10 julio, 2017
Software Libre: el empoderamiento también viene en formato digital
Son las diez de la mañana de un sábado en Barracas, pero ni la hora ni el frío desaniman para abrir las puertas del Club de Software Libre. El lugar llama la atención desde las rejas de entrada. La construcción bajo los arcos del ferrocarril Roca le da a todo el ambiente un aire un poco industrial que se confunde con las plantas que invaden el patio.

Son las diez de la mañana de un sábado en Barracas, pero ni la hora ni el frío desaniman para abrir las puertas del Club de Software Libre. El lugar llama la atención desde las rejas de entrada. La construcción bajo los arcos del ferrocarril Roca le da a todo el ambiente un aire un poco industrial que se confunde con las plantas que invaden el patio.
La reunión es en una de las salas, poblada de computadoras -y con otras por arreglar al fondo-. Van llegando personas con distintas preguntas. Se sientan, toman unos mates, charlan un rato y comentan qué inquietud los trae al Club ese día.
Algunos quieren aprender a programar en un lenguaje determinado, otro instalar una distribución de Linux pero tiene dudas sobre cuál conviene más, otras vienen de profesiones muy distintas, con conocimientos básicos, pero quieren aprender. La charla se arma alrededor de la mesa y se pasa a probar cosas directamente sobre las máquinas. Hasta un poco después del mediodía el taller sigue orientado a programación, operación de PC y robótica -con la impresora 3D propiedad del Club-. Por la tarde se suman las clases de inglés, y hasta las 17 siguen las clases de programación.
Aunque todos llegan al Club con iniciativas distintas, el denominador común es el software libre. El movimiento fundado por Richard Stallman en 1985 -la ‘Free Software Foundation’ (FSF)- promueve el desarrollo y utilización de programas que garanticen a los usuarios la libertad de ejecutarlos, estudiarlos, modificarlos y distribuirlos sin restricciones. Para ello es condición necesaria que se pueda acceder al código fuente del programa, es decir a las instrucciones que el programador le da a la computadora para que realice la tarea en cuestión.
La mayoría del software que utilizamos a diario no garantiza estas libertades -son ‘privativos’, como Microsoft Office, o el mismo Windows-, por ello la FSF promueve el uso del sistema operativo GNU-Linux. “Después de la charla que dio Stallman este año en Sociales nos decidimos a instalar Trisquel -una distribución GNU-Linux 100% libre- en todas las máquinas del Club”, explicó a Notas @rikylinx, uno de los motores del proyecto.
«El software libre nos permite tener una aproximación real al aprendizaje de la programación, aprender modificando un programa que ya está funcionando, conocerlo, tener acceso al mismo. En el área pedagógica es fundamental, brinda ventajas claras a la hora de aprender y comprender la informática en profundidad», contó por su parte Rodrigo Márquez.
Una de las características fundamentales del software libre es el desarrollo colaborativo: aquel que ve una posibilidad de mejorar algo, lo hace. Esa lógica también se traslada a la enseñanza entre pares. José Lobo, quien supo dar clases en la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, nota la diferencia: «Acá aprendí a enseñar de otras maneras, más eficaces. Enseñamos lo que sabemos pero en realidad compartimos e intercambiamos nuestros conocimientos».
Acercando el software libre al barrio
La idea de fundar un club de software libre en Barracas se materializó hace un año, cuando se reunieron personas provenientes de ámbitos distintos pero con una visión común, anclada en la ética de la colaboración. El objetivo inicial es capacitar en informática a gente del barrio que no tiene los medios para acceder a los cursos tradicionales -o tener sus propios equipos-, siempre trabajando bajo el paradigma del software y la cultura libres.
José Lobo y Hugo Fernández se conocían de la Mesa Tecnológica de PyMEs Sur -una Asociación Civil que nuclea pequeñas y medianas empresas de Buenos Aires-, a quienes se sumaron Rodrigo, que da clases de programación en el Centro Metropolitano de Diseño, y @rikylinx, militante del software libre. En el camino de ir concretando el proyecto se cruzaron con María Celestina «Tina» Malagoli, artista plástica y fundadora de la Fundación Por el Arte hacia la Vida -una organización nacida en 1994 con una historia fuerte de trabajo social en el barrio de Barracas-, que les ofreció el lugar que andaban necesitando.
Tina se enorgullece al remarcar la independencia política de la organización, que trabaja en el barrio tanto con mujeres beneficiarias del plan ‘Ellas Hacen’ del Ministerio de Desarrollo Social, como llevando adelante proyectos de extensión de la UBA, apoyo escolar y talleres para jóvenes.
«Uno hace esto en su tiempo libre, dependiendo de otros trabajos. Queremos llegar a las 20 computadoras activas para fin de año, y combinar los talleres de software libre con los de robótica. La idea es que quienes vengan puedan imprimir sus ideas», explicó Hugo Fernández, a cargo del taller de robótica. «Queremos que la gente que no tiene acceso a estos contenidos pueda hacerlo de forma gratuita. Que puedan tener una oportunidad de salida laboral. Por ejemplo, estamos trabajando con la Comisión del Hospital Infanto-Juvenil Tobar García, para que a futuro los chicos que se externan tengan una chance de formación que hoy no existe», agregó.
Hablando de la libertad
“Es una cuestión ética, nosotros valoramos la libertad”, señaló Rodrigo sin medias tintas, ante la pregunta de por qué software libre. “No estamos de acuerdo con la política de los monopolios que alientan el uso de copias no autorizadas en la escuela, te enseñan a usar Windows y Office mientras estás aprendiendo, pero cuando comenzás a trabajar, a realizar tareas productivas, persiguen a la copia no autorizada”.
No conocer cómo funcionan los programas, las computadoras y teléfonos que usamos genera dependencia. «Acá no se rompe nada, las máquinas son para usarse, nadie tiene que tener miedo, lo que se rompe se arregla. Ese miedo es parte de una cultura que nos inculcó que la tecnología no se cuestiona», aportó @rikylinx.
Hugo fue más allá: “Nosotros trabajamos con una visión de soberanía tecnológica, de apoyar iniciativas tecnológicas con carácter social y nacional. Nos resulta incomprensible, por ejemplo, que se siga utilizando software privativo en la administración pública, o que como país hayamos puesto un satélite en órbita y le estemos comprando señal a gente de afuera”.
Iván Vavreka asiente con su voz grave desde el fondo de la sala: “El conocimiento no puede tener una licencia o candado. Nosotros nos sentimos parte del movimiento de cultura libre, del respeto a la libertad de las personas, vemos el software libre como una herramienta de empoderamiento. Para nosotros su uso es algo ético, de derechos humanos».
@cassandreces
Club de Software Libre
Informática desde cero – Cursos gratuitos
Sábados de 10 a 17 hs
California 2325, Barracas
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