Batalla de Ideas

29 septiembre, 2017

Entrevistas para tirar al techo

Por Julia de Titto. Después del 13 de agosto la ex presidenta y actual candidata a senadora por Unidad Ciudadana se lanzó por múltiples caminos a intentar acumular apoyos que le permitan transformar el escenario a priori negativo de cara a octubre. En ese contexto, brindó una serie de entrevistas en los últimos días destinadas a distintas audiencias y en diversos registros.

Por Julia de Titto. Después del 13 de agosto la ex presidenta y actual candidata a senadora por Unidad Ciudadana se lanzó por múltiples caminos a intentar acumular apoyos que le permitan transformar el escenario a priori negativo de cara a octubre. En ese contexto, brindó una serie de entrevistas en los últimos días destinadas a distintas audiencias y en diversos registros.

Este jueves fue “Chiche” Gelblung en Crónica TV. Pero el martes (se publicó al día siguiente) había sido Carlos Cué en El País (de España), la semana pasada Víctor Hugo Morales en AM750 y la anterior Luis Novaresio en Infobae. Ampliar el público y amplificar el mensaje es la consigna de este tramo de la campaña. Acercar más de esos “dos de cada tres votos que no apoyaron al gobierno”, como repite Cristina Fernández sistemáticamente.

Claro que no es la única estrategia que desplegó. También explícitamente llamó a votantes de Sergio Massa y Florencio Randazzo, empezó a reforzar el rol de Jorge Taiana (cuyo ingreso al Senado es lo que en concreto está en juego en las elecciones) y participa cotidianamente de actos sectoriales y en distintos puntos del territorio bonaerense.

Pero las entrevistas son una pata clave de la estrategia. Había que romper la imagen de una Cristina casi “inentrevistable” -tuvo solo contadas apariciones desde que dejó la Casa Rosada-. Ahora, desde su equipo de campaña apuestan al “uno a uno” (nada de paneles), a medios de diversos colores ideológicos y a periodistas con capacidad intelectual probada para llevar adelante una conversación en vivo con una figura política del peso y solidez que tiene la ex presidenta.

Además de un análisis en términos técnicos de cómo se generó el clima y se preguntó y repreguntó en cada entrevista, qué lugar se le dio a las respuestas, o cómo los periodistas buscaron o no ser protagonistas de cada una de las notas -vicio contemporáneo número uno-, es interesante reflexionar sobre la búsqueda concreta que se hizo en cada nota, y cómo se terminaron configurando ante los ojos del público.

En redes sociales se decía que la nota de Crónica de este jueves fue “la mejor”. ¿De quién depende que sea “la mejor”? ¿Es posible despegar la ejecución concreta de sus objetivos? ¿Por qué elige cada medio, cada periodista?

Una entrevista es un diálogo donde dos personas se encuentran y una intenta extraerle a la otra algunas ideas, reflexiones, anécdotas, datos (depende el fin). Siempre existe el objetivo de que diga algo no dicho, llevar al público algún elemento novedoso. Pero no todas las entrevistas son iguales. Quienes nos dedicamos al periodismo y quienes son lectores, lectoras, oyentes o televidentes, lo sabemos bien.

Descartemos las de rutina: hecho, protagonista o especialista en el tema, qué pasó, qué opinás, palo y a la bolsa.

Existe, claro, la famosa “entrevista búsqueda del título”, donde el foco del entrevistador o entrevistadora estará sólo en hacer “pisar el palito” al entrevistado o entrevistada. En que una frase revele algo polémico o contradiga a esa misma persona o alguien de su entorno. Buscar la polémica por la polémica misma. Destruir al invitado/a con sus propias palabras.

También podemos mencionar la “entrevista amiga”, donde se dejan pasar oportunidades para repreguntar, se consulta sólo lo que la persona entrevistada quiere responder, se evaden temas incómodos. Es más bien un monólogo con apuntes del público. Viejas conocidas, casi “publinotas”.

Por último se puede pensar en la que, a juicio de quien escribe esta nota, resulta la más interesante para llevar a cabo. Difícil catalogarla porque engloba registros y modos muy distintos, por ejemplo de las notas de El País y Crónica TV a la ex presidenta.

Una fue ejecutada por un corresponsal extranjero, en una oficina, y recorrió temas de actualidad política nacional e internacional, balance de sus gobiernos, definiciones estratégicas, situación económica, etc. Profesional y exhaustiva. Claro, El País es un diario y las cámaras fueron más un “plus” para las redes sociales que la búsqueda en sí. Lo interesante está en el contenido. En las respuestas de Cristina. De hecho en el resumen que difundió el propio medio español en video, el periodista ni aparecía en las imágenes.

La otra la realizó en el canal de noticias de cable el derechista Samuel “Chiche” Gelblung. Con un pensamiento probablemente en las antípodas de mucho de lo que la dirigente piensa y opina, pero con mucha “cancha” televisiva y respeto por la persona que tenía adelante, logró construir un clima relajado donde más que una entrevista parecía por momentos simplemente una conversación. Hubo foco en preguntas de “interés humano”, como le dicen, hasta nimiedades sobre la vida privada de la ex presidenta. Hubo risas, emoción y honestidad. No faltó profundidad ni mirada histórica, pero sobre todo se construyó un producto televisivo que llevó a Crónica a quintuplicar su rating habitual para la franja horaria. Fue una entrevista entretenida y pensada para televisión.

Si de por sí podemos afirmar que no son iguales las audiencias de Crónica TV y de El País, como tampoco son equiparables Cué y el ex director de Revista Gente durante la dictadura, tiene todo el sentido del mundo que las entrevistas no hayan sido idénticas en forma o contenido. La pregunta que seguro se hacen desde el equipo de campaña de la ex presidenta es si logran efectivamente «atrapar» a esas audiencias diversas.

Cristina sabe que buena parte del periodismo, atravesado por la idea clarinesca del “periodismo de guerra” tiene como única misión derruir su base de apoyo. Lo evidencia. En cada nota lo hace explícito y lo cuestiona ahí nomás, para que televidentes u oyentes puedan pensarlo en simultáneo a que está sucediendo. Es innegable que es muy hábil para responder, hacer pausas o cambiar de tema. No dejar todo el poder a quien pregunta. Es de por sí interesante de ver y escuchar aunque no se comulgue con sus ideas.

No faltaron las críticas a la superficialidad de buena parte de las dos horas que duró la entrevista con Gelblung. Como tampoco faltan cuestionamientos a cada cosa que dice, hace o deja de decir Cristina, que sigue siendo la figura más importante de la política nacional. Vale pensar, en ese sentido, que así como pide a la militancia en cada acto que no canten “vamos a volver”, y que se lanzó a una “campaña ciudadana”, cada decisión de cara -por lo menos- a octubre es premeditada y tiene objetivos propios. En las entrevistas con figuras de esa magnitud, por lo general se acuerdan los términos y, por más espontaneidad y buen clima que se logre, nadie va a decir aquello que piense que no debe decir por algún motivo. Probablemente haya sido la primera vez en mucho tiempo que una porción importante de la población la haya visto reír tanto. Punto para Cristina (y para Crónica).

Sin duda es un acierto haber vuelto a hablarle desde la pantalla chica a millones que no son parte del núcleo duro de sus seguidores. Concertar entrevistas con periodistas no afines a su pensamiento suma a deconstruir una imagen negativa que una parte de la sociedad tiene sobre su figura. Y en plena campaña, cuando todas las encuestas la dan corriendo por detrás a Esteban Bullrich, representan la más potente de sus posibilidades para pegar un sprint y llegar a la meta.

@julitadt

Foto: Jonatan Moreno / Crónica

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