2 mayo, 2017
¿Mosquiteros o nueva ley de bosques?
Mientras Buenos Aires es invadida por mosquitos en pleno otoño y medio país está inundado, las reflexiones que pretenden hablar de causas estructurales se mantienen ausentes. La emergencia socioambiental se manifiesta de nuevas maneras.

Los medios de comunicación se han hecho eco de la invasión de mosquitos que está sufriendo el Área Metropolitana de Buenos Aires. El dato relevado más importante es que la especie en cuestión -Aedes Albifasciatus- no transmite dengue, zika o chikungunya, lo que implica que esta plaga no pone en riesgo la salud pública. Como dato de color se hace hincapié en su resistencia al frío, la posibilidad de encontrarlos hasta en Tierra del Fuego y lo agresivo de su comportamiento, ya que sus picaduras suelen ser más molestas que las de otras especies de mosquitos.
El bajo riesgo y el horario de acción (no pican por las noches) parece lograr que esta invasión se vuelva anecdótica. No obstante se presenta la oportunidad para reflexionar sobre las causas estructurales de lo que está sucediendo.
Tímidas reflexiones han levantado los medios respecto a esta aparición de mosquitos en Buenos Aires entrando al mes de mayo y solo en algunos pocos se ha mencionado el hecho de las inundaciones como la causa principal. Agregando que si para de llover, no volverán.
El número de afectados por las inundaciones en el país crece día a día de forma constante. El pasado 29 de abril se conoció el derrumbe de un puente situado sobre la ruta 188 que comunica las localidades bonaerenses de Junín y Lincoln. Un día antes, Eulogio Márquez, director de Defensa Civil de la provincia de Corrientes afirmó que 15 mil personas son las afectadas en dicho distrito. Algunos día más atrás se hablaba de 26 mil afectados en 11 provincias: Jujuy, Formosa, Salta, Tucumán, Catamarca, Santiago del Estero, La Rioja, Córdoba, La Pampa, Buenos Aires y Chubut.
Entre las causas de esto se puede mencionar que en total 7,6 millones de hectáreas de bosques nativos fueron deforestadas en Argentina en los últimos 20 años. Córdoba y Buenos Aires solo mantienen el 4% y el 3% de sus bosques nativos, respectivamente.
Los bosques son una esponja natural que reduce la posibilidad de inundaciones, disminuyen las altas temperaturas, protegen el suelo, captan dióxido de carbono, son el medio de subsistencia de comunidades campesinas e indígenas y una gran fuente de biodiversidad con valores intrínsecos. Sin embargo, la destrucción de humedales y la conversión de bosques en tierras para la especulación inmobiliaria y la siembra de soja, han sido una constante.
A consecuencia de este panorama fue impulsada la ley de ordenamiento territorial de bosques nativos, la cual, gracias a la fuerte presión de las organizaciones sociales logró entrar en vigencia en noviembre del 2007.
Lamentablemente, la gran oposición de sectores con lógicas económicas extractivas y la complicidad del Estado han sido el motivo de las irregularidades en el ordenamiento territorial a cargo de cada provincia. Esto llevó a la postergación de su reglamentación, la falta de participación de las comunidades afectadas, la incoherencia e incumplimiento de parámetros mínimos que fija la ley nacional, la recategorización y los desmontes ilegales.
Algunos ejemplos recientes se pueden observar en la provincia de Córdoba, donde ahora se proponen una serie de modificaciones regresivas al ordenamiento territorial original, las cuales acentúan la aplicación del modelo productivo de grandes monopolios del agronegocio poniendo en riesgo la diversidad productiva y las economías regionales. Por otro lado, en diciembre pasado se terminó de aprobar por ambas cámaras bonaerenses la ley provincial que diversas organizaciones ambientalistas han denominado como la ley “anti bosques”, ya que habilita la destrucción del bosque nativo remanente en la provincia.
Puede suceder que momentáneamente las lluvias cesen, el agua baje y los mosquitos desaparezcan por un tiempo, sin embargo, las consecuencias de las actividades económicas extractivistas, sustentadas en discutibles ideas de progreso y desarrollo, seguirán manifestándose cada vez con mayor fuerza y frecuencia.
Florencia Fernández* y Juan Carlos Travela** – @JuanCTravela
* Tesista en Ciencias Ambientales, UBA
** Licenciado en Comercio Internacional y doctorando en Desarrollo Económico, UNQ
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