9 marzo, 2017
Gloria eterna al camarada Yuri Gagarin… y feliz cumpleaños
Este 9 de marzo se cumple un nuevo aniversario del nacimiento del primer hombre en abandonar el planeta y verlo desde el espacio exterior, el cosmonauta soviético Yuri Gagarin, Héroe de la Unión Soviética y Héroe del Trabajo Socialista.

Yuri Gagarin ganó su lugar en el Olimpo de los héroes de la humanidad por haber sido el primer ser humano que abandonó el planeta para ingresar en el espacio exterior. La proeza histórica tuvo lugar el 12 de abril de 1961. Gagarin abandonó la tierra desde el Cosmódromo de Baikonur a bordo de la nave Vostok 3KA-3, más conocida como Vostok 1. El nombre clave del vuelo fue Kedr (cedro, en ruso) y duro apenas 108 minutos, orbitando el planeta Tierra a casi 28 mil kilómetros por hora.
Fue un punto clave de la llamada carrera espacial entre la Unión Soviética y los Estados Unidos. La URSS venía ganando todas: puso el primer satélite en órbita (el Sputnik), al primer ser vivo en el espacio (el 3 de noviembre de 1957 una perra llegó al espacio en el Sputnik 2, gloria eterna a la camarada perruna Laika) y en 1961 también al primer hombre (el astronauta norteamericano Alan Shepard lo lograría apenas un mes después). La primera mujer en el espacio también fue rusa: Valentina Tereshkova, en junio de 1963. Con la llegada a la luna de 1969 los gringos igualaron el marcador, es cierto.
Pero Gagarin fue el primero en el espacio y eso no se lo quita nadie. Además Yuri -nacido el 9 de marzo de 1934 en el pequeño pueblo de Klúshino, cerca de Gzhatsk, en la provincia de Smolensk- era el soviético ideal y la nomenklatura comunista lo pudo transformar en el héroe que merecía la Unión Soviética sin demasiado esfuerzo: joven hijo de trabajadores de un koljós, obrero metalúrgico hasta que se transformó en piloto primero civil y luego militar. Inspirado por la proeza de Laika se presentó como candidato para el programa espacial soviético.
De los 3.500 voluntarios quedó seleccionado un selecto grupo de seis hombres. Luego los candidatos, igualados en puntaje, fueron solamente dos: Guerman Titov y nuestro Yuri Gagarin. Finalmente el elegido fue Yuri, por un motivo insólito: era más petiso. Su 1,57 metros iban mejor en la pequeña Vostok 1, más conocida como “la bolita” por los técnicos soviéticos.
Poco antes de abordar la nave, después de bromear y de cantar, dejó un breve mensaje a la humanidad: “Queridos amigos, conocidos y desconocidos, mis queridos compatriotas y gente del mundo, en los próximos minutos una poderosa nave espacial me introducirá en los distantes espacios del universo. ¿Qué puedo decirles durante estos últimos minutos antes del lanzamiento? Toda mi vida se me aparece ahora como un hermoso momento, todo lo que hice y viví ha sido hecho y vivido para este momento: Ser el primero en el cosmos. Esto es una responsabilidad frente a todo el pueblo soviético y a la humanidad, frente a su presente y su futuro”.
A las 6:07 se encendieron los cohetes y el primer humano abandonó la gravedad terrestre. Después de asombrarse por el color azul de nuestro planeta desde el espacio, dijo: “Pobladores del mundo, salvaguardemos esta belleza, no la destruyamos”. La otra famosa frase que se le atribuye (“He estado en el espacio, pero no he visto a Dios”) en realidad no es suya sino del primer ministro Nikita Kruschev.
Después de circunvalar por primera vez nuestro planeta, la misión estuvo al borde del fracaso cuando durante el reingreso a la atmósfera no se desprendió el módulo correspondiente y la cápsula empezó a girar locamente, amenazando la vida del primer cosmonauta. Por suerte el calor del reingreso hizo que se aflojara el mecanismo de anclaje y la Vostok pudo estabilizarse. Ya nuevamente sobre el territorio de la Madre Patria, se activan los paracaídas, pero por un error en el frenado no aterrizó en la región prevista, cercana a Stalingrado, sino a unos 400 kilómetros, en la provincia de Sarátov (como precaución llevaba una pistola en la nave, por si caía en un país enemigo del comunismo… tiempos de Guerra Fría).
Aterrizó en un campo y cuando encontró a la primera campesina, con su traje y su escafandra con las siglas CCCP, la anciana le preguntó si viene del espacio. Gagarin respondió: “Ciertamente sí. Pero no se alarme, soy soviético”.
Luego fue ascendido a mayor y en diversos momentos premiado con las condecoraciones comunistas más gloriosas: Héroe de la Unión Soviética y Héroe del Trabajo Socialista, entre tantos otros laureles.
A continuación el heroico cosmonauta soviético recorrió el mundo, promocionando las virtudes del comunismo. En la URSS no podía caminar por la calle por el fervor popular.
Mientras seguía su vida como héroe soviético, además de entrenador de las nuevas camadas de voluntarios del programa espacial, no logró manejar a la perfección las presiones tremendas de la política local (en 1962 y 1966 fue elegido para el Soviet Supremo) y mostró su lado más faliblemente humano. Se emborrachó consecuentemente, tuvo problemas maritales y finalmente murió el 27 de marzo de 1968, a los 34 años, durante un vuelo de prueba de un MIG-15, en un accidente que hasta hoy despierta sospechas.
Más allá de ello, su proeza y su abnegación comunista le han garantizado un imperecedero lugar en la historia de la humanidad. El pueblo donde nació fue bautizado con su nombre, lo mismo que un cráter lunar y un asteroide. En honor a su vuelo, la ONU declaró el 12 de abril como Día del Espacio.
También legó a la lengua rusa la palabra que pronunció al momento del despegue: “¡Vámonos!”. En ruso se dice «¡Poyejali!» (se pronuncia algó así como «poiúkele») antes de iniciar algún trabajo o proyecto, especialmente si es complicado o arriesgado. También suele utilizarse como brindis. ¡Salud, camarada!
Pedro Perucca – @PedroP71
Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.