Nacionales

31 agosto, 2017

«La concentración es una condición necesaria para operar a gran escala»

Santiago Marino, docente e investigador en Políticas de Comunicación de la Universidad Nacional de Quilmes, analizó en diálogo con “Con el pie izquierdo” (Radio Sur 88.3) cómo se modifica el sector de medios a partir de la fusión entre Cablevisión y Telecom ratificada este jueves por las asambleas de accionistas.

Santiago Marino, docente e investigador en Políticas de Comunicación de la Universidad Nacional de Quilmes, analizó en diálogo con “Con el pie izquierdo” (Radio Sur 88.3) cómo se modifica el sector de medios a partir de la fusión entre Cablevisión y Telecom ratificada este jueves por las asambleas de accionistas.

– ¿En qué contexto se da la fusión Cablevisión – Telecom?

– En la actualidad parece mucho más sencillo que antes enterarse de noticias del ecosistema de medios de comunicación. Pero en tanto las noticias afectan a intereses de los grupos concentrados, las perspectivas sobre estas cuestiones más críticas circulan menos que las que acompañan particular al paradigma con el cual el gobierno está administrando este sector. Que tienen que ver con un planteo respecto de las supuestas bondades de la convergencia tecnológica que limaría o reduciría los efectos negativos que no serían tantos de la concentración de la propiedad de los medios.

Estamos parados en un contexto en que el gobierno gestiona las políticas de comunicaciones desde una  perspectiva pro convergencia, sin indagar en los aspectos negativos que puede traer el desarrollo del mercado guiado por la pauta del mercado, mientras el mercado naturalmente acciona en consecuencia respecto a sus necesidades. La concentración es una condición necesaria para operar a gran escala hoy.

La concentración es una necesidad del mercado, para el modo de producción capitalista en general y para el sistema de medios en particular. Si miramos económicamente a los medios tienen costos fijos muy altos y variables muy bajos. Por eso necesitan desarrollar economía de escala para ser operativos y exitosos en términos económicos. Pero como no venden caramelos, alfajores ni ropa, sino que producen bienes y servicios de comunicación que tienen valor material pero también simbólico, que inciden en el espacio público, en la discusión política, etc.,  los efectos de la concentración son equivalentes a los de cualquier otro sector pero además tienen efectos sobre el pluralismo y la diversidad. Así funciona el mercado.

– ¿Las políticas del gobierno cómo influyen en la concentración?

– Lo que sucede en Argentina desde diciembre de 2015 es que se ha profundizado una línea en la que las decisiones que toma el gobierno para administrar el sector no contemplan los elementos negativos de la concentración porque entienden que los servicios mejorarán a partir de mayor competencia. Y para estimular la competencia flexibilizan los niveles de concentración.

En ese contexto se han sucedido una serie de fusiones de empresas, compras de grandes sobre chicos, etc. que es un elemento tradicional del mercado de medios pero que se profundiza con el desarrollo tecnológico que hace que las barreras que antes dividían de un lado la radiodifusión y de otro las telecomunicaciones, hoy ya no sean tales. Y donde hay que pensar en un sector infocomunicacional que las telcos, las empresas de telecomunicaciones son dominantes en el mercado o bien los grandes conglomerados de medios tienen que convertirse en telcos.

Eso es lo que está haciendo el Grupo Clarín por medio de su fusión con Telecom. Y que además viene acompañado de un proceso de financierización, de incorporación de capital financiero y operación en bolsa.

– ¿Quiénes pierden en esta ecuación?

– Es una adivinanza bastante sencilla. Por un lado está el planteo del gobierno que supuestamente todos van a dar todos los servicios y entonces todos ganamos. Eso es un paradigma. Lo que pasa es que cuando uno indaga en las condiciones y el punto de partida en la línea de largada, algunos largan desde más adelante, los que tienen mayor dominio de sectores contra quienes tienen que desarrollar inversiones para dar todos los servicios.

Quienes pierden se pueden pensar en dos planos. Los usuarios, porque en general cuando hay mayor concentración por lo general suben los precios de acceso a los servicios. Y no es que la competencia estimulada por la concentración hace mejorar la calidad y los precios. También pierde -que son los mismos sujetos, pero en el análisis lo categorizamos de modo distinto- la ciudadanía. Se ven afectados los derechos de acceso y participación ciudadana en la comunicación, que son los elementos con los que podemos medir el derecho humano a la información reconocido por la Declaración Universal.

Cuando hablamos de derecho a la información no sólo hablamos de poder elegir qué cantidad de canales ver sino a poder elegir entre dos o tres empresas, por lo menos, que te den el mismo servicio a una calidad suficiente a un precio accesible y que no esté condicionado por el lugar en donde vivas, por ejemplo. Vivir en Buenos Aires hoy significa tener acceso a una oferta de banda ancha más telefonía móvil más televisión de pago atractiva, competitiva, a pesar de que está cartelizada muy diferente a lo que acceden en la ciudad de Tres Lomas, a 500 kilómetros.

– ¿Cómo ves el presente y futuro cercano de los medios sin fines de lucro en este contexto? ¿Tenemos que reconvertirnos y empezar a proveer internet?

– Otra vez hay una situación muy compleja para el sector dadas las medidas que lleva adelante el gobierno para administrar el sistema y regular las acciones. Todos los avances que se consiguieron y materializaron en la gestión de gobierno anterior bajo el paraguas de la LSCA se han puesto en duda. No digo que se hayan reformulado, no es así, de hecho todavía están vigentes. Es cierto que antes no se cumplían y ahora tampoco. Pero están vigentes. No es lo mismo reclamar un derecho que el cumplimiento de la ley que garantiza ese derecho.

Efectivamente se ha puesto un manto de duda sobre cuestiones que sí se aplicaban como por ejemplo los FOMECAS. Por un lado hay una deuda impaga hace más de un año, porque pone sospecha sobre todos los procesos. Lo cual implica un desconocimiento muy marcado del sector. ¿Cuál es el problema en que pongas a rendir dos, tres, cuatro veces a una organización sin fines de lucro el dinero que gastó ganado en un concurso público? Bueno, entre otras cosas que las sin fines de lucro tienen pocos recursos para la gestión constante. Es una situación muy compleja.

Saber qué hacer en este panorama es muy difícil tanto para las sin fines de lucro como para las empresas. Lo que pasa es que hay que tener muchos recursos para tomar decisiones estratégicas. A mi modo de ver Clarín está tomando decisiones muy estratégicas a largo plazo, se ha reconfigurado. Pero tiene cómo hacerlo. Me enteré por ejemplo que Netflix está contratando antropólogos para saber cómo la gente mira sus contenidos. Esos estudios salen muy caros. Yo no se si las organizaciones tienen los recursos para evaluar si es conveniente por ejemplo pasar a dar servicios de provisión de tecnología, etc.

Además entre los sin fines de lucro hay una enorme diversidad, no sé si todos pueden reconvertirse a una cooperativa que brinde un servicio público. Creo que lo que hay que hacer es trabajar a largo plazo, en red, identificar que hay experiencias muy significativas en el sector pero con tipologías muy distintas. La Cooperativa de Santa Rosa, por ejemplo, es exitosa proveyendo servicios de internet y cable, le gana a Cablevisión en la región, pero tiene una trayectoria como proveedora de servicios públicos de luz hace mucho tiempo. No es que se tuvo que reconfigurar desde un medio masivo. Lo que invito es a que no dejemos de pelear por ello pero la situación es bastante complicada en general.

Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.

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