América del Norte

2 abril, 2017

Sin silencio: los 30 años de ACT UP (I)

Por Gustavo Pecoraro. ACT UP (AIDS Coalition to Unleash Power) no sólo se planteaba luchar contra la falta de respuestas del Estado respecto de las muertes por VIH sino también contra la homofobia, el racismo, las corporaciones biomédicas, los fanatismos religiosos y las desigualdades sociales.

Por Gustavo Pecoraro. El último jueves de marzo, ACT UP convocó a una manifestación en Nueva York al cumplirse 30 años de su creación y 30 años de su lucha contra los gobiernos y las corporaciones médicas. Algunas de las consignas fueron: por un país y un mundo libre de Sida en las próximas generaciones, defensa y expansión del acceso a la atención médica y la cobertura de los tratamientos, precios accesibles para la medicación del VIH o la búsqueda de una cura para el VIH-Sida.

El volante que convocaba llevaba una frase final: “Todavía estamos unidos en la ira contra las políticas que socavan el derecho de la gente a la atención de la salud y abrazamos la nueva ola de resistencia y activismo para renovar el compromiso de poner fin al Sida”. Uno de los fundadores de ACT UP, el dramaturgo Larry Kramer, había aparecido en un evento que se realizó a principios de marzo con una camiseta que llevaba impreso “no puedo creer que aún tenga que protestar por esta mierda”. Ambas acciones corporizan el reclamo permanente del activismo de la respuesta al VIH que aún hoy sigue siendo vital para los desafíos que tenemos para acabar definitivamente con el Sida.

¿Qué es ACT UP?

En marzo de 1987 se fundó ACT UP en una asamblea que habían convocado en el Centro LGTB de Nueva York para discutir qué hacer en relación con una nueva enfermedad que había aparecido y que estaba poniendo en jaque la vida de los homosexuales. Kramer fue uno de los principales oradores. Él venía de trabajar en la Gay Men’s Health Crisis (GMHC) y estaba siendo muy crítico con el discurso conservador que mantenía esa organización en relación a cómo enfrentar al Sida. En la asamblea su voz fue determinante proponiendo salir a la calle a exigir a través de la acción política que el gobierno de los Estados Unidos diera respuestas.

En ese tiempo, el republicano Ronald Reagan recortaba el presupuesto de salud y aumentaba el del armamento y guerra. Paralelamente la Food and Drugs Administration (FDA) retrasaba las aprobaciones de los medicamentos y experimentaba con medicaciones nocivas sobre los ya endebles cuerpos de los primeros portadores de VIH. Genocidio gubernamental con complicidad del ámbito biomédico que causó miles de miles de muertes.

Muchas de las personas que estaban en esa asamblea ya había contraído el VIH, lo que significaba una sentencia de muerte. Trescientas de ellas formaron dos días más tarde ACT UP. Su creación hablaba de urgencias y de tomar en las propias manos la búsqueda de soluciones. No había nada que perder y por eso se luchaba fuerte. La altísima cantidad de muertes, muchas de ellas de  jóvenes, era desoladora y a la vez un puntín de derecha a la acción. Esas muertes se transformaron en campo de batalla y la muerte se hizo política. Así nace ACT UP, cuyo nombre representa la AIDS Coalition to Unleash Power (Coalición del Sida para Desatar el Poder), mientras que el significado del acrónico sería «Ponete en acción» o también «Portate mal».

La calle es nuestra

La organización irrumpió así con una clara denuncia y con formas de expresión político-artísticas que luego fueron tomadas por otras ACT UP en Paris, San Francisco, Chicago o Berlín, la Radical Gay en España, Queer Nation, Lesbian Avengers Outrage, Guerrillas Girls o Women‘s Art Coalition, y hasta por ACT UP Buenos Aires, entre otras. No sólo planteaba luchar contra la falta de respuestas del Estado sino también contra la homofobia, el racismo, las corporaciones biomédicas, los fanatismos religiosos y las desigualdades sociales.

Un 24 de marzo de 1987 realizaron una manifestación en pleno centro de Wall Street donde 17 de los 250 miembros de ACT UP que se habían concentrado fueron arrestados. Al año siguiente volvieron a Wall Street y esta vez fueron un centenar de personas las arrestadas. Ese mismo año llamaron a una protesta en las puertas de la FDA y consiguieron cerrarla durante todo un día. En septiembre de 1989 varios integrantes de la organización se encadenaron al balcón principal de la Bolsa de Nueva York para protestar por los altos costos que tenía el AZT, el único remedio que existía en esos años para paliar de alguna manera el avance del Sida.

ACT UP ocupó la calle y el centro de atención, copando los medios con denuncias directas al desempeño de los gobiernos, las compañías farmacéuticas y el sector médico. Paralelamente lanzaron una campaña de denuncia a la Iglesia, al Papa Juan Pablo II y al Vaticano por su condena (que perdura) a toda la comunidad LGTBI y al uso del preservativo para prevenir la transmisión del VIH, siendo cómplices de la muerte de millones de personas. Una complicidad comparable con el silencio que esa misma Iglesia tuvo con el nazismo o las diferentes dictaduras militares que asolaron a Latinoamérica.

Frente a esto, ACT UP decidió organizar un escrache en contra de las posiciones dogmáticas del Cardenal John Joseph O’Connor, arzobispo de Nueva York que se había manifestado en contra del uso del preservativo asegurando que no sólo su uso era “moralmente inaceptable” sino que también resultaba inefectivo a la hora de evitar la transmisión del virus. El 10 de diciembre de 1989, mientras miles de manifestantes marcharon en la vereda de la iglesia, varios activistas entraron a la misa que oficiaba el Cardenal para intentar leer un manifiesto, cosa que impidió personal de seguridad de la propia Iglesia. Finalmente se tiraron al suelo al grito de «Dejen de matarnos». La policía reprimió la manifestación y fueron arrestados un centenar de activistas. El escrache fue repudiado por la prensa, por el gobierno de George Bush (padre) que recién había asumido y por sectores católicos. Incluso sectores próximos a ACT UP no lo entendieron, dejando en evidencia los diferentes puntos de vista que existían sobre cómo luchar para dar respuesta al VIH-Sida.

Deborah Gould, ex integrante de ACT UP Chicago y autora del libro Moving Politics: Emotion and ACT UP’s Fight Against AIDS, en diálogo con Lorena Mans para ANRed, explicó las internas de esta manera: “Escribo sobre esto en una parte de mi libro. Hablo de los conflictos internos porque es interesante ver cómo un movimiento con tanta solidaridad tuviera luego este tipo de conflictos. Hay que analizar por qué se desmoronan los movimientos y cómo se desarrollan estos problemas internos. Yo estaba interesada en el registro emocional de cómo se estaba jugando, y realmente en la organización no éramos conscientes de lo que estaba sucediendo”.

(Continuará)

@gustavopecoraro

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