Fútbol argentino

1 septiembre, 2017

El Nudo

La selección argentina en el debut de Jorge Sampaoli como técnico igualó contra Uruguay en el Centenario en un partido donde el miedo desdibujó el riesgo del esquema inicial. La Argentina continua en zona de repechaje para clasificar al Mundial de Rusia 2018 a falta de 3 fechas para que terminen las Eliminatorias.

La selección argentina en el debut de Jorge Sampaoli como técnico igualó contra Uruguay en el Centenario en un partido donde el miedo desdibujó el riesgo del esquema inicial. La Argentina continua en zona de repechaje para clasificar al Mundial de Rusia 2018 a falta de 3 fechas para que terminen las Eliminatorias.

«Un final (llano y liso final), es lo que buscás, es lo que agitás, las noches de falsas victorias, terminarán.»

La letra de «El Nudo», una de las canciones emblema de Callejeros, banda de la que Jorge Sampaoli es fanático y hasta tiene tatuada, bien pudo haber musicalizado el final del encuentro entre Uruguay y Argentina por las Eliminatorias Sudamericanas de cara al Mundial de Rusia del año que viene.

Ambos conjuntos se fueron amigando con el empate mientras caían los goles de Paraguay que triunfó en Chile y permitía que las posiciones se mantengan como estaban. Uruguay por conformismo y Argentina por falta de ideas terminaron achatando el desenlace de un encuentro que prometía mucho en la previa.

El ex entrenador del Sevilla planteó para su debut oficial como técnico del seleccionado argentino un esquema ofensivo con tres defensores, dos volantes con características ofensivas como Ángel Di María y Marcos Acuña por las bandas y arriba el tridente Messi-Dybala-Icardi. Ese riesgo inicial se topó con los pocos espacios que concedió Uruguay, algo que era de esperar pero sumó obstáculos internos que desgajaron el riesgo hasta que quedé totalmente absorbido por el miedo.

Los nombres prometedores de la formación inicial igual ya marcaban un déficit que se potenció en la práctica: los tres defensores Gabriel Mercado, Nicolás Otamendi y Federico Fazio no ofrecían salida prolija y el doble cinco Biglia-Pizarro cuyo funcionamiento como tándem era una incógnita.

Sampaoli siempre suele declarar que a un equipo lo definen sus volantes y tiene razón porque Argentina fue tan previsible como Biglia, le faltó movilidad por el medio y diagonales o desdoblamiento por las bandas. La selección comete el error de darle muchas funciones al volante de Lazio: inicia las jugadas, tira centros, patea al arco, le da siempre la pelota a Messi por más que esté encimado. Tantas tareas exceden su capacidad de correcto volante central, con buenos relevos y ocupación de los espacios. También está la posibilidad que él asuma ese rol, ahí es tarea del entrenador de entender y hacerle entender a Lucas que su papel debe ser complementario y no de actor principal.

En cambio Guido Pizarro en algunos lapsos del encuentro sí supo leer que mejor que darle la pelota a Messi y mirarlo es darle la pelota y pasar su línea para ofrecerle una descarga para que Lionel no tenga que recurrir siempre a una genialidad para destrabar la jugada. Que lo que le saque los cordones al cerrojo defensivo rival sea una construcción colectiva y no caer siempre en la salvación del 10.

Si del rosarino hablamos, entendió mejor el partido el segundo tiempo que el primero, se movió, buscó por donde lastimar pero solo encontró sociedades en una pared con Paulo Dybala que recordó a sus encuentros con Neymar en Barcelona. El problema es que solo fue un caso en 90 minutos: el hombre de Juventus casi nunca encontró su lugar en la cancha y fue absorbido por la marca charrúa. Algo parecido pasó con el centrodelantero Mauro Icardi que se mantuvo en el área pero solo tuvo una ocasión después de realizar una buena diagonal para recibir la habilitación de Messi aunque su remate salió sin mucha potencia.

Ya que por el medio se hacía imposible, la Argentina intentó mucho por la banda izquierda, donde el juego decantaba siempre en un Di María abierto que solo tenía como opción el centro perfecto que nunca llegó. No hubo acompañamiento de algún compañero que distraiga o cercanía para tener la opción de que el desborde se siga hilvanando hasta que el jugador se encuentre en una situación más favorable para tirar el centro y no que sea su único recurso para terminar la jugada por estar solo y ahogado entre la marca y la raya.

La defensa sufrió a Luis Suárez de espalda, sobretodo el debutante Federico Fazio y Uruguay inquietó algunas pocas veces en base a empuje y errores no forzados de Argentina en la salida.

Los cambios hechos por Sampaoli no modificaron demasiado el desarrollo del partido por más que la velocidad de Lautaro Acosta pareció encajar mejor que el perfil invertido de Marcos Acuña por derecha.

Un empate que deja todo como estaba, el miedo a quedarse afuera del mundial fue mucho más grande que el riesgo del esquema inicial. Argentina no llegó a esta situación de estar en repechaje a tres partidos del final solo por un fallo del Tribunal Arbitral del Deporte (TAS), sino que forjó su destino en base a errores propios dentro y fuera de la cancha, falta de gol, mucha atadura en las piernas y presión en la cabeza. Para Sampaoli la principal tarea para el hogar, más allá de algún retoque de nombres y funciones, es desatar ese nudo. Como él bien sabe «el nudo aprieta mal, bloqueando al ideal».

Lucas Jiménez – @lucasjimenez88

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