Economía

31 enero, 2017

¿Y el valor agregado dónde está?

Una nueva publicación del INDEC pone a la luz los malos resultados de la política económica del gobierno de Cambiemos. El valor agregado no aparece y nos enfrentamos a una inminente reprimarización de la economía argentina.

Una nueva publicación del INDEC pone a la luz los malos resultados de la política económica del gobierno de Cambiemos. El valor agregado no aparece y nos enfrentamos a una inminente reprimarización de la economía argentina.

Los resultados de la actividad industrial de los primeros once meses del 2016 publicados por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) el último 28 de diciembre, ponen sobre la mesa una de las dificultades que atraviesa este gobierno para cumplir con uno de los objetivos propuestos al inicio de su gestión: generar mayor valor agregado.

Desde que era jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y en prácticamente todos sus discursos como presidente, Mauricio Macri ha dicho que va a solucionar el problema de los argentinos generando más valor agregado. Constituyéndonos en el supermercado del mundo.

Así lo hizo en uno de sus primeros discursos el 19 de diciembre del 2015, archivados en la página del PRO: «Vamos a poder agregar valor y generar mejores oportunidades de trabajo».

Sin embargo, esta promesa está lejos de cumplirse. La actividad industrial tuvo una caída del 4,9% entre enero y noviembre del 2016 respecto al mismo periodo del último año de la gestión kirchnerista. Pero hubo algunos sectores que fueron los más afectados.

Dentro del bloque alimenticio la caída en el nivel de actividad fue del 1,5%, sin embargo, fueron algunos de los rubros que más valor agregado generan los que sufrieron peores resultados: lácteos (-13,7%), bebidas (-4,4%), carnes rojas (-4,4%) y carnes blancas (-3,3%), frente al crecimiento de la molienda de cereales (+6,9%), la producción de azúcar (+1,9%) y yerba mate (+2,7%). Además, mientras la caída en la producción de papel y cartón fue del 0,8%, fue la edición y la impresión la actividad que sufrió un mayor retroceso alcanzando el -6,6%.

Por otro lado, mientras la producción de caucho y materias primas plásticas aumentaron su producción en un 4,2%, los productos derivados cayero: neumáticos -1,6% y manufacturas de plástico -1,8%. A su vez, la caída de la industria automotriz alcanzó el -13%, y el resto de la industria metalmecánica el -6,6%.

Según el mismo informe publicado por el INDEC, el descenso en la producción de carne se explica por la disminución del consumo interno en un 6%. La caída de la industria textil también está explicada por la pérdida de poder adquisitivo de los argentinos, ya que la mayor parte de la producción está destinada al mercado interno.

Por último, la caída en el sector de la construcción (-13,1%) afectó la producción de cemento y otros materiales, mientras que las industrias metálicas básicas y las sustancias y productos químicos también tuvieron resultados negativos en lo que fue el 2016.

¿Sobrevaloración del valor agregado?

Generar más valor agregado se ha convertido en un lugar común para la política argentina, ya que de ese objetivo se desprende la ilusión de generar más riqueza y a su vez una mayor demanda de empleo. Es cierto que a muy groso modo las actividades que más valor agregado generan, durante mucho tiempo, han sido las que también más empleo han brindado. Sin embargo esto no siempre tiene que ser así.

A modo de ejemplo, una empresa puede producir de forma menos mecanizada con un mayor número de empleados y competir con una empresa que produce bienes sustitutos con alta tecnología y menos trabajadores. En este caso la clave para esta empresa será el precio de los bienes y la única manera de mantenerse competitiva será aceptando ganancias menores. Más allá del menor valor agregado, habrá mayor demanda de empleo.

La mayor generación de valor por unidad de trabajo, es decir, el desarrollo de las fuerzas productivas, puede generar mayores ingresos a través de la producción de bienes más sofisticados, la reducción de los costos por una mejora en el proceso productivo, etc. Pero si estos no están acompañados por una redistribución de estos nuevos beneficios generados, muy lejos estará esta situación de beneficiar a todos los argentinos. Dado que el trabajador no es dueño de lo que produce sino de su fuerza de trabajo, solo puede quedarse con parte del excedente generado mediante la disputa por retener una porción de esa riqueza producida. Si esto no sucede, el sueño del mayor valor agregado no habrá resuelto los problemas.

Juan Carlos Travela* – @JuanCTravela

*Licenciado en Comercio Internacional e Investigador (UNQ)

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