Fútbol

6 septiembre, 2017

Cuesta arriba

La Selección Argentina volvió a dejar pasar una gran oportunidad de acercarse al Mundial de Rusia 2018. Como local, igualó 1-1 ante Venezula tras un buen arranque que no pudo plasmar en el marcador.

La Selección Argentina volvió a dejar pasar una gran oportunidad de acercarse al Mundial de Rusia 2018. Como local, igualó 1-1 ante Venezula tras un buen arranque que no pudo plasmar en el marcador.

Jorge Sampaoli le dio un voto de confianza al esquema de 3-4-2-1 pero realizó ciertas modificaciones en base a las carencias del equipo mostradas ante Uruguay. El ingreso de Javier Mascherano por el suspendido Gabriel Mercado le dio al equipo la posibilidad de contar con alguien más acostumbrado a dar el primer pase. Algo que se pudo ver de entrada cuando Masche asistió una buena diagonal de Mauro Icardi que pudo ser la apertura del marcador. Esto también dio lugar a que uno de los integrantes del doble cinco pudiera jugar más adelantado: Éver Banega reemplazó a Lucas Biglia y fue determinante en un gran arranque de la Selección, que jugó en campo rival y circuló la pelota con dinámica y verticalidad.

No obstante, las situaciones no se concretaron y con el correr de los minutos, comenzó a pesar la situación en la tabla de posiciones. Todo se hizo cuesta arriba. El público desesperaba y los jugadores se mostraban fastidiosos ante la imposibilidad de abrir el marcador.

Otra modificación fue la zona de la cancha en la que se movió Paulo Dybala: con Banega en el medio el cordobés no debía retrasarse tanto y jugó más cerca de Mauro Icardi, demasiado solitario en el Centenario de Montevideo, más movedizo esta vez e incluso con algunas oportunidades de gol que no pudo concretar.

La primera parte se fue después de un buen inicio, con Ángel Di María esta vez en buen nivel pero lesionado y reemplazado por Marcos Acuña. Daba la sensación de que manteniendo la idea y siendo pacientes, el gol llegaría.

En el segundo tiempo el guión se volvió aún más complicado: Venezuela acertó en la primera llegada al arco de Sergio Romero y el nerviosismo aumentó en extremo. Se jugó al límite, con un vértigo inmenso. El gol del empate tranquilizó y Sampaoli hizo una apuesta rara: primero ingresó Darío Benedetto para jugar con dos puntas, pero luego, casi como un gesto de arrepentimiento, se retiró Icardi para dar lugar a Javier Pastore, quien no tuvo una buena actuación. “El Flaco” tiene un excesivo contacto con la pelota que no sabe plasmar en dinámica capaz de desestabilizar al rival.

Para peor, Banega, que debía ser el otro conductor, bajó muchísimo su nivel fallando en pases que daban a Venezuela la posibilidad de contraatacar ante una Selección partida y descompensada, con Mascherano perdiendo duelos individuales y Federico Fazio incómodo en la posición de líbero por no tener la velocidad suficiente para corregir errores.

Por su parte, Lionel Messi continuó con la dinámica de retrasarse para buscar socios, y tuvo buenas pinceladas de genio como apiladas, caños o pases, pero con el correr de los minutos comenzó a frustrarse y fastidiarse como el resto de sus compañeros. Con el ingreso de Pastore, se recostó en la banda derecha y perdió contacto con la pelota.

El astro continúa en la busca de socios. Su dupla con Dybala prometía mucho pero deja dudas ya que ambos están acostumbrados a recibir en zonas muy parecidas de la cancha. Por su tremenda jerarquía pueden encontrarse y crear peligro, pero por muchos momentos se superponen. Otra tarea para Sampaoli: lograr que dos de los mejores jugadores del mundo mejoren su compatibilidad.

El panorama no es el esperado de cara a conseguir la clasificación al próximo Mundial, y eso invita a que los análisis y las sensaciones se vuelvan radicalizadas. No es por Jorge Sampaoli que la Selección se encuentra en una difícil situación, y vale destacar que el arranque del equipo fue prometedor: se vio la idea plasmada a pesar de contar con muy poco tiempo de trabajo. Sin embargo, tampoco puede decirse que no existan decisiones que deban ser replanteadas. Por ejemplo, el esquema ayuda a que los rivales se replieguen, congestionen la zona central y los carrileros/extremos argentinos queden obligados a jugadas individuales excepcionales como la de Acuña en el gol del empate. En la otra banda, Lautaro Acosta aportó sacrificio pero no el desparpajo del ex Racing: muchas veces pudo buscar línea de fondo pero decidió volver a jugar hacia atrás.

En definitiva, la Selección Argentina tuvo un arranque ilusionante, pero no logró abstraerse de la realidad en la tabla para poder seguir jugando con convicción y paciencia como lo hizo durante los primeros 25 minutos. Saber manejar mejor el nerviosismo y el vértigo será una misión importante de cara a las dos fechas finales.

Ala Alberdi – @AlanAlberdi

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