22 enero, 2017
Trump, la caja de pandora del imperio
Por Pablo Gandolfo. Si algo caracteriza el fenómeno Donald Trump, son las contradicciones en todos los niveles. Las que atañen a su persona, su discurso, su accionar. Pero también lo que opinan los analistas y la propia sociedad estadounidense, empezando por el mismo establishment.

Por Pablo Gandolfo. Si algo caracteriza el fenómeno Donald Trump, son las contradicciones en todos los niveles. Las que atañen a su persona, en su discurso y entre su discurso y su accionar aún incipiente. Pero más llamativamente, también lecturas opuestas entre analistas que generalmente coinciden, respecto a lo que significa y lo que viene a realizar.
Un tercer nivel, mas importante que los precedentes, es la división de la sociedad estadounidense y en particular de su establishment. La elección de Trump es a la vez síntoma y redoblado impulso a esta tendencia. Lo admitió Hillary Clinton tras su derrota: “Estados Unidos está más profundamente dividido de lo que pensábamos”.
En este tercer nivel, la contradicción no es la de opiniones adversas en un debate, son fuerzas sociales que necesariamente van a colisionar. En el plano dónde más claramente se están expresando es en las líneas de acción divergentes al interior del propio establishment. No es nuevo. Son innumberables las zancadillas que se han repetido durante estos años entre los sectores de poder. Hay ejemplos particularmente agudos en Siria, dónde el Pentagono, el Departamento de Estado y la CIA, o aún funcionarios de una misma agencia, se sabotean mutuamente.
Existen también ejemplos anteriores. La CIA se enfrentó a George W. Bush respecto a Irak. La administración respondió haciendo pública la identidad de la agente encubierta Valerie Plame y el caso acabó con Scooter Libby, un colaborador directo del presidente, encarcelado.
Por su parte Trump ya tuvo, antes de asumir, una disputa con una parte de las 17 agencias de inteligencia del país. En su esperada conferencia de prensa del miércoles 11 de enero, se refirió a la publicación en el sitio Buzzfeed de un supuesto informe de inteligencia que señalaba que Rusia poseía información comprometida sobre su persona y señaló a esas agencias como fuente posible de la filtración. “Tal vez fueron las agencias de inteligencia, lo que sería una mancha tremenda, si hicieron eso”, dijo.
Desde hace años que se manifiestan las contradicciones de las líneas geoestratégicas implementadas por Estados Unidos en su triple relación con Rusia, China y la Unión Europea. Esas contradicciones vuelven a expresarse ahora, de manera más aguda, respecto a la relación que Trump trata de de establecer con Rusia.
La decisión de Barack Obama de echar del país a 35 funcionarios rusos, fue un intento moderado para sabotear el acercamiento que propone la próxima administración y que contradice los manuales de casi todos los elaboradores de política exterior estadounidense. Para impedir ese acercamiento, el Deep State buscará detonar eventos más radicales, que no puedan ser ignorados por Trump. En ese sentido habrá que prestar especial atención a la guerra civil en Ucrania.
Es así como dos grandes interrogantes rodean a Trump. El primero es si de la maraña de contradicciones de sus discursos puede emerger una línea de acción estratégica coherente. El segundo, en función de los intereses afectados, a qué grado elevará la confrontación un establishment que lo rechaza.
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