9 octubre, 2017
Ernesto “Che” Guevara: sanador de todos los pueblos (II)
Por Mariano Salerno. En esta segunda entrega, una mirada sobre los aportes del “Che” a la unidad, el compañerismo, la entrega revolucionaria y la dedicación de las y los trabajadores de la salud a pensar un mundo nuevo.

Por Mariano Salerno. En esta segunda entrega, una mirada sobre los aportes del “Che” a la unidad, el compañerismo, la entrega revolucionaria y la dedicación de las y los trabajadores de la salud a pensar un mundo nuevo.
El trabajador de la salud y su mensaje sanitario
Existe un episodio clave en la vida del Che y en su rol político dentro la historia de la humanidad. Fue durante la primera batalla entre el ejército revolucionario y el de Batista, cuando el dictador funcional a los intereses norteamericanos derrotó de manera casi terminal al comandado por Fidel Castro. Lo que quedaba del mismo se dispuso a huir y el propio Che estaba herido de bala. Tuvo entonces que tomar una determinación. Así fue como lo recordó: “Quizás esa fue la primera vez que tuve planteado prácticamente ante mí el dilema de mi dedicación a la medicina o a mi deber de soldado revolucionario. Tenía delante una mochila llena de medicamentos y una caja de balas, las dos eran mucho peso para transportarlas juntas; tomé la caja de balas, dejando la mochila para cruzar el claro que me separaba de las cañas”.
Este momento define el devenir político de Ernesto Guevara mientras incomoda a todo aquel que se sienta un trabajador/a de la salud. La pregunta, salvando la distancia del caso y lo extremo de la situación, es la misma para todos/as: ¿cuál es el lugar que ocupa un trabajador de la salud en los procesos sanitarios de las sociedades con las que trabaja?
Muchas veces la formación que reciben los/as profesionales de la salud -y el lugar de comodidad y privilegio que otorgan estas disciplinas en la dinámica social- impiden que estos identifiquen cuáles son las necesidades reales de las sociedades y pacientes con quienes trabajan. ¿Con qué herramientas, propuestas de trabajo y soluciones cuentan por caso los médicos/as, que muchas veces pretenden con medicaciones y diagnósticos abstractos resolver los problemas de salud de personas atravesadas por sus propios procesos históricos, culturales, sociales, psicológicos y políticos? Si lo mejor que un médico, enfermera, obstetra, trabajadora social o psicólogo puede ofrecer a sus pacientes ayuda poco o nada a los procesos de salud de los mismos, ¿no será necesario construir otras soluciones?
¿No demanda acaso la realidad sanitaria argentina y latinoamericana mayores niveles de compromiso y actividad política de quiénes piensan que la salud no puede ser un negocio? ¿Alcanza con la actividad asistencial en momentos de vaciamiento del Estado y sus estructuras? El anuncio de la Cobertura Universal de Salud -un intento de privatización explícita del sistema de salud argentino-, ¿no demanda en sí mismo mayores niveles de unidad, de discusión, de iniciativa por parte de quienes se sienten garantes del derecho a la salud?
Decía el Che: “Y una forma de llegar hasta la parte medular de la cuestión médica es no sólo conocer, no sólo visitar, a las gentes que forman esas cooperativas y esos centros de trabajo, sino también averiguar allí cuáles son las enfermedades que tienen, cuáles son todos sus padecimientos, cuáles han sido sus miserias durante años y, hereditariamente, durante siglos de represión y de sumisión total”.
Endurecerse sin perder la ternura jamás
A cincuenta años de su fusilamiento, Ernesto “Che” Guevara vive como nadie en cada pelea contra las injusticias, en cada rebeldía, en cada abrazo compañero. ¿Serán quienes sueñan con una sociedad más justa capaces de afrontar con respeto y dignidad las tareas pendientes que él y tantas compañeras y compañeros han dejado?
Decía Guevara: “Aún cuando uno se reconozca comunista, o socialista, o peronista, o cualquier otra ideología política en determinado país, solo caben dos posiciones en la historia: o se está a favor de los monopolios, o se está en contra de los monopolios”.
¿Serán capaces, quienes sueñan con un mundo distinto, de visualizar en unidad -con todo lo que eso implica de humildad, paciencia y perseverancia- al verdadero adversario político de los pueblos dependientes y oprimidos? ¿Tendrán la valentía de cuestionar las lógicas que el liberalismo y la cultura del dios dinero inoculan en todos y que hacen que muchas veces por miedo, comodidad, soberbia y mezquindad política se mire más al presunto adversario interno que al enemigo? ¿Serán capaces de generar una lógica de compañerismo y construcción vincular más genuina, menos mediatiza, más compañera? ¿No seremos muchas veces quienes luchamos, muy duros con el compañero y muy tiernos con el enemigo?
El mensaje del Che nos invita a todos/as a pensar, desde nuestros lugares de trabajo y nuestra manera de relacionarnos, cuál es la mejor manera de construir un mensaje contracultural. Uno que pueda disputarle el sentido común a la meritocracia, la mediatización y virtualización de los vínculos y la cultura del dios dinero, y que tenga el potencial esperanzador y de movilización masiva capaz de contagiar la convicción de que un mundo mejor no solo posible, sino necesario.
Un mensaje que nazca de los esfuerzos de quienes todos los días sufren las consecuencias de un sistema injusto pero se siguen levantando, con perseverancia histórica, sabiendo que más temprano que tarde llegará la hora definitiva de los pueblos.
Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.