada de atención hacia la Ciudad y a nivel nacional.
– ¿Qué es lo que falla en la implementación de la ESI?
– Lo que creo sinceramente que hace falta es planificación. Como docente digo que hay muchas iniciativas aisladas, docentes extraordinarias y extraordinarios que toman sus horas extra clase, por ejemplo, o sus propias horas de clase para hacer talleres, convocan a especialistas, etc. Pero queda librado a iniciativa de algunos docentes.
Lo que se necesita es un plan que parta de un diagnóstico, de cuál es el estado de conocimiento de estos contenidos que están en la ley sobre igualdad de género, prevención, anticoncepción, sexualidad libre y sexualidad responsable. Qué contenidos proponemos, a qué metas se va a llegar, a qué población se va a apuntar y cuál es la evaluación de resultados, sino queda librado a la subjetividad. También cómo se va a capacitar a las y los docentes. Este es un tema: exigir un plan con diagnóstico, metas, objetivos y cronograma de implementación al Ministerio de Educación de la Ciudad.
– ¿Qué otros temas emergen como necesidades en las escuelas?
– Respecto a los secundarios también está el seguimiento de los protocolos de violencia de género que tenemos en la Ciudad. Justamente las y los estudiantes reclamaron por la inexistencia de uno que sirva para las escuelas. La Defensoría del Pueblo se comprometió a elaborarlo con los y las estudiantes y el Ministerio de Educación y ya lo hemos enviado en consulta. Antes de fin de año debería estar cumpliéndose.
Este protocolo tiene que ver con identificar responsables institucionales en cada escuela, en cada turno, que conozcan la problemática y a los cuales chicos y chicas puedan recurrir para consultar y presentar sus denuncias. Ese responsable y la escuela tendrán obligación de canalizar esas denuncias al Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes, a la Dirección General de la Mujer o a las fiscalías especializadas en género según corresponda. Y además la escuela debe separar del curso al chico que haya sido denunciado como agresor.
Lo que no se puede permitir es que convivan en el curso chicos y chicas que hayan sido víctimas de una situación de abuso sexual por parte de un compañero de escuela. Esto tendría que haber sido de abordaje más directo por parte de Educación y las escuelas.
Yo particularmente creo que la legislación existente lo permitía pero los directivos tienen temor de avanzar en decisiones que puedan traer repercusiones negativas, tienen temor a que les abran un sumario, a las críticas de la comunidad, entonces no toman las medidas adecuadas.
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