31 mayo, 2017
John Ackerman: «México tiene la oportunidad de mirar hacia el sur»
John Ackerman, investigador y profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), doctor en Sociología Política y en Derecho Constitucional analiza la realidad mexicana ante las políticas agresivas de Donald Trump y el escenario abierto de cara a las elecciones presidenciales de 2018.

Donald Trump modifica y contradice sus posiciones sobre todos los temas. Todos menos uno: México. Con la excusa falsa de que Estados Unidos resultó perdedor en la relación bilateral, se propone reconfigurarla para obtener aún más beneficios.
A la vez, México atraviesa una profunda crisis estructural que carcome todas sus instituciones. En buena medida, producto de su perfil en la inserción internacional, como socio subordinado y abastecedor de mano de obra barata. Que el socio ponga en entredicho esa relación, acelera la desintegración de la economía y del sistema institucional mexicano.
Para analizar este complejo escenario Notas dialogó con John Ackerman, investigador y profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), doctor en Sociología Política y en Derecho Constitucional, presidente adjunto de la Asociación Internacional de Derecho Administrativo y columnista en las principales cadenas internacionales de noticias.
– ¿La caída del Tratado de Asociación Transpacífico y la posible renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte es un fracaso o una oportunidad para que México pueda tomar un nuevo rumbo?
– Es una oportunidad para mirar hacia adentro y hacia el sur, el problema es que los acuerdos multilaterales van a ser reemplazados con acuerdos binacionales de libre comercio que podrán ser, incluso, más agresivos. Eso Trump lo dice claramente: quiere renegociar no para ayudar a México, sino para que ellos se queden aún más con las ganancias del intercambio.
La oportunidad que se nos presenta es política, si en 2018 logramos por fin acompañar a la ola que vivió América Latina en estos años. Es muy paradójico porque, cuando en Argentina, Brasil, Venezuela y en todo Sudamérica hay un reflujo, en México tenemos una mejor oportunidad. Es casi el único país que no ha podido experimentar siquiera con alguna alternativa al neoliberalismo.
– ¿Ha empeorado la situación de los migrantes en EE.UU.?
– Barack Obama expulsó casi tres millones de mexicanos, entonces esta política ya existía. Lo nuevo son las amenazas. Es muy agresivo lo que plantea y lo que está haciendo Trump. Evidentemente no va a poder expulsar a todos. La mano de obra de los mexicanos es esencial para el funcionamiento de la economía de EE.UU. A su vez, esto también abre una posibilidad hacia una organización política transfronteriza, binacional, que es lo que está planteando ahora Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
– La clase dominante mexicana jugó todas las fichas a su alianza con EE.UU. y más específicamente a ser el abastecedor de mano de obra barata. Esa apuesta se está cayendo ¿Hay alguna fracción del empresariado que tenga un proyecto alternativo que no sea la dependencia absoluta respecto a Estados Unidos?
– Queda muy poco de lo que es el capital nacional y nacionalista. Yo soy optimista, creo que queda suficiente como para generar alguna alianza nacional progresista en México. Creo que hay una oportunidad real en 2018 en las elecciones presidenciales con López Obrador, que va a ser candidato por tercera vez. Él está muy consciente de articular las fuerzas de oposición. La pregunta es, si esta fracción de la elite se redirecciona hacia adentro y hacia el sur, de manera genuina.
Concretamente AMLO invitó a un empresario de Monterrey, Alfonso Romo, a ser el coordinador del programa de gobierno para 2018. Está buscando articular una red de empresarios de élite en un bloque más nacionalista. Esto ha sido muy criticado por gente cercana y por movimientos sociales, porque podría implicar un sacrificio de un proyecto de izquierda más íntegra y pura. Por otro lado implica una apertura de alianzas que quizás es lo que necesita López Obrador para poder ganar, porque ya ha habido dos fraudes, en las elecciones de 2006 y 2012. Es una jugada peligrosa, pero que él considera necesaria.
– ¿Qué resistencias se encuentran ante un posible triunfo de AMLO?
– Uno de los motivos por los cuales México no ha podido acompañar este giro a la izquierda ha sido el fraude electoral. El fraude es una realidad desde 1988. Esos fraudes han sido avalados por EE.UU. porque no están dispuestos a tolerar ese giro en un país tan grande y tan importante, que comparte una frontera tan larga con ellos. Ahora, ya están diciendo que las políticas de Trump están generando un Chávez mexicano. El tema del petróleo es muy sensible y AMLO tiene una política de recuperar el petróleo para México.
Están hablando de aprobar una segunda vuelta. En México solamente tenemos primera vuelta. Entonces un presidente puede ganar con un 35%. Peña Nieto recibió el 38%, Calderón fue presidente con el 35%. Ahora están con miedo de que AMLO pueda ganar entonces van a hacer todo, por vías legales e ilegales, para pararlo.
– En caso de que llegase al gobierno, se enfrenta a un problema de difícil resolución, un problema que no tiene la misma magnitud en otros países y que condiciona fuertemente a cualquier gobierno, el Narcoestado.
– Precisamente lo que ofrece AMLO es una llegada limpia y franca. La victoria de Peña Nieto fue en gran medida gracias al narcotráfico. Ese dinero viene de un andamiaje de bancos extraños, cada uno dando préstamos a otros para financiar al PRI. Podemos estar seguros que López Obrador no va a participar de esas redes. Eso ya sería un avance importante, tener un presidente que desde un principio no se debe a estos financiamientos.
– También se presentará a elecciones el zapatismo.
– Cuando ellos anuncian que van a iniciar las consultas para lanzar una candidata, la reacción mía y de muchos era de sospecha y de desconfianza, porque en cada elección presidencial han tenido una actitud de rompimiento de la izquierda. En la elección pasada lo han hecho tomando a López Obrador como enemigo y han llamado muy activamente al voto nulo o al boicot electoral.
Para mi hay un comunicado muy importante del EZLN de finales de noviembre que firman los subcomandantes Galeano y Moisés, en el que aclaran que ellos no están buscando ganar las elecciones, están buscando visibilizar la lucha de los indígenas, aprovechando la coyuntura electoral.
En lo personal, celebré esa aclaración. Porque si ese es el caso, pues ya no hay ningún conflicto. Habría que insistir con AMLO, para que apoye este esfuerzo por visibilizar la lucha de los indígenas dentro del marco electoral y por otro lado hay que invitar al Congreso Nacional Indígena a que voten por López Obrador, porque no solo quiere ganar sino que puede y ya ha ganado en el pasado.
– Una de las críticas que se le hace al Movimiento Regeneración Nacional (Morena) es la procedencia de algunos referentes que vienen de los partidos tradicionales ¿Qué anticuerpos tienen para prevenirse de los oportunistas que, sobre todo si ven posibilidades de triunfo, van a intentar cambiar de barco?
– Es una crítica válida, Morena no es un partido puro, no está buscando ser una secta chiquita sino que está buscando generar una movilización masiva a nivel nacional. En esa búsqueda pues sí, ha tenido que acercarse a figuras que no son exactamente puros. Son decisiones pragmáticas. Como esta decisión reciente de López Obrador de acercarse a Alfonso Romo. Yo creo que las críticas son muy válidas y necesarias. Lo peor que podría pasar es que Morena se convirtiera en otro Partido de la Revolución Democrática (PRD).
– Uno de los grandes debates es el petróleo mexicano. La privatización por un lado y el fracking por el otro.
– Yo tengo una gran duda respecto a lo que va a pasar. AMLO se había comprometido a revocar la privatización petrolera y esto tendría en cuenta lo del fracking. Ahora anunció que va a someter a consulta popular estas reversiones de las leyes. Él sí está convencido y su equipo también en revertir la privatización y el tema del fracking. La pregunta que ellos mismos se están haciendo, es cuál va a ser su margen de maniobra.
Marina Pérez Damil y Pablo Gandolfo
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