Derechos Humanos

9 mayo, 2017

Gustavo Molfino, el fotógrafo que registra represores in fraganti

Radio Sur 88.3 entrevistó a Gustavo Molfino, un fotógrafo que realiza registros de condenados por delitos de lesa humanidad que violan la prisión domiciliaria. «Registro el rostro de esta gente que no son los Videla o los Massera, son los intermedios, los que torturaron y mataron y quizá hoy son nuestros vecinos», aseguró.

“Quemar las Naves” (Radio Sur 88.3) entrevistó a Gustavo Molfino, un fotógrafo que realiza registros de condenados por delitos de lesa humanidad que violan la prisión domiciliaria. «Registro el rostro de esta gente que no son los Videla o los Massera, son los intermedios, los que torturaron y mataron y quizá hoy son nuestros vecinos», aseguró.

– Sos parte de una familia que durante la última dictadura cívico militar sufrió casi todas las formas de violencia posibles…

– Somos una familia radicada en Chaco, Resistencia, donde transcurrió la militancia política en los inicios de los ‘70. Tuvimos el muestrario de lo que pasó en la Dictadura a distintas familias en la misma familia. Mi hermana  Alejandra, militante docente de CTERA y adherente al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), fue detenida y tuvo la posibilidad de salir del país. Una hermana y un cuñado militantes de Montoneros, secuestrados y aún hoy permanecen desaparecidos. Mi hermano mayor, militante del PRT, periodista, fue detenido y salvajemente torturado. Estuvo desaparecido, pero logramos que lo legalicen y tenemos la suerte de tenerlo con vida

Mi vieja, secuestrada en el marco del Plan Cóndor,  en Lima (Perú), trasladada a Campo de Mayo y asesinada en Madrid. Estaba en la parte de solidaridad de Montoneros con los detenidos desaparecidos en la Argentina. Mi sobrino Guillermo Amarilla Amolfino, es un nieto recuperado en 2010.

Este muestrario no impidió que los hermanos que quedamos, cada cual desde su lugar, participamos en cuestiones de Derechos Humanos.

– Sos fotógrafo de represores. ¿Qué implica eso?

– En términos institucionales de mi espacio fotográfico tiene que ver con ser fotógrafo de la Cámara de Diputados. Como militante y colaborador con las causas de Derechos Humanos de delitos de lesa humanidad, hago fotos y registro los rostros de estos señores, hoy mayores, que hace 40 años fueron partícipes necesarios, ejecutores de las órdenes.

No son Videla ni Massera, ni Astiz. Rostros ya conocidos. Son los rostros de los intermedios de los que ejecutaron las órdenes, torturaron, asesinaron y violaron mujeres, se quedaron con los bebés de nuestros compañeros como trofeos. Mi idea de visibilizarlos tiene que ver con eso, son personajes oscuros que hoy los tenés como vecinos, los ves que sale a caminar.

Como fotógrafo de los represores, participo de los juicios, y cuando nos llega alguna información vía organismos o vía algún abogado como el compañero Pablo Llonto, hago un trabajo de seguimiento, de controlar si un represor que tiene domiciliaria, la viola. Realizamos un seguimiento con fotos para probar al juzgado que no es que salieron un día al médico, estrategia habitual, sino que las salidas se repiten y sirve como prueba en la esfera judicial. Esta gente que encima han hecho lo que hicieron en la historia, los benefician con prisión domiciliaria y después salen a tomar un café, van a la iglesia.

– Sobre todos los represores de los que vos hiciste fotos, ¿tienen la información de domicilio a partir de las causas o tienen que realizar investigaciones propias?

– En general tenemos la información de los domicilios. Pero no es que hacemos una guardia permanente, en general lo realizamos cuando alguien nos provee un dato que indica que estas personas están violando su prisión domiciliaria. Nos basamos en información de algún vecino, alguien que colabora e investigamos. Las fotografías sí las hacemos sin que el personaje lo note, porque si te ve, se va a guardar un año seguramente y ya no sirve.

– ¿A qué genocidas registraste violando la domiciliaria?

– Uno es Jorge Jerónimo Capitán, hoy en juicio en Tucumán. La locura de la justicia también es algo con lo que hay lidiar. A este hombre por cuestiones de salud lo mandan a domiciliaria, y encima lo benefician con la posibilidad de salir a dar la vuelta a la manzana, cosa que este hombre hacía, pero se excedía en 10 o 12 cuadras. Y encima en vez de ir con su guarda que es su mujer, salía solo. Nos sirvió para que vuelva a prisión común.

En el caso de Capitán fuimos por el dato sobre otro personaje. Un portero del barrio nos dice que no conoce a la persona que buscábamos pero nos indica que había otro vecino vinculado a crímenes de lesa humanidad. “Esperalo acá que va a salir, que como buen milico sale siempre a la misma hora”, nos dice. Lo seguimos seis meses más o menos. Después teníamos que chequear que fuera efectivamente Capitán, porque únicamente teníamos la foto vieja del legajo militar. Con el periodista con el que hicimos la investigación recurrimos a la única alternativa: Franco Misrahi, periodista de Tiempo Argentino lo llamó por su nombre en la calle y Capitán se dio vuelta, confirmando así su identidad. Luego publicamos la nota.

Es una cuestión de militancia, de Memoria, Verdad y Justicia. La injusticia que implica que estos personajes sean beneficiados por la razón que sea con prisión domiciliaria y encima tengan la posibilidad de salir a pasear por salud. Cómprense una bicicleta fija y háganlo adentro.

– ¿Cómo se organizan para esas guardias fotográficas?

– Una vez que sabemos que el personaje efectivamente viola su domiciliaria, hacemos una distribución de cinco o seis fotógrafos para lograr ver la mayor distancia que se aleja de su domicilio. Una vez que definimos el área en que la persona se mueve, el recorrido que la persona hace, que suele ser casi siempre el mismo, vuelve a ser un trabajo solitario.

– ¿Qué sucede cuando los datos no son en el ámbito de Capital y Gran Buenos Aires?

– En principio buscamos algún compañero fotógrafo de la zona de donde proviene la denuncia. Por ejemplo en el caso del genocida Blas Casuccio, que gozaba de domiciliaria en Mar del Plata, Marcelo Núñez que es de allá le hizo una foto haciendo las compras y la publicó de inmediato. Fue así que el genocida presentó un certificado médico justificando que él había salido porque su guarda,  su mujer, tenía un problema de salud. Por eso la instrucción es sacar muchas fotos, en distintos momentos y con distinta ropa.

– ¿Tus fotos están accesibles en algún lugar?

– Existe una muestra compuesta de fotos de represores (en blanco y negro), y de manifestaciones, Madres, Abuelas, nuevas generaciones, colocación de baldosas (en color). La muestra de mis fotos estuvo en la Universidad Nacional de General Sarmiento, la Cámara de Diputados, y ahora va a Tandil, Paraná y Chaco de donde soy oriundo. Después hay fotos en algunos medios: Tiempo Argentino, Página/12.

– ¿Tuviste problemas, inconvenientes, amenazas en relación a tu trabajo?

Mi hermano mayor Miguel Ángel fue amenazado por Facebook por parte de un personaje de la Triple A. Yo me muevo con precaución.

N. de E. La entrevista fue realizada el sábado 29 de abril

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