Mundo Gremial

9 mayo, 2017

Desesperante situación de las panaderías

La industria del pan se ha declarado en estado de «emergencia económica» y viene solicitando asistencia estatal para poder lidiar con una situación sin salida por el aumento de costos derivado de los tarifazos y la retracción del consumo por la pérdida del poder adquisitivo. La pérdida de fuentes de trabajo ya alcanzó al 20% en el sector.

Representantes del sector de producción de panificados califican a su situación como «desesperante», en un contexto fuertemente marcado por el aumento de los costos y una violenta retracción del consumo. Las panaderías suman así su voz de auxilio a otras PyMEs tales como las productoras de calzado o las textiles, que se han hundido en la crisis en este año y medio de gestión del gobierno de Mauricio Macri.

El sector panaderil se ha declarado, por primera vez en su larguísima historia, en estado de “emergencia”. A principios de abril, la Federación Argentina de la Industria del Pan y Afines (Faipa) se declaró en “estado de emergencia económica nacional” y comenzó a reclamar, sin éxito hasta el momento, la conformación de una mesa sectorial entre el Gobierno, las provincias y los sindicatos del área para limitar una crisis que, entre otros aspectos, ya ha implicado el despido de hasta un 20% de los trabajadores del sector.

La caída de las ventas de las panaderías durante el mes de abril alcanzó a un 30% respecto del mismo mes del año anterior. En la Ciudad de Buenos Aires se llegó al 40% de caída. Según estiman representantes del sector, los costos han aumentado entre 30 y 40% en el último año, respondiendo sobre todo a los tarifazos en los servicios esenciales para la producción, tales como luz, gas y agua, y a la tendencia al alza de insumos como el trigo. La retracción del consumo hace imposible para los comerciantes trasladar el incremento de costos al precio, por lo que las cuentas ya no cierran de ninguna manera.

Jorge Alonso, secretario de la Asamblea Pequeñas y Medianas Empresas (Apyme) y propietario de una panificadora en Córdoba, explicó al diario Hoy de La Plata: “Hemos tenido una caída en las ventas importante, ha habido un cambio en el tipo de consumo. Las especialidades y los productos que tienen un poquito más de valor agregado se cayeron y la gente lo único que consume prácticamente es pan y pan criollo, que es lo que hoy le salva la tarde, la media tarde y hasta la noche a la clase media-baja y baja”.

“Esto es un cáncer que va avanzando y devorando algunas partes. Este proceso viene mucho más rápido que el de los 90. Después, chau, viene la paz de los cementerios. Ahí se van a dar el gusto de no tener inflación”. “No hay señales para empezar a creer, para colmo es la misma película que ya vimos, con los mismos personajes”, concluyó Alonso.

El comunicado de Faipa, titulado «La industria del pan en estado de emergencia económica y de alerta, firmado por los dirigentes panaderos Gabriel Fernández y Jorge Vittantonio, denuncia los aumentos de costos, la pérdida de rentabilidad, la presión tributaria que definen el estado de emergencia. También se denuncia la «multiplicación de establecimientos que los órganos estatales autorizan a funcionar pese a que no cumplen con las normas bromatológicas y de seguridad alimentaria», tales como almacenes o supermercados que adquieren productos a medio elaborar y los terminan de cocinar sin contar con los permisos y habilitaciones necesarios.

Luego concluye: «Frente a esta creciente problemática a la industria del pan ya no le resulta posible seguir absorbiendo mayores costos que afectan al sector y se ve ahogada por la imposibilidad material de trasladarlos al consumidor y al borde del colapso económico, mientras se acentúan los casos de rentabilidad negativa y se produce un cada vez más preocupante número de cierre de establecimientos, con la consecuente pérdida de fuentes de trabajo».

Esta grave situación del sector ha implicado no solo el cierre de numerosas panaderías sino también la aplicación de estrategias de supervivencia tales como la reducción de personal o el recurso a la ilegalidad absoluta. Así, numerosos establecimientos han decidido reducir personal e incrementar los ritmos de trabajo, mientras que otros directamente eligieron el camino de implementar despidos para luego recontratar al personal el negro como forma de evitar el costo de las cargas patronales y ayudar a cuadrar los balances desde una informalidad preocupante.

Desde principios de abril Faipa viene solicitando una reunión urgente con el secretario de Comercio, Miguel Braun, para solicitar un subsidio del 30% sobre la bolsa de harina que permita recuperar márgenes de rentabilidad y frenar la reducción de personal en el sector.

Abel Rodríguez, delegado de Faipa de la Provincia de Buenos Aires, manifestó: “Aumentan los servicios y la materia prima y no queremos aumentar el producto, porque si se aumenta se vende menos y es la costumbre de nuestro pueblo que esté el pan en la mesa. Pero esto hace que cada vez se venda menos y la industria vaya más para atrás”. “Por lo que hemos visto de cada una de las provincias, estamos en una situación muy mala, donde cierran las panaderías y nadie da una solución. Estamos tocando fondo”, concluyó.

 

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