Batalla de Ideas

15 junio, 2017

Entrando en clima electoral

Por Juan Manuel Erazo. Política, intereses de clase y un “marzo caliente” que comienza a disipar sus secuelas y le da paso a un clima electoral que no estará exento de lo que pase por abajo. Cuáles son los elementos más destacables de este cierre de alianzas que da inicio a un nuevo proceso de tironeos y negociaciones que culminará definitivamente a fin de mes.

Por Juan Manuel Erazo. Política, intereses de clase y un “marzo caliente” que comienza a disipar sus secuelas y le da paso a un clima electoral que no estará exento de lo que pase por abajo. Cuáles son los elementos más destacables de este cierre de alianzas que da inicio a un nuevo proceso de tironeos y negociaciones que culminará definitivamente a fin de mes.

Cambiemos sin cambios

La alianza Cambiemos, con excepción de San Luis y Ciudad de Buenos Aires (donde la piedrita en el zapato se llama Martín Lousteau), presentó listas de unidad en todos los distritos. El radicalismo cuenta con una histórica estructura que le permitirá encabezar la mayor parte de las listas con excepción de las provincias más pobladas, centralmente Córdoba y Buenos Aires, donde la disputa de escaños se dará con mayor virulencia pero sin horizontes de ruptura.  Por otro lado, el PRO como fuerza conductora de este espacio ha crecido en términos territoriales ya que la caja y los dispositivos del Estado se lo permitieron, incluyendo también la disputa interna del peronismo como elemento que habilita ciertos márgenes de infiltración.

Las disputas que pueda contener la alianza en su interior responden más a negociaciones por protagonismo que a intenciones de algunos actores de sacar los pies del plato, y esto no es menor.

En primer lugar, evidencia que para una parte importante de los sectores dominantes el programa de Cambiemos sigue siendo un (perfectible) norte a seguir. Todavía no hay apuestas considerables hacia otros actores que garanticen un programa favorable a sus intereses económicos y que a su vez garanticen cierto margen de gobernabilidad. Lejos se está de una posible “peronización” de Cambiemos en pos de ser una fuerza con mayor grado de estabilidad.

A pesar del desgaste evidente de estos últimos meses, van decididos a ganar la elección o por lo menos a garantizar un resultado digno. Siguen contando con la amistad de los medios de comunicación, con las dádivas necesarias para encarar una campaña y con un núcleo duro de ciudadanía que apoya al presidente y a la gobernadora bonaerense. En palabras de Mauricio Macri, no hay (por lo pronto) un “Plan B”.

El massismo en su laberinto

El Frente Renovador el GEN y Libres del Sur presentaron el frente 1País. Sergio Massa se aleja cada vez más de la tarea ser el cabecilla de una renovación del peronismo. La polarización vivida en estos últimos meses y el endurecimiento del discurso de Cambiemos acotó los márgenes de maniobra del massismo. Tambalea la idea que se barajaba de pensar a este sector como una alternativa a Cambiemos que no afecte los intereses de los sectores dominantes garantizando alternancia y gobernabilidad, marginando al kirchnerismo y reconfigurando un Partido Justicialista en términos conservadores.

Muchos son los elementos por lo que esto, por lo pronto, no sucedió: la resistencia de las organizaciones populares al programa del macrismo (aún con grandes derrotas), la persistencia de la figura de Cristina Fernández, y la pérdida de bancada dentro del justicialismo y del sindicalismo simpatizante que empezaron a ver en Florencio Randazzo una figura más afín para vaya a saber uno que objetivo. Quizá solo la mera subsistencia del partido.

Por lo pronto, cuenta con la fuerza social que puede garantizarle Libres del Sur vía Barrios de Pie (su frente de masas), algunos dirigentes sueltos del justicialismo, las denuncias “a lo Carrió” que impulsa Margarita Stolbizer, y un discurso que varía entre la oposición coherente, la oposición un poco más dura, el antikirchnerismo y la antipolarización.

Más que la interna del peronismo

Sin dudas la mayor parte de las miradas están sobre la interna del peronismo y todo lo que eso implica. Pero cabe destacar en qué contexto se desarrolla esta interna, cuáles pueden ser algunas interpretaciones posibles y qué elementos de la realidad concreta están en juego.

En primer lugar, esta interna existe porque existió un marzo caliente, si no la discusión hubiera sido otra. Para explicarlo mejor, dentro de la fragmentación de la clase trabajadora argentina, podemos identificar tres expresiones de peso organizadas.

Por un lado la CGT, la única capaz de parar completamente al país pero no la única que puede generar hechos políticos trascendentes. Por otro lado, las CTA, reconocidas principalmente por nuclear a los estatales y docentes, carentes de la musculatura que tiene la CGT pero con una cuota de voluntad y creatividad para generar hechos políticos de gran envergadura. Por último, los trabajadores de la economía popular, mayormente nucleados dentro de la CTEP, quienes ponen la bota llena de barro sobre el tablero de ajedrez de la política fríamente calculada.

Ahora bien, todos estos movilizados empantanaron el camino de Cambiemos y demostraron que cualquier intento de bipartidismo conservador va a costar muy caro. Pero a su vez, todos estos pedazos de pueblo no condensan una alternativa política común y, menos aún, una referencia central.

Es este contexto el que explica la reaparición de Florencio Randazzo, que no sólo puede aglutinar las ansias de sectores conservadores de aislar al kirchnerismo sino que también ser la estrategia de algunas fuerzas, como el Movimiento Evita, de apuntar a un cambio de conducción como la mejor manera de frenar al macrismo (estrategia que puede traerle costos políticos considerables).

Randazzo es por lo pronto un experimento híbrido: no es totalmente la apuesta del bipartidismo conservador, tampoco es la esperanza de frenar el ajuste. En una América Latina donde hay un proceso de intensificación de las confrontaciones de clase, los emergentes medios (póngase en el mismo lugar a Massa) van perdiendo espacio. Ahora el aislador resultó aislado, se presenta en el Frente Justicialista con un sello vacío y yendo a unas posibles internas con Mario Ishii y una posible lista fantasma que le meta el macrismo. Igual, siempre habrá lugar para renegociar.

Cristina Fernández por su parte, es sin dudas la figura que más peso tiene en el campo popular. No obstante, no condensa la heterogeneidad actual de los sectores populares, condicionante no menor si intenta impulsar un programa tan progresivo como el que plantea el frente Unidad Ciudadana. Cristina es potencialidad y limitación en una sola figura, todos aquellos que quieran relacionarse con su figura se introducen necesariamente en un escenario repleto de complejidades.

Cristina implica también una reconfiguración del peronismo, porque no juega “fuera del PJ”, juega con la estructura del PJ “por fuera”, que es otra cosa. Y, como bien dice el artista Daniel Santoro, “en el peronismo no podes trazar límites, el peronismo es de arena”.

Pero el kirchnerismo está a su vez en un proceso de reconfiguración en sí mismo, donde deberá desenvolverse con apoyo popular pero no el de antaño. Con múltiples fuerzas contradictorias que buscan relacionarse con este fenómeno (los condicionantes de varios intendentes a figuras como la de Luis D Elia evidencian estas tensiones) y en un clima adverso que intenta marginar, destruir o subordinar.

@JuanchiVasco

Foto: Clarín

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