31 enero, 2017
Trump, los musulmanes y las promesas de campaña
El anuncio de Trump de suspender por 120 días el ingreso de ciudadanos de Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen, no pasó inadvertido en Estados Unidos y distintos lugares del mundo. Una medida racista e ilegal que vaticina un peligroso futuro en el país del norte.
Por más polémicas que puedan resultar las medidas de Donald Trumpen el universo progresista estadounidense e incluso en otros países, no son necesariamente inauditas para sus votantes. Son, de hecho, parte de los argumentos por los cuales fue electo. Hace lo que prometió hacer. En él sí se puede confiar, dirán sus seguidores. El muro ya está en marcha, sumarán.
La orden ejecutiva firmada por Trump el viernes pasado lleva el título “Protegiendo a la Nación de ingresos de terroristas extranjeros a Estados Unidos”. Primero, prohíbe el acceso a EE.UU. de ciudadanos provenientes de Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen, aún si ya tienen su visa, por al menos 90 días. Vale aclarar que una investigación del Instituto Cato reveló que ningún ciudadano estadounidense perdió la vida en un ataque terrorista realizado por personas provenientes de los países vedados, con lo que no hay siquiera argumentos sostenibles que puedan justificar la decisión desde el punto de vista de la seguridad nacional.
La decisión también incluye otra medida, que cambia la histórica posición estadounidense en relación a las y los refugiados. Por 120 días queda suspendida toda admisión y, en el caso de aquellos provenientes de Siria, lo hace por tiempo indeterminado.
El pasado domingo, luego de protestas en distintos puntos del país, el presidente de EE.UU. intentó suavizar su propia decisión. “No es una prohibición a los musulmanes”, dijo y acusó a los medios de mentir. “No es para nada acerca de la religión, es sobre el terror y mantener seguro a nuestro país”, aseguró. Y agregó: “Hay más de 40 países de mayoría musulmana que no fueron afectados por el decreto”.
¿Cuáles sí y cuáles no? Según el diario británico Telegraph, no es casual que Trump haya dejado fuera del listado a algunos Estados con los que ha entablado negocios, como Arabia Saudita, Turquía, Egipto o los Emiratos Árabes Unidos. «Es interesante que, de los siete países en la lista, no hay un historial de alguien de esos países llevando a cabo un ataque en EE.UU. y que en los países que no están listados, hay una historia de gente de esas áreas llevando a cabo un ataque mortal», afirmó Ibrahim Cooper, director de comunicación en el Consejo de Relaciones Americano-Islámicas (CAIR por sus siglas en inglés), a BBC Mundo. Este lunes, esa organización presentó una demanda legal contra la orden de Trump.
“No tiene que ver con la religión”, insiste el presidente estadounidense. Pero el decreto también sostiene que se podrá realizar una excepción si la persona que quiere ingresar a Estados Unidos como refugiada profesa una religión minoritaria en su país de origen. El 27 de enero en una entrevista televisiva puso el ejemplo del cristianismo en Siria.
“Donald Trump convoca a una prohibición total de musulmanes entrando a Estados Unidos”, dijo el presidente, hablando de sí mismo en tercera persona, en plena campaña electoral. Hacia allí apunta su decreto sobre el tema. Su vocero, Sean Spicer, fue claro y sostuvo que se trata del primer paso en un sendero hacia la libertad regulada», lo que justificó en la necesidad de «adelantarse a los hechos y garantizar la seguridad en lugar de solamente esperar a reaccionar después de que los ataques ocurran».
La resistencia
Desde el fin de semana multitudes de estadounidenses se congregaron en aeropuertos y otros lugares a reclamar contra el decreto. El mismo atenta no solo contra la propia Constitución, que en su Primera Enmienda establece el derecho a la libertad de culto, sino contra elementos culturales fundacionales de esa sociedad, construida en base a la inmigración.
Fue principalmente en las terminales aéreas donde se expresó el rechazo a la medida de Trump, ya que las autoridades policiales impedían a migrantes entrar al país. Según Naciones Unidas, desde la sanción de la orden ejecutiva, se congeló la situación de 20 mil refugiados.
Hace unos días alrededor de 100 funcionarios de carrera -que sirvieron tanto en gobiernos demócratas como republicanos- del Departamento de Estado expresaron su oposición a las políticas llevadas a cabo por Trump: “Va contra nuestros valore como país”, dijeron. La Casa Blanca los instó a renunciar el lunes.
Un día después, la Casa Blanca expulsó a la fiscal general Sally Yates que también se atrevió a cuestionar el decretó. Según la administración de Trump, Yates «traicionó al Departamento de Justicia al negarse a aplicar una directiva legal diseñada para proteger a los ciudadanos de Estados Unidos».
El propio Barack Obama, en silencio desde que dejó la Casa Blanca, apoyó las protestas y criticó la decisión republicana, a través de su vocero Kevin Lewis. «Ciudadanos ejerciendo su derecho constitucional de reunión, organización y haciendo que sus voces sean escuchadas por los funcionarios electos es exactamente lo que esperamos ver cuando los valores estadounidenses están en peligro», sostuvo Lewis. Y dijo que Obama se sentía “conmovido” por el nivel de compromiso expresado en las comunidades de todo el país.
La ofensiva
En el medio de la polémica, fue lanzado el Comité “America first”. Se trata de un grupo de trabajo con asesores cercanos a Donald Trump conformado para delinear un plan de gobierno que permita llevar adelante y profundizar sus promesas de campaña.
No es la primera vez que un comité conservador con ese nombre entra en funciones. Su antecedente se encuentra en 1940, cuando encabezado por el aviador nazi-estadounidense Charles Lindbergh, intentaron mantener a EE.UU. fuera de la Segunda Guerra Mundial. Sin ánimos de forzar comparaciones, la coincidencia dice.
Desde el portal FiveThirtyEight, al analizar los datos de la elección que llevó a Trump a la Casa Blanca, se preguntan si el magnate fue electo por sus promesas de campaña o a pesar de ellas. Aunque sostienen que es muy pronto para afirmar si el electorado interpretó a Trump al pie de la letra, las acciones presidenciales dan a pensar que hablaba en serio y que da por sentada la confianza de su base social para ir por más.
Mientras miles salen a las calles y crecen los repudios del sistema político interno y mundial, el gobierno se acomoda en el Despacho Oval y calcula sus próximos movimientos. Donald Trump ya es presidente de Estados Unidos.
Julia de Titto – @julitadt
Si llegaste hasta acá es porque te interesa la información rigurosa, porque valorás tener otra mirada más allá del bombardeo cotidiano de la gran mayoría de los medios. NOTAS Periodismo Popular cuenta con vos para renovarse cada día. Defendé la otra mirada.