3 julio, 2017
Sonia Braga: “Podemos hablar en nombre de las personas que no tienen voz”
Este domingo, la actriz brasileña Sonia Braga participó de una Master Class en el marco del festival Ficsur. Crónica de una charla con Any Ventura que por momentos pareció estar más interesada en la vida íntima de la actriz que en su carrera cinematográfica y mirada sobre la cultura.

Es domingo y la cita es a las 17. La sala está colmada de bote a bote. En las primeras filas hay señoras paquetas, bien vestidas, ansiosas por recibirla. Hay alguna que otra cara conocida de nuestra cultura y muchos y muchas estudiantes con pinta de “tengo algo que ver con el cine”. La producción corre de un lado para el otro. Paula De Luque, directora del Festival, recibe la confirmación de su jefa de prensa y está todo listo para comenzar la función.
La iluminación de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) se prepara para recibir a la madrina. La periodista Any Ventura está sentada en uno de los dos sillones del escenario, cual si fuera parte del decorado. Después de un video recorriendo la carrera de quien está por llegar, aparece por la izquierda ella. Vestido negro al cuerpo, un chal rojo cruzado al cuello y unos zapatos negros le suman de mínima doce centímetros. El público en pleno se para. De pie, en un aplauso cerrado, le dan la bienvenida a ella: Sonia Braga.
Antes de irse la directora del Ficsur comenta algo que los presentes tardaremos muy poco en reafirmar: “Esto no está preparado, ustedes van a asistir a una charla íntima entre ellas”. Por suerte, la entrevistada rema durante casi dos horas una charla que lo tiene todo: historia, cine, romances, política: #ForaTemer reloaded, y hasta algún que otro momento bizarro. Lo que sigue son fragmentos de la Master Class que dio para el Festival Internacional de Cine de los Países del Sur del Mundo, una de las voces más autorizadas para hablar del séptimo arte y de nosotros, los latinoamericanos.
Any Ventura arranca casi sin pregunta, comenta su parecer sobre Doña Flor y sus dos maridos (1976), la película que catapultó a la fama a Braga. Hablando de la libertad, de lo sexual, de lo que implicó para la época y para las mujeres, la entrevistada cuenta: “Fue una cosa muy linda que viene de Jorge Amado y Chico Buarque porque uno y otro logran ponerse en el lugar del sentimiento de la mujer. Dos hombres que lucharon mucho por todo tipo de libertad, libertad sexual, que una mujer tenga la fantasía y el sueño que quiera”. Antes de terminar aclara que ella prefiere de a un hombre por vez. La periodista desconfía de la respuesta y lo manifiesta. Entre el portuñol reinante, y murmullos que se escuchan en la sala aparecen los primeros momentos evitables.
Sonia habla de su infancia, de su San Pablo natal, de la pérdida de su padre cuando tenía sólo ocho años pero no ahorra las críticas: “Teníamos una vida muy machista, muy estricta, mi padre tenía una cabeza muy cerrada, al contrario de Jorge (Amado)” Agrega que estudió en un colegio de monjas, y que al día siguiente de perder a su padre, su familia se empobreció. “Mi madre tenía siete hijos para criar, y con todo eso nos tuvimos que mudar a un barrio de gente trabajadora, de gente más humilde. Y por primera vez, siendo tan pequeña, percibí que había una vida distinta. Percibí la necesidad del día a día, de ganarse la plata para vivir”, detalla.
Como si su propia vida ya desde muy pequeña se mezclara con el cine, lanza una anécdota: “Cuando nos fuimos de aquella casa linda donde vivíamos con mi padre, compramos una panadería, donde todos trabajábamos. Pero antes de mudarnos, mi mamá que era una costurera fantástica, nos sacó todas las cortinas y nos hizo la ropa, así como Gone with the wind (Lo que el viento se llevó)”. Ella, la periodista y el público se ríen. Sus biografías contarán años más tarde que todo el vestuario que lució en El beso de la mujer araña (1985), el largometraje que la hizo conocida en Hollywood, fue confeccionado por su madre.
La entrevista insiste en ir para el lado de sus relaciones íntimas. La actriz sale de situaciones incómodas con soltura, chistes y repreguntas que se caen debajo del otro sillón. “Pienso que no me casé porque tenía que hacer dos cosas: llenar muchos papeles y hacer una fiesta. Eso para mí es la muerte”. Sus palabras parecen proclamas.
Más adelante, repasan su extraordinaria carrera. Se deshace en elogios con Clint Eastwood, Marcello Mastroianni, y Robert Redford. Se anticipa a la periodista y cuenta de su romance con este último. Cuando Ventura quiere llevarla más allá con una típica pregunta de doble sentido, Braga sale airosa con un cuestionamiento que no tiene respuesta: “¿Lo conocés? (risas) Yo conté mi parte, no puedo avanzar porque no está él aquí y este tipo de preguntas cuando se hacen con una persona que es pública, hay un peligro muy grande de cometer injusticias, o de contar algo que no es verdad». Aplausos.
Pero de todo lo acontecido en este pedazo de historia con el cine, hay algo que sobresalió por encima del resto: Aquarius, su última película. La obra maestra de Kleber Mendoça, que cuando hizo su presentación en Cannes el año pasado, parte del elenco denunció con carteles el Golpe de Estado en Brasil, antes incluso de que Temer fuera puesto por la oposición. Cuando hablan del tema, reafirma que no reconoce al gobierno actual. Sin embargo, cuando Ventura le pregunta si su corazón está con Lula o Dilma, Sonia responde: “Mi corazón está con el pueblo brasileño”.
Del director de Aquarius rescata todo. Con nostalgia agrega que hacía 20 años que no trabajaba en su país natal ni en su lengua, que tenía muchos miedos, y que lo que la terminó de convencer fue lo que pasó con Doña Clara, ese personaje maravilloso al que da vida en el film. “Todas las palabras que decía esa mujer me brotaban de la boca, pero me salían de todo el cuerpo. Eran todas cosas que yo conocía, que tenía muchas ganas de decir hacía mucho tiempo”.
Todo lo que cuenta de la película resulta mágico. La gente se queda muda, escucha como si la que estuviera ahí fuera Doña Clara en persona. Con seguridad, nueve de cada diez de los allí presentes, vieron la historia que transcurre en el edificio Oceanía. Por cierto, al final del evento cuando se abrieron las preguntas al público, tres de las seis preguntas fueron hechas por compatriotas de Braga.
La entrevista tuvo su clímax cuando Ventura quiso volver a los comienzos del show e insistió con su deseo de saber si la bella de Sonia Braga había estado en alguna ocasión vez con más de un hombre a la vez. El aire sabía espeso, y el resultado estaba cantado: “¡No nos importa! ¡Preguntale de cine!”, grito una joven desde el pulman. La madrina del Ficsur no entendía qué pasaba. Le explica otra persona que reformula la pregunta más amable, y ella responde políticamente correcta.
Ahora sí, se acaba. “¿Cómo es tu vida en Nueva York, es mejor allá porque no te conocen tanto?”, lanza Any. ¡Ni el tiro del final! Braga da vuelta el argumento y afirma que le gusta cuando alguien la reconoce en la calle, pero no por vanidosa. “Me preguntaron una vez: ‘¿Quiere ser famosa?’ Y yo dije: ‘Claro que quiero!’”, contesta. Y cierra: “Mira lo que pasó con Aquarius por ejemplo, podemos ir a Cannes, podemos hacer esa demostración para avisarle al mundo lo que pasaba en Brasil. Podemos hablar en nombre de las personas que no tienen voz”.
Federico Piva – @fedep81
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