América Latina

6 julio, 2017

Las reformas de Temer que Macri quiere implementar en Argentina

Por Micaela Ryan. Ante una posible destitución, Temer llevará adelante la tercera reforma profunda de su breve e ilegítimo mandato: la reforma laboral. Por qué Macri lo admira y apunta a seguir sus pasos.

Por Micaela Ryan. El próximo martes 11 de julio la  Cámara de Senadores tratará, con carácter de urgencia, la reforma trabalhista. Esta medida, que viene a coronar la gestión de Michel Temer, ya fue rechazada en dos masivos paros generales llevados adelante por las centrales sindicales el 28 de abril y el 30 de junio en más de 200 ciudades del país.

La destitución de Dilma Rousseff mediante un golpe de Estado institucional en agosto de 2016 y la imposición de facto de Michel Temer en la presidencia fue la estrategia implementada por los sectores económicos concentrados, a través de la alianza de partidos conservadores, para poner en marcha un profunda restauración neoliberal en el país. Por haber encabezado estas reformas se puede comprender por qué Temer, el presidente con menos popularidad en la historia de Brasil y el segundo acusado por corrupción, aún continúa en el poder. Aunque es posible que no sea por mucho tiempo.

Temer fue acusado por la Procuraduría General de la Nación por la causa que lo involucra directamente en el pago de sobornos de la empresa JBS, el mayor frigorífico del mundo. Por tratarse de un crimen común cometido durante el ejercicio del cargo será la Cámara de Diputados, donde Temer aun mantiene el apoyo de la mayoría, quien deberá decidir en el mes de agosto si la causa deberá proseguir en el Supremo Tribunal Federal. Si este proceso se lleva adelante, Temer será removido de su cargo por 180 días mientras el Parlamento discuta la continuidad de su causa.

Aunque es posible que el cambio de mando no implique un cambio político en el país, ya que se menciona que el posible sucesor presidencial sea el actual presidente de la Cámara de Diputados Rodrigo Maia, Temer quiere acreditarse la tercera reforma profunda de su mandato: la reforma laboral.

Lo que Macri (todavía) no pudo hacer

Quien admira la gestión del presidente de facto brasileño es Mauricio Macri. El presidente argentino fue el primero en reconocer el mandato de Temer y recibirlo en un viaje diplomático.

Ambos presidentes abonan a un mismo proyecto político y económico: restaurar las bases neoliberales eliminando el rol social del Estado y su intervención en la economía. Es por esto que Macri ansía aplicar el paquete de reformas neoliberales que Temer llevó adelante y que planea ejecutar luego de las elecciones legislativas de octubre. Repasemos de qué reformas hablamos en este “espejo neoliberal” brasileño-argentino.

Temer implementó la reforma educativa por decreto antes de cumplir su primer mes de gestión. Esto implicó la flexibilización de los derechos de los trabajadores docentes y de los contenidos curriculares en la educación media. El efecto directo fue la profundización de la desigualdad entre las escuelas estatales y privadas y, por ende, las estratificación de egresados para el acceso a la educación superior y al mercado laboral.

En Argentina, la ley de reforma educativa aguarda en la Cámara de Diputados bajo el nombre de “Plan Maestro”. Ya cuenta con la aprobación del Consejo Federal de Educación y de llevarse adelante esta reforma implicará la segmentación y privatización del sistema educativo en niveles mucho más profundos que los logrados en Brasil. A esta tarea se abocó el ministro Esteban Bullrich durante su año y medio de gestión. Como premio le fue otorgado el primer puesto en la boleta electoral de senadores por la provincia de Buenos Aires: competir directamente nada más ni nada menos que contra Cristina Fernández de Kirchner.

La segunda reforma que Temer llevó adelante fue la del Estado. Esto implicó la votación del Poder Legislativo de una enmienda constitucional propuesta por Temer. Esto habilitó al congelamiento del gasto público por dos décadas, cuya consecuencia directa es el achicamiento del Estado y de sus políticas sociales, junto con el recorte de derechos de los trabajadores estatales.

En Argentina, esta reforma ya se prepara silenciosamente. El adalid que lo lleva adelante es el ministro de Modernización, Andrés Ibarra. Desde este ministerio de recursos humanos creado por la gestión macrista llevará adelante una evaluación sobre la dotación óptima de la plantilla estatal que implica la reducción de ministerios y la creación de un “censo” de empleados estatales (a nivel nacional, provincial y municipal) que apunta a reducir el personal del Estado, según denunció la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE).

La tercera reforma que Temer busca aprobar es la reforma laboral. Esta fue antecedida por la reforma previsional, que implicó la suba de la edad jubilatoria a los 65 años y el establecimiento de un piso de 50 años de aporte -es decir, medio siglo de trabajo formal- para acceder a la jubilación, que dejó de ser un derecho para transformarse en un beneficio.

Para esta empresa en Argentina, Macri se puso al frente. En reiterados discursos oficiales el presidente se refirió a la “mafia” de los juicios laborales. Hace pocos días, en diálogo con empresarios en Santiago de Chile, Macri afirmó que luego de las elecciones legislativas implementará un conjunto de leyes y medidas. El objetivo de las mismas será «bajar el costo argentino», como él mismo afirmó el pasado 29 de junio en el encuentro de CAME.

Aunque pueden coincidir en su plan de gobierno la legitimidad de ambos presidentes para llevarlo adelante no es la misma. Temer accedió a la presidencia mediante un golpe de Estado y para avanzar con estas reformas se valió continuamente de la represión policial contra las protestas, que han ido en crecimiento mientras la situación económica se fue agravando. Actualmente son más de 14 millones los trabajadores desempleados mientras que el proceso inflacionario y la devaluación del real se aceleró en los últimos meses. No obstante, en reiteradas ocasiones Temer repitió que no le importa su popularidad ni ser querido: su presidencia no es democrática y por ende, no debe someterse al juego electoral.

Pero la situación de Macri es distinta. Hace un año y medio ganó ajustadamente el ballotage presidencial y el cuestionamiento de su gestión va en aumento. En las elecciones de medio término se juega no sólo la consolidación de su legitimidad: será la luz verde o el freno para que la reforma neoliberal se restaure en la Argentina.

@LaMicaRyan

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