Nacionales

17 mayo, 2017

Perroni: el nuevo jefe de la Bonaerense cercano a la desaparición de Miguel Bru

Tras un escándalo de corrupción la gobernadora María Eugenia Vidal echó a Pablo Bressi y designó a Rubén Perroni a cargo de la Policía Bonaerense. Desde Notas te contamos quién es y su oscuro pasado relacionado a las torturas.

La luz del sol entra por la ventana al mismo tiempo que una hoja amarillenta se cae de un árbol en la esquina de 2 y 51. Detrás de las persianas, un hombre arquea sus cejas pobladas y deja salir una mirada fría y penetrante. Mira con orgullo su nueva insignia y sonríe con la mitad de su rostro: Rubén Perroni es ahora el nuevo jefe de la Policía Bonaerense.

El puesto había quedado vacante tan solo unos días atrás, después el despido de Pablo Bressi por parte de la gobernadora María Eugenia Vidal por consecuencia de diversas denuncias relacionadas a la corrupción.

La primera de ellas data del año 2013 y fue realizada ante el Juzgado Federal de Lomas de Zamora por Marcelo Di Pasqua, comisario mayor de la Bonaerense, quien aseguraba que Bressi “encubrió y entorpeció investigaciones que estaban relacionadas con el narcotráfico, en beneficio de una banda que operaba en Lomas de Zamora”.

La segunda de las denuncias fue realizada por Elisa Carrió en junio del año pasado. La líder de la CC-ARI, sostenía que el comisario recaudaba dinero ilegalmente por tranzar con los narcos. Pese a haber presentado pruebas, desde el gobierno desestimaron su denuncia y mantuvieron al oficial en su cargo.

Sin embargo, todas las sospechas fueron comprobadas la semana pasada en un ilícito que hizo estallar el cerco corrupto que blindaba a las fuerzas represivas de la provincia: sobres con más de 150 mil pesos fueron encontrados en una de las oficinas de un alto cargo policial.

Dicho hecho, obligó a María Eugenia Vidal a jugar una pieza que debilitó su imagen política, ya que Bressi había sido nombrado jefe mayor de la Bonaerense el pasado diciembre de 2015 por la propia mandataria. Las supuestas intenciones de su nombramiento eran las de “limpiar las fuerzas armadas de corrupción”. Para ello, veían con buenos ojos nombrar a Bressi por su cercanía con la Administración para el Control de Drogas (DEA), que “sería el símbolo de una policía que lucha contra el narcotráfico”.

Tal es así que, para reducir el impacto mediático de la negligencia política, el mismo Bressi presentó una carta en la que asegura que todo se trata de un “retiro activo”, basado en “motivos estrictamente personales y profesionales”. Además, se refirió al tema en una entrevista televisiva con Eduardo Feinmann: “No puedo ser eterno en el cargo”, aseguró, pese a haber durado poco más de un año y medio. El diario El Día de La Plata expresó: “El pase a retiro es interpretado como una salida decorosa de la fuerza, aunque en rigor Bressi ya no tenía más crédito para seguir”.

Del narcotráfico a la tortura

Sin embargo, Rubén Perroni, el nuevo jefe de Policía, se vio envuelto en la polémica desde el momento de su nombramiento tras ser acusado de pertenecer a “la maldita policía”: estuvo detenido e imputado por torturas y apremios ilegales ocurridos en la Comisaría Novena de La Plata en el año 1992.

Por aquella época, Perroni oficiaba de inspector en una causa que investigaba a un grupo de asaltantes de carnicerías. El buscado era Rubén Isidro Silva, con domicilio en Ringuelet, vivienda que, en un operativo policial, dejaron destrozada. Ese mismo día, los agentes llevaron a Julio César Medina, amigo del inculpado. Medina permaneció encerrado en la polémica Comisaría Novena donde se le propinaron torturas de todo tipo para hacerlo hablar.

A las pocas horas, Silva compareció frente al juzgado platense y denunció el allanamiento ilegal y el secuestro de su compañero. Perroni quedó detenido y dos policías más fueron procesados por las órdenes del juez Ernesto Domenech: Walter Abrigo y Juan Domingo Ojeda.

Sin embargo, quedaron libres al poco tiempo.

Pero la historia todavía no termina: meses después de este fatídico episodio un joven estudiante de periodismo fue secuestrado y torturado con el mismo modus operandi: Miguel Bru. Walter Abrigo formaba parte de aquella cuadrilla.

Cinco años después, en 1997, Domenech revivió sus intenciones de hacer justicia imputando a Perroni y a Abrigo por “torturas y violación de los deberes de funcionario público” ordenando su inmediata detención. Perroni fue acusado de las torturas a Julio César Medina y Abrigo a Miguel Bru.

Sin embargo, el ahora jefe de la Bonaerense fue sobreseído y reincorporado a las fuerzas represivas.

Pese a que Perroni no fue imputado por el caso Bru, organismos de Derechos Humanos, incluida la agrupación que lleva el nombre del estudiante desaparecido, especulan que existe la posibilidad de que el nuevo Jefe de la Bonaerense sepa dónde está el cuerpo de Miguel.

“Lo primero que se me cruzó es que tal vez este señor sabe dónde está Miguel ¿no?”, dijo Rosa Bru en una entrevista con La Izquierda Diario. “Yo siempre hago hincapié en los oficiales, ellos no eran ajenos a todo lo que pasó”, remató.

Por su parte, Abrigo murió en la cárcel cumpliendo la pena perpetua sin revelar información sobre los restos del universitario.

La designación del nuevo cabecilla policial es acorde al tinte represor que maneja la policía argentina en la actualidad. En un contexto donde desde el gobierno, reivindican la teoría de los dos demonios e intentan otorgar el 2×1 a genocidas, los torturadores tienen altos cargos en la fuerza. Mientras los representantes populares son perseguidos por el poder mediático, Perroni camina, libremente, con sus canas al viento flameando su insignia con una sonrisa picarona.

Ezequiel Maestú – @emaestu

Foto: Clarín

Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.

Aportá a Notas