Cultura

30 julio, 2017

Diez años después el banquete volvió a Buenos Aires

El sábado 29 de julio La Renga volvió a tocar en la Ciudad de Buenos Aires tras una década de ausencia, no por voluntad de la banda sino por decisiones políticas. En un show muy bien organizado y que sonó en un gran nivel, la primera fecha superó las expectativas.

El sábado 29 de julio La Renga volvió a tocar en la Ciudad de Buenos Aires tras una década de ausencia, no por voluntad de la banda sino por decisiones políticas. En un show muy bien organizado y que sonó en un gran nivel, la primera fecha superó las expectativas.

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Villa Lugano. Autódromo de la Ciudad de Buenos Aires. Noviembre de 2007. Casi 100 mil personas fueron a ver a La Renga en un show histórico para la banda por la cantidad de espectadores pero que dejó bastante que desear tanto en la logística para el ingreso, la seguridad (fueron literalmente saqueados puestos de comida y ropa) y el sonido, que tuvo el percance de que una de las torres deje de funcionar.

Eso no impidió que sea una fiesta para las miles de personas que estuvieron presentes, pero dejó un sabor raro. Sin embargo no fue nada comparado con el hecho -desconocido por todos en ese momento- de que tendrían que pasar 10 años para volver a disfrutar en la capital del país a una de las bandas de rock más masivas y vigentes de la música nacional.

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Parque Patricios. Estadio Tomás Adolfo Ducó. Julio de 2017. Cuarenta mil almas llegan en colectivos, autos y… en subte. Caminan por avenida Colonia (la continuación de Jujuy después de Caseros). Antes del primer control explotan los puestos de venta de patys, bondiolas (con huevo, jamón y cheddar), choris y panchos. También se vende cerveza muy barata para un evento así: la lata de 470 de Heineken por $50, tres de Brahma por $100.

Un gordo grandote y de barba, que da cuenta del ingenio criollo en su máxima expresión -tan necesario en tiempos de Macri- vende «la púa del recital a 10 pesos». Un pibe para y compra una.

A pesar de haber llegado sobre la hora la entrada al campo es ágil. Primero un cacheo, después un chequeo visual de la entrada (algunos que quieren pasar con tickets falsos tienen que pegar la vuelta) y en el tercer y último control se escanea el código y se pasa por el molinete.

Faltan diez minutos para las 21 horas -horario de inicio según la entrada-, aunque nadie pretende puntualidad la expectativa es grande. ¿A qué hora saldrán? ¿Con qué tema van a arrancar? ¿Cómo va a ser la lista? Es la vuelta a Buenos Aires, pero también la vuelta al estadio donde se grabó ese disco que marcó, quizás, el punto más alto de la historia de la La Renga: El ojo del Huracán.

El estadio está repleto y en el campo se está apretado hasta en la parte de atrás. Algo previsible dado que en poco más de 12 horas se agotaron todas las entradas para esta primera fecha.

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Son las 21.30 y se apagan las luces. Sin mediar palabra suenan los primeros acordes de «Corazón Fugitivo» y la gente explota. «Escapando en la noche voy, a dejarlo todo atrás…», la inconfundible voz de Chizzo hace vibrar a todo el Ducó. Después suenan «Nómades» y «Disfrazado de amigo».

Sin embargo a partir del cuarto tema pasa algo. El pogo habitual cerca del escenario se extiende a todo el campo y la popular. También a la platea. «A tu lado» abrió una tanda seguida de «A la carga mi rocanrol» y «Al que ha sangrado». Como suele pasar en los recitales del Indio Solari cuando toca temas de Los Redondos, con La Renga se ve que sus temas clásicos conmueven mucho más al público.

La Renga lista de temasEs la clara expresión de una banda de rock barrial que fue adoptando un estilo más metalero para finalmente imponerse la victoria de este último. Sin desmerecer este desarrollo musical, sus seguidores dan cuenta de que la mejor época renga fue aquella en la que combinó ambos estilos.

«San Miguel», «Cuando Vendrán», «Circo Romano» y «El Twist del Pibe» completan las primeras diez. En algún momento Chizzo habla y expresa lo que es sin dudas un sentir popular: «Al fin volvimos a la capital, parecía que no iba a pasar nunca». Más adelante en el show insiste con lo mismo: «Mañana cuando coman los fideos con su familia cuéntenles de esto, de lo bien que salió».

La lista de temas sigue, mechando lo nuevo y lo clásico: «Poder», «Panic Show», «Despedazado por mil partes», «Pole», «La balada del diablo y la muerte», «Estalla», «En los brazos del sol» y «Oscuro diamante». En el puesto 19 aparece el tema más viejo que tocaron en toda la noche: «El rito de los corazones sangrando». Para después completar con «En el baldío», «Bien alto», «Tripa y corazón», «Arte infernal», «Oportunidad oportuna», «La razón que te demora» y el cierre con «El final es en donde partí».

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La banda se va del escenario y se prenden las luces, pero nadie se mueve. La Renga no iba a cerrar su recital así. A los 15 minutos vuelven con «Ser yo», «Reíte» y un reggae «que tampoco es un reggae», según Chizzo: «El viento que todo empuja».

Y llega el momento en que nos vamos «hablando de la libertad». Huracán se viene abajo y se corea el «oooh, oh, oh, oh, oooh, oh». Termina el tema, se prenden las luces y el Tete agradece a la gente por venir. Más allá de algún embudo en la salida, todo es ordenado y la gente se retira tranquila.

Contra la burocracia que hace diez años no los dejaba tocar se rompieron los dientes de ese engranaje y La Renga se despidió de su primera fecha dejando la vara muy alta. Por ahora habrá otros tres shows el 2, 5 y 9 de agosto, aunque desde la productora no descartan sumar más. Luego de lo que mostraron este sábado, la posibilidad de volver a ir no es algo para descartar tan fácilmente.

Santiago Mayor – @SantiMayor

Foto: @chispaslb

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