22 febrero, 2017
Con el gobierno a la defensiva, el FpV pide juicio político y agita el tablero electoral
Por Federico Dalponte. La incomodidad oficial en estas dos últimas semanas no se disimula. El Ejecutivo busca retomar la iniciativa a como dé lugar, pero tiene dos problemas: sus propias decisiones y la proximidad de las elecciones. Los aliados cuestionan y el kirchnerismo reclama juicio político.
Por Federico Dalponte. Cambiemos llegó a tierra desconocida. Nunca, desde que asumió la gestión porteña en 2007, se vio tan vulnerable, tan poca cosa, teniendo que dar explicaciones sobre más de un tema a la vez.
La prensa oficialista mantiene su apañamiento presidencial, pero tampoco se suicida. Cuestiona los deslices más evidentes, critica con mesura; si quisiera podría animarse a más.
Unos cuantos lo anhelan. Pero hoy es difícil que eso ocurra. Los críticos son críticos, aunque no se pasan de la raya. Y aun así, tal vez ésa precisamente sea la novedad más destacada: cualquiera se anima ahora a cuestionar al gobierno, a desafiarlo. Ya no se trata de ese aleatorio porcentaje de fanáticos kirchneristas, como dijo Gabriela Michetti en ese olvidable encuentro con Al Jazeera.
En estas semanas podría ser cualquiera. Tanto que hay dos hechos que lo grafican bien: el primero fue el pedido, en pleno recinto de Diputados, de una cuestión de privilegio contra el Poder Ejecutivo Nacional por parte de la propia Elisa Carrió. “No se pueden cometer más errores”, se quejó la chaqueña, dando signos de cierto hartazgo.
El segundo todavía no ocurrió. Será el encuentro que los radicales agendaron para este fin de semana, donde se discutirá la estrategia electoral, pero cuyo trasfondo está teñido por los claroscuros del gobierno.
La Unión Cívica Radical (UCR) vendió su estructura a precio regalado y la mayor amenaza desde diciembre de 2015 era que el PRO lograse cooptar a sus dirigentes. Pero el macrismo nunca avanzó del todo y este año electoral lo empezó de la peor manera. Los radicales, por tanto, se cotizan hoy al mismo valor que hace catorce meses. No hubo para ellos impacto inflacionario.
Las listas se armarán al promediar el año y todo está por definirse. Lo que es seguro es que Cambiemos no repartirá lugares en base a los porcentajes alcanzados por Macri, Sanz y Carrió respectivamente. Cualquiera puede ganarle a cualquiera, y el PRO procurará no perder aliados pecando de mezquino.
Aun así, hasta que aclare, el oficialismo sigue siendo hoy un gran tumulto. La postura defensiva del Ejecutivo es una novedad hasta para ellos. Nunca se habían visto tan bajo sospecha. Ni siquiera cuando designaron dos jueces por decreto o se conocieron las cuentas del presidente en paraísos fiscales.
La baja autoestima es visible a lo lejos. Mientras Mauricio Macri busca inversiones en España, su ministro Oscar Aguad sigue dando explicaciones sobre un tema que manejó mal desde el principio. Cuando este martes ya no soportó más los sermones de la oposición, lo dijo con todas las letras: “Nunca hablé con el presidente de ese tema, pero es muy probable que lo supiera”.
En definitiva, ese forcejeo entre la búsqueda de la iniciativa política y la generación de conflictos permanentes no tiene freno por ahora. Sólo esta semana, el gobierno denunció a dos camaristas por haber fallado contra sus pretensiones, otorgó una licencia al Grupo Clarín para operar telefonía móvil y concretó la liberación de importaciones tecnológicas. Siempre con el escándalo del correo como telón de fondo. Nada de demagogia; todas decisiones que refuerzan la postura crítica.
De la crítica al armado político
Pero ese olor a escenario electoral tan cercano, tan acechante, hace también que todos pongan un ojo en el segundo semestre, esta vez sin promesas de inversión. El radicalismo intentará por su parte hacer bien sus deberes y mantener sus bancas sin ser devorado por el macrismo. Mientras que desde el Ejecutivo sacarán a sus mejores armas para no llevarse una sorpresa: Rogelio Frigerio para el reparto de obra pública y la liguilla de gobernadores para asegurar el triunfo de local.
La gran incógnita presidencial es entonces la vereda de enfrente y esa calle del medio por la que se pasea con jactancia Sergio Massa. El tigrense apuesta por desplazar al kirchnerismo como alternativa. Y en esa especie de multisectorial voluble la gran novedad es Margarita Stolbizer, la eterna candidata a gobernadora con excelente imagen pero sin gravitación.
El peronismo marca Frente para la Victoria está lejos de una definición. La ausencia de un liderazgo fuerte nunca había sido tan evidente. El apoyo a la movilización de la CGT del próximo 7 de marzo era hasta ahora la única señal concreta de vida orgánica. Pero las ganas de tomar protagonismo a veces son malas consejeras.
Los diputados kirchneristas, incluyendo al titular del PJ José Luis Gioja, pidieron formalmente este miércoles el juicio político contra Mauricio Macri. Una mezcla de osadía y torpeza. En principio, la iniciativa tiene dos inconvenientes: el primero es que no cuentan con la cantidad de legisladores suficientes para aprobar ese proceso, y el segundo es que refuerza esa imagen de que el peronismo en la oposición es responsable de que los presidentes no terminen sus mandatos. Sin mencionar, claro, la incoherencia inmanente y la ausencia de todo sentido de la oportunidad.
Con un gobierno a la defensiva, el eje se corre al instante y los diversos actores se alteran. En año electoral, ése es un pésimo escenario para cualquier oficialismo. Pero también para los opositores si no saben construir alternativas. El golpe por golpe no le asegura la victoria a nadie.
@fdalponte
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