Cultura

27 febrero, 2017

Los 10 detectives más recordados de la literatura mundial (I)

La figura del detective ha recorrido el mundo a lo largo de un siglo y medio. Desde Estados Unidos, donde nació, hasta la Unión Soviética. ¿Cuáles son los detectives más recordados? En esta primera entrega repasamos las literaturas de Edgar Poe, Rodolfo Walsh, Yulián Semionov, Georges Simenon y Raymond Chandler.

La figura del detective ha recorrido el mundo a lo largo de un siglo y medio. Desde Estados Unidos, donde nació, hasta la Unión Soviética. ¿Cuáles son los detectives más recordados? En esta primera entrega repasamos las literaturas de Edgar Poe, Rodolfo Walsh, Yulián Semionov, Georges Simenon y Raymond Chandler.

1- Auguste Dupin de Edgar Poe (Estados Unidos, siglo XIX)

Poe II

Cuando Edgar Poe publicó el cuento Los crímenes de la Rue Morgue en 1841, no podía imaginar que el protagonista del relato se convertiría en el modelo de cientos y miles de personajes de ficción. Es una de las figuras literaria más fértiles de la historia.

Dupin es un detective aficionado que vive en París con un amigo (quien relata sus aventuras) y que posee una inteligencia analítica extraordinaria. Sus tres breves apariciones fueron suficientes para ganarse un lugar entre los personajes más recordados. En Los crímenes de la Rue Morgues resuelve el asesinato de dos mujeres que había desconcertado a la policía. En el El misterio de Marie Rogêt de 1842, Dupin resuelve el caso con conocer solo la información que aparece en los diarios. Y en el que tal vez es su caso más famoso, La carta robada de 1843, encuentra la carta real robada por un ministro para ejercer influencia política sobre la Corona.

Fuera de la literatura el personaje de Dupin no tuvo tanta circulación. Apenas la película The Man whith a Cloak de Fletcher Markle en 1951 -con un final interesante- y una referencia fugaz en el comic Batman: Confidencia del 2009.

2- El comisario Laurenzi de Rodolfo Walsh (Argentina)

Walsh III

Rodolfo Walsh fue uno de los escritores argentinos más interesados en el género policial. En todo el primer período de su trabajo insiste la presencia del género fundado por Poe. En su narrativa aparecen dos detectives: Daniel Hernández y el comisario Laurenzi. El segundo nos interesa más porque marca un punto de inflexión de Walsh con la institución policial.

Entre noviembre de 1956 y septiembre de 1961 en la revista Vea y Lea aparecen los seis relatos policiales que conforman la saga del comisario Laurenzi. En ellos el crimen es tratado como un problema de ingenio. Pero empieza a ser, también, una trama social. En el relato Dos montones de tierra Laurenzi investiga el asesinato del viejo don Carmen que fue muerto a instancias de don Julián, dueño de casi todas las tierras del todavía partido bonaerense de Flores. Y es, también, el último caso de Laurenzi quien deja su lugar en la policía desencantado de la farsa de justicia entre los hombres.

Más tarde, cuando Walsh construya su trabajo desde la no-ficción, dirá: “Mi labor en el periodismo me puso en contacto con verdaderos asesinos, con verdaderos investigadores, con verdaderos torturadores y también con algunos verdaderos héroes. Desde esta perspectiva todo lo que pude haber inventado con anterioridad me resulta raro, como una foto mal revelada».

3- Vladislav Kostenko de Yulián Semionov (Unión Soviética)

semionov

Yulián Semionov fue uno de los esctitores más populares de la Unión Soviética. Su libro más conocido, Diecisiete instantes de una primavera, vendió 30 millones de ejemplares en la patria de Lenin y logró que su protagonista, el espía rojo Stirlitz, se convirtiera en héroe de muchísimos lectores (entre ellos Vladimir Putin). Pero Semionov también escribió policial negro y tuvo su detective. Se trata del coronel de la milítsia -policía soviética- Vladislav Kostenko.

En la saga de Kostenko hay cinco novelas. La primera, Petrovka, 38 fue publicada en 1963 y cuenta la investigación sobre un robo a la caja de ahorros. En 1972 publicaría tal vez la mejor novela de la serie, Ogariova, 6 donde Kostenko debe investigar el robo a la propiedad socialista en la fábrica de joyas de Piatigorsk. Más tarde, en 1979, llega Confrontación donde se investigan una serie de asesinatos y en 1987 Semoniov publica Reportero donde el coronel Kostenko debe encontrar las obras de artes robadas por un sindicato clandestino. La saga termina con El misterio del Kutúzovski Prospekt que aparece en 1990 y donde la policía intenta resolver el asesinato de la actriz Zoya Fiódorova.

Lo más interesante de esta saga es que -como todo buen relato de género negro- Semionov cuenta las relaciones sociales de su país a través del crimen. Y -como todo buen detective- las reflexiones de Kostenko son filosas e iluminan algo más que una pista o un rastro.

4- Jules Maigret de Georges Simenon (Francia)

Simenon II

El comisario Maigret fue protagonista de 78 novelas y 28 cuentos entre 1929 y 1972. Su primera aparición fue -como en casi todos los casos- en un cuento. Pero la primera novela es Pietr, el Letón se publicó en 1931.

Maigret no es ya el típico detective del policial clásico -no apela solo a la razón como lo hacían Dupin o Holmes- pero tampoco es, todavía, el detective de acción que nos vamos a encontrar en el género negro. Esa forma anfibia de su carácter le permite decir que resuelve los casos “introduciéndose a las vidas” de las personas comprometidas en el crimen.

Fue adaptado a series de televisón. La primera filmada entre 1992 y 1993 tuvo como protagonista a Michael Gambon y se conoció como Inspector Maigret. La segunda fue una experiencia francesa que duró entre 1991 y 2005. Allí nuestro Maigret fue representado por Bruno Cremer.

5- Philip Marlowe de Raymond Chandler (Estados Unidos, siglo XX)

Chandler IIHubo otros detectives privados en el género negro. Otros, grandes. Sam Spade de Dashiell Hammett o Lew Archer de Ross Macdonald, por poner solo dos ejemplos. Sin embargo Marlowe es el detective más recordado y el que, tal vez, llevó más lejos la figura del private eye. Es decir: radioteatro, comic y, por supuesto, cine.

Apareció por primera vez en en un cuento llamado El confidente en 1934 Y su primera novela es El sueño eterno de 1939. Desde entonces Chandler escribió otras seis novelas con este protagonista. Entre ellas la mejor de la saga, El largo adiós donde aparece, tal vez, la mejor autodefinición:

“Soy un investigador privado con licencia y llevo algún tiempo en este trabajo. Tengo algo de lobo solitario, no estoy casado, ya no soy un jovencito y carezco de dinero. He estado en la cárcel más de una vez y no me ocupo de casos de divorcio. Me gustan el whisky y las mujeres, el ajedrez y algunas cosas más. Los policías no me aprecian demasiado, pero hay un par con los que me llevo bien. Soy de California, nacido en Santa Rosa, padres muertos, ni hermanos ni hermanas y cuando acaben conmigo en un callejón oscuro, si es que sucede, como le puede ocurrir a cualquiera en mi oficio, y a otras muchas personas en cualquier oficio, o en ninguno, en los días que corren, nadie tendrá la sensación de que a su vida le falta de pronto el suelo”.

Como dijimos sus adaptaciones son múltiples. Tal vez dos de ellas merezcan principal atención. En la novela Triste, solitario y final -publicada en 1973- el escritor argentino Osvaldo Soriano, propone a Marlowe como personaje junto al propio Soriano y ambos persiguen a un viejo Charles Chaplin para saldar deudas.

La segunda, más clásica, es de 1946 y sucede en el cine. Bajo la dirección de Howard Hawks, el carismático Humphrey Bogart lleva a Marlowe a la pantalla grande. Lo acompaña la que sería el estereotipo de femme fatale, Lauren Bacall. Para seguir reuniendo talento, el guión lo adaptó William Faulkner.

Continuará…

Juan Mattio – @juanmattio

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