Cultura

22 febrero, 2017

The man in the high castle: si los Nazis hubieran ganado la Guerra

«The man in the high castle» es la última prueba de que aún hay un mundo más allá de Netflix. Producida y distribuida por Amazon -aunque se la puede ver por otros medios- la serie nos sitúa en 1962, en un Estados Unidos de posguerra donde vencieron las potencias del Eje distribuyéndose el territorio entre japoneses y nazis.

The man in the high castle es la última prueba de que aún hay un mundo más allá de Netflix. Producida y distribuida por Amazon -aunque se la puede ver por otros medios- la serie nos sitúa en 1962, en un Estados Unidos de posguerra donde vencieron las potencias del Eje distribuyéndose el territorio norteamericano entre japoneses (costa oeste) y nazis (costa este).

Se trata de una adaptación del libro homónimo de Philip K. Dick. La serie fue estrenada el 15 de enero de 2015 y ya cuenta con dos temporadas completas de diez episodios cada una. Amazon anunció recientemente que la tercera temporada se estrenará a fines de este año.

En este orden mundial distópico se vive una situación de tirante estabilidad entre las dos naciones vencedoras. Sin embargo, los rumores respecto de la precaria salud de un septuagenario Hitler reviven la tensión bélica. Los japoneses temen que sin el control del Führer los alemanes -en ventaja a nivel armamentístico- busquen borrarlos del mapa a fuerza de bombas nucleares para dominar el globo

Como es de esperar, en este contexto, la opresión y la represión son moneda corriente. Y como en todo régimen opresor, existe la Resistencia; un grupo de personas que trabajan en la clandestinidad. ¿Su tarea? Encontrar y rescatar de las manos de los nazis unos rollos de cinta misteriosos que siempre parecen tener que ver con un tal “hombre del castillo”. ¿El contenido de esos filmes? Entre otras cosas, escenas de los Aliados ganando la guerra.

La trama

Juliana Crain y Frank Frink son dos de los protagonistas. Viven en pareja en la Costa Pacífica (San Francisco), controlada por los “Pons” (japoneses). Su departamento es un austero y pequeño sótano con puerta a la calle. Ella practica aikido y se encuentra sumergida en la cultura japonesa, más allá de que su padre fue asesinado en la Guerra y que su madre no quiere saber nada con ellos.

Frank trabaja en una fábrica de armas y tiene un gran talento artístico. Quiere formar una familia con Juliana, pero ella no está convencida ya que es nieto de judíos y en caso de que las autoridades se enteraran, serían extraditados a territorio nazi para su ejecución.

El tercero en discordia (siempre lo hay) vive en Nueva York: Joe Blake. Él es un agente de los nazis intentando infiltrarse en la Resistencia con la misión de conseguir las cintas.

Joe trabaja bajo el mando del Obergruppenführer Smith, jefe de familia nazi, quien es puesto en una encrucijada cuando descubre que su hijo tiene una enfermedad degenerativa y debe sacrificarlo cual perro para cumplir con los mandatos raciales de su “fatherland” (los nazis no se refieren a Alemania como su madre).

El conflicto inicia cuando Trudy le pide a su hermana, Juliana, que guarde una de las cintas. Al salir de la casa, es asesinada por el Kenpeitai (los policías japoneses). Juliana decide entonces mirar la cinta y así ve explotar la bomba nuclear en territorio japonés, y a los Aliados ganar la guerra.

Atónita y queriendo buscar explicaciones, decide continuar la tarea que su hermana no pudo completar. Se dirige así a la zona neutral (la zona céntrica de los Estados Unidos, una especie de “tierra de nadie” sin autoridades) donde debía encontrarse con un agente de la resistencia. Joe Blake se cruza en su camino, haciéndose pasar por miembro de la resistencia y salva la vida de Juliana. La relación entre ambos es de atracción inmediata y esto complica los planes de los dos. Mientras tanto, Frank es apresado e interrogado sobre el paradero de Juliana.

Los protagonistas del lado nipón son Tagomi, el Ministro de Comercio, y Kido, el Jefe de Kenpeitai (Policía militar del Imperio Japonés). El primero, preocupado por el crecimiento de la tensión bélica, buscará en la meditación una solución a la escalada de violencia. El otro, mientras reprime y trata a los estadounidenses que aún viven en los Estados Pacíficos Japoneses como ciudadanos de segunda, actuará de forma corrupta en reiteradas oportunidades desviando las investigaciones policiales, poniendo en riesgo y salvando a Frank al mismo tiempo.

The man in the high castle es una serie compleja, para ver bien despierto y sin esperar una explicación que complete todos los baches: se van construyendo muy lentamente, en la medida que van apareciendo las contradicciones en cada uno de los personajes. La intensidad de los conflictos va in crescendo a lo largo de los capítulos y los bandos se van mezclando constantemente.

El resto del mundo es un misterio hasta la segunda temporada, en la cual aparece un inmigrante recién llegado de Buenos Aires. Luego se puede ver un mapa donde se muestra cómo está dividido el mundo entero entre zonas japonesas, nazis y neutrales… No vamos a develar la incógnita sobre de qué lado quedamos los argentinos, pero al menos les dejamos la pista de por dónde buscarlo.

Mariano Sañudo – @marianosanudo y Alejandra Soifer – @soifereta

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