5 marzo, 2017
Chávez, el espíritu absoluto
Por Juan Manuel Erazo. Los latinoamericanos podemos decir que hemos visto al espíritu absoluto dando su último discurso bajo la lluvia de Caracas. Porque hemos visto la totalidad de nuestras resistencias (desde Túpac Amaru hasta las luchas contra el neoliberalismo, pasando por Bolívar, San Martín, Evita y Fidel) expresadas en un mismo sujeto.

Por Juan Manuel Erazo. Cuando el filósofo alemán Friedrich Hegel contempló la entrada triunfal de Napoleón y sus miles de soldados a la ciudad germana de Jena, comentó: “Vi al espíritu absoluto a caballo”. ¿A qué se refería? Para él, Napoleón simbolizaba la síntesis superadora de una cadena de contradicciones europeas, “el fin último de todo desarrollo”, la burguesía en movimiento haciendo (en sí y para sí) la historia.
Por el contrario, los latinoamericanos podemos decir que hemos visto al espíritu absoluto dando su último discurso bajo la lluvia de Caracas. Porque hemos visto la totalidad de nuestras resistencias (desde Túpac Amaru hasta las luchas contra el neoliberalismo, pasando por Bolívar, San Martín, Evita y Fidel) expresadas en un mismo sujeto. Hemos visto la síntesis de nuestra piel con los rasgos del mestizo, la indígena y el negro plasmado es un rostro. Hemos visto, ni más ni menos, que al hijo que parió nuestra tierra e historia. Hemos visto a Hugo Chávez.
Y además (con todo el respeto que Hegel se merece) este líder no entendió la historia como mero desarrollo, sino como lucha de clases. Por eso podemos decir que también hemos visto la síntesis brillante de nuestra principal contradicción: unificar al movimiento nacional americano y las ideas transformadoras de izquierda (muchas de ellas europeas). Mal que le pese a Hegel, la historia no es ascendente ni pasó solo por Europa. La historia la hicieron los pueblos del llamado “Tercer Mundo”, Europa mayormente la robó y nunca la devolvió. Pero afortunadamente para nosotros, Chávez la recuperó, porque América así lo quiso.
Un error de la burguesía
Pocas veces la historia tiene cuotas de suerte que benefician a los que luchan. Nada es casual, lo sabemos. Cuando esto sucede, evidentemente, es porque la burguesía cometió un error.
Pensemos en Rusia. Finalizada la Revolución de Febrero de 1917 y con el Zar ya derrocado, el gobierno fue asumido por el ala moderada que seguía sin cumplir con los preceptos básicos de la rebelión: el fin de la intervención rusa en la Primera Guerra Mundial y la reforma agraria. Lenin, líder revolucionario y uno de los máximos teóricos marxistas, planeaba su regreso a las viejas tierras imperiales pero para ello debía superar los obstáculos impuestos por las fuerzas reaccionarias, los países enemigos y el mismo gobierno provisional.
La inteligencia alemana, con el fin de desestabilizar internamente a Rusia y lograr su triunfo en la guerra, permitió sin mayores tapujos el paso del líder revolucionario por las tierras germanas. Meses después, Lenin protagonizó la primera revolución socialista (triunfal) de la historia, logrando así que el “fantasma del comunismo” comience a tomar forma. Grave error de la burguesía alemana, dejaron pasar sin problemas por sus tierras a quien luego sería su peor pesadilla.
A veces estos errores no dependen sólo de las desacertadas intenciones del enemigo, sino que cuentan con una cierta cuota de astucia personal, lo que Álvaro García Linera llama “bailar con el tiempo”. Y esa astucia fue la de Fidel Castro que con su alegato de defensa luego llamado “La historia me absolverá”, convenció a todo un pueblo de que la única vía para acabar con la dictadura de Batista era la revolución. Luego del fallido intento de tomar el cuartel Moncada en 1953, los jóvenes del Partido Ortodoxo fueron detenidos, torturados y la mayoría de ellos ejecutados de manera sumaria.
Pero las fuerzas de seguridad al servicio del imperialismo norteamericano cometieron un error gravísimo: dejar hablar a Fidel ¿Cómo ejecutarlo después de haberlo dejado enamorar a un pueblo? ¿Cómo no enamorar a todo un pueblo si les dejó el corazón servido en tinta y papel? Grave error dejar hablar a Fidel. Grave error querer matar a Fidel. No se deja vivir al “optimismo de la voluntad” hecho carne, no se deja vivir a quien no le teme a la ira del tirano.
Y a veces se necesita también una gran cuota de carisma caribeño, además de fortuna, decisiones desafortunadas del enemigo y astucia. El 4 de febrero de 1992, un grupo de militares venezolanos intentó sin éxito derrocar al presidente neoliberal Carlos Andrés Pérez. Entre los oficiales rebeldes que comandaron esta maniobra se encontraba un teniente coronel de ejército, el joven Hugo Chávez Frías.
La población no manifestó su apoyo al gobierno, pero tampoco salió a las calles a apoyar a los militares rebeldes. La intentona no logró sus objetivos y los sublevados se rindieron. Ahí fue cuando las fuerzas del neoliberalismo cometieron un grave error, el peor que han cometido a finales del siglo XX: dejar hablar a Chávez, y lo más grave, por televisión.
“Compañeros, lamentablemente, POR AHORA, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital (…) Así que oigan mi palabra. Oigan al Comandante Chávez (…) Compañeros, oigan este mensaje solidario. Les agradezco su lealtad, les agradezco su valentía, su desprendimiento, y yo, ante el país y ante ustedes, asumo la responsabilidad de este movimiento militar bolivariano».
El “por ahora” que fue hasta siempre. Chávez prometía que la lucha continuaba cuando tantos habían claudicado. Chávez se hacía cargo cuando nadie se quería hacer cargo de nada. Chávez hacia lo que a la izquierda latinoamericana le ha costado horrores desde su gestación: tocar las fibras más íntimas del pueblo, sumergirse impoluto en el contradictorio, violento y vital mundo de las pasiones.
América sin Chávez
Es por Chávez que sabemos que de América Latina ha nacido una esperanza que, aun asediada y vapuleada, no ha sido derrotada. De las cenizas, de la sangre derramada, ha nacido una resistencia que fue movimiento, y que del movimiento se ha transformado en proyecto. Hablamos del proceso bolivariano, que no es solo venezolano, sino continental.
En cada país este viento de liberación ha encontrado mayores y menores niveles de radicalidad, así como de sumisión ante el sistema político heredado. Esta mezcla de izquierdas y patrias múltiples, que reconoce al excluido como sujeto transformador, que pone en debate la soberanía de los pueblos, la reconstrucción de la historia, la disputa y transformación del Estado, la crítica al dogmatismo, se encuentra hoy en una etapa de resistencia.
El espíritu absoluto latinoamericano ya no está entre nosotros, y esto tiene un peso histórico lento y fatal. Los líderes son construcciones colectivas, lo sabemos, pero hay pocos que soportan cargar sobre sus hombros las esperanzas que anidan en el pueblo. Cuando ese líder condensa teoría, experiencia, arte, religión, no es fácil reemplazarlo.
A América solo le queda confiar en los millones de Chávez por ahí sembrados, que juntos conforman un caleidoscopio cuyo desafío es aunarse en una sola mirada, una sola estrategia continental que vuelva al espíritu absoluto, que vuelva a ser Chávez.
@JuanchiVasco
Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.