América Latina

15 mayo, 2017

Venezuela: «La salud no escapa a la confrontación política abierta en todos los frentes»

La semana pasada el gobierno de Venezuela cambió a la titular de la cartera de Salud. Medios internacionales presentaron la decisión como un intento por ocultar datos sanitarios. La médica argentina especialista en epidemiología, Lucía Rabini, que trabajó en el país caribeño, explicó a Notas la situación que atraviesa al sistema de salud venezolano.

La semana pasada el gobierno de Venezuela cambió a la titular de la cartera de Salud. Medios internacionales presentaron la decisión como un intento del Ejecutivo por ocultar datos sanitarios elaborados por el Ministerio. La médica argentina y epidemióloga, Lucía Rabini, que trabajó en el país caribeño, explicó a Notas la situación que atraviesa al sistema de salud venezolano.

Hace algunos días, el cambio de la dirección del Ministerio de Salud venezolano fue noticia mundial debido a que la publicación del Boletín Epidemiológico correspondiente a la semana 52 del año 2016 mostraba un aumento en la mortalidad de neonatos y materna. Además, se destacaba un incremento en los casos de malaria -calificados como “epidemia” en el reporte- y la reaparición de la difteria.

La epidemióloga comunitaria y maestranda en gestión y políticas públicas, Lucía Rabini, a partir de su estudio y experiencia de campo junto a comunidades yanomami en el Alto Orinoco y Alto río Siapa, en la frontera con Brasil, analiza la situación sanitaria de Venezuela en esta entrevista.

– El Boletín Epidemiológico que se dio a conocer la semana pasada muestra algunos datos que los medios internacionales utilizaron como forma de atacar al gobierno de Venezuela. ¿Qué opinión te merecen?

– Creo que estos son datos que no sorprenden a quienes trabajan en salud. La compleja situación social que se vive en el país lógicamente atraviesa la salud de sus habitantes, son datos esperables.

Pero aquí hay una intención, la de hacerlos pasar como una muestra más del fracaso de un proyecto político. Esto no tiene asidero lógico, porque los indicadores se refieren a un periodo muy corto para poder arribar a esa conclusión. Si se quisiera monitorear el impacto de ciertas políticas públicas, habría que hacer estudios con una base temporal adecuada, en este caso de series más largas, por ejemplo, viendo cómo fueron evolucionando esos indicadores desde la Cuarta República para acá y comparando los distintos periodos. Y en un contexto de estabilidad.

Esto es lo que viene haciendo Cuba desde hace décadas, por eso sus tasas de mortalidad materna e infantil, además de ser de las más bajas del mundo, son de las más confiables metodológicamente y, a su vez, vinculables a un sistema político.

En Venezuela, en un contexto de abierta confrontación política en todos los frentes, del que la salud no escapa -recientemente hubo un ataque directo a un hospital materno, por ejemplo- es de un reduccionismo atroz atribuir el aumento de indicadores a una política de gobierno. Es evidente que esto forma parte de la cotidiana operación mediática.

Si alguien lo afirmara así de lineal y descontextuadamente desde la academia, ya estaríamos hablando del cientificismo que denunciara Varsavsky. Yo diría directamente de anticiencia.

– ¿Cuáles son los principales temas de preocupación respecto a la salud en Venezuela?

– Es ciertamente alarmante lo que está sucediendo con la malaria. Esta enfermedad se agrava año a año por el fenómeno de la minería ilegal que, al deforestar, multiplica los reservorios para que se desarrolle el vector.

La minería ilegal, también conocida como garimpo, está fuertemente asociada al paramilitarismo de Colombia y también de Brasil. Con este último país se venía articulando para accionar en zonas de frontera y eso quedó en suspenso cuando asumió el gobierno de Temer, lo que sin dudas va a repercutir de alguna forma.

Por eso es tan importante que desde salud difundamos el enorme esfuerzo logístico, de capital económico y humano que invierte el Estado en las acciones contra la malaria y otras prevalentes. Operativos que realmente se ponen en riesgo con cada intento de golpe, porque se ven afectadas desde las telecomunicaciones hasta el apoyo que brindan la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) para el transporte aéreo, se afecta toda la logística.

Este es un ejemplo de operativos de alto impacto, que sin embargo, no engordan las estadísticas tradicionales. Hay una epidemiologia cualitativa cuyos resultados numéricos se ven más a largo plazo y con la posibilidad de sostener las políticas. Como con otra enfermedad, la oncocercosis, donde se logró suprimir la transmisión en más del 70% de la población expuesta.

– ¿Cuál es el punto más importante para discutir los sistemas de salud en Venezuela, pero también en el resto del continente?

– El mes pasado, durante el VI Congreso de Medicina General y Equipos de Salud de Buenos Aires, tuve ocasión de escuchar al médico y psiquiatra venezolano José León Uzcátegui, que se centró en el tema de la “fragmentación en los sistemas de salud”. Es un tópico casi muletilla, del que mucho se habla también en Argentina. Se refieren a esta fragmentación como el “gran mal” que aqueja a los sistemas de salud en nuestros países latinoamericanos.

Este académico ponía el énfasis en la creación de una ley nacional para un sistema único de salud como un gran aporte a ineficacias que veía en su funcionamiento.

Como disiento tanto en el diagnóstico del problema como en la esperanza en una ley como solución, estoy armando un artículo donde complejizo un poco el tema a la luz de tres experiencias muy diferentes, la de Venezuela, Brasil y Argentina, corriendo el eje hacia cuestiones para mi más centrales, que tienen que ver con la soberanía sanitaria en primer lugar.

Y ahí volvemos a Cuba, el país con mejores resultados en salud al menor costo, con un proyecto político socialista sostenido en el tiempo que hasta ahora ha permanecido soberano, aun resistiendo un bloqueo inhumano.

– Desde el punto de vista sanitario, ¿hay una crisis humanitaria en Venezuela como plantean algunos medios?

– Hay que tener mucha cautela a la hora de hablar de crisis humanitarias. En Haití la epidemia de cólera fue introducida por los cascos de la Minustah. La intervención humanitaria por esa otra crisis políticamente construida se cobró aquella vez 9 mil vidas haitianas y alrededor de 788 mil más fueron afectadas, según Naciones Unidas.

La “medicina basada en la evidencia”, surgida con la intención de limitar posibles arbitrariedades de la práctica asistencial individual, se ha vuelto hoy toda una herramienta del capitalismo cognitivo al servicio de los negocios con los cuerpos de las personas (desde recomendaciones de alimentos y bebidas saludables hasta la necesidad de ciertos chequeos y medicamentos).

Sin restarle importancia a los aumentos porcentuales y absolutos de los registros difundidos, quienes trabajamos en este campo conocemos bien los artilugios para hacer hablar los números. Es que hay diferentes maneras de presentar los mismos datos: básicamente en valores absolutos, porcentuales, razones y tasas. Cada una tiene la capacidad de subestimar o magnificar el problema en cuestión.

La industria farmacéutica, hace rato se vale de este recurso de la estadística a la hora de publicar, divulgar y -sobre todo- publicitar, y estos sesgos operan cíclicamente, reforzando la investigación hacia una agenda ya marcada por quienes la financian y creando una ciencia a medida.

No hay que ser ingenuos, la academia y la ciencia, también hacen política. En Latinoamérica, desde la epidemiologia crítica seguiremos trabajando por la salud pública.

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