14 agosto, 2017
Bullrich y CFK dilatan la definición hasta octubre
Cuando parecía que el candidato oficialista se impondría con comodidad, la remontada de Cristina Fernández supuso un trago amargo para el gobierno. Con final abierto, en octubre todos irán a la caza de los votos de Massa y de Randazzo.

Cuando parecía que el candidato oficialista se impondría con comodidad, la remontada de Cristina Fernández supuso un trago amargo para el gobierno. Con final abierto, en octubre todos irán a la caza de los votos de Massa y de Randazzo.
Los instantes finales del recuento bonaerense recuerdan la elección santafesina de 2011. Una amplia ventaja al inicio y el margen que se achicaba al caer la noche.
Cuando se conoció el resultado final, la plana mayor de Cambiemos ya llevaba horas fuera del búnker. Todo parecía resuelto. Al revés que Cristina, que no se dejó ver en toda la noche del domingo, esperando la última urna.
Los números son engañosos. Ganar por un punto sirve en instancia definitiva. Pero en primarias todo se vuelve fútil. Octubre sigue siendo una incógnita, tanto como lo fue hasta este fin de semana.
El resultado abierto dependerá de varios factores. El primero de ellos, sin dudas, será el propio techo de Unidad Ciudadana. Los encuestadores han repetido hasta el cansancio que la ex presidenta tiene un piso alto y un techo bajo. El límite de lo posible.
El gran objetivo, por tanto, será romper ese techo, convencer a los que se dicen y se autoconvencen de que nunca votarán al kirchnerismo. En ese sentido, se hace evidente la emergencia del segundo factor fundamental: Florencio Randazzo.
Si Unidad Ciudadana piensa invertir en alguna encuesta de cara a octubre, le vendría bien saber cómo se conforma el voto randazzista. Es posible que muchos de ellos, adversos a cualquier simpatía macrista, puedan inclinarse hacia Cristina Fernández y darle la espalda al ex ministro. Al final de cuentas, nada es cuestión de sentimentalismos, sino de pura estrategia política.
De seguro randazzistas y cristinistas coinciden en la necesidad de marcarle un límite claro al gobierno. Y tal como pretendía el candidato de Cumplir, esta instancia sirvió, en la práctica, como una primaria para medir fuerzas: es evidente que el electorado opositor eligió a Cristina para transmitir su mensaje.
En igual sentido, otro factor en disputa será Sergio Massa. De la experiencia de 2015 se recoge que el tigrense tiene un electorado fiel. Después de un claro tercer puesto en las primarias presidenciales, logró retener todo lo cosechado de cara a las generales.
Hay pocas razones para prever un comportamiento distinto esta vez. Si cuando estaba en juego la presidencia, los massistas prefirieron morir de pie al lado de su candidato, difícil creer que ahora cambiarán su voto para favorecer a Esteban Bullrich. Si Sergio Massa tenía un segmento volátil, esos votantes ya se fueron con Cambiemos y no volverán.
El resto, claro, es la gran apuesta del gobierno: repetir el batacazo de María Eugenia Vidal. La participación en octubre será fundamental. Los datos de 2015 no mienten: los cinco puntos de mayor participación entre las primarias y las generales favorecieron a Cambiemos; fueron los que torcieron la elección en favor de la actual gobernadora.
Es seguro que ni Bullrich ni Kirchner perderán votos. Pero todo se trata ahora de ver cuánto suma cada uno. Éste, claro, no es el mejor escenario para Unidad Ciudadana. Una victoria holgada este domingo les hubiese dado la tranquilidad que no tienen ni tendrán hasta las generales.
El gobierno, mientras tanto, parece por ahora haber salvado la jornada. Los triunfos resonantes en buena parte del país y el virtual empate en Buenos Aires lo dejaron bien parado. Si logra vencer a la ex mandataria en octubre, aunque más no sea por una décima, tendrá el cartón completo.
Pero si no, si en octubre pierde, se esfumarán las certezas oficiales y Cristina Fernández podrá pensar en 2019 con mayores fundamentos.
Federico Dalponte – @fdalponte
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