América Latina

18 enero, 2017

Se lanzó en Honduras un frente opositor liderado por Zelaya

Por Andrés Scharager, desde Tegucigalpa. En el contexto de un creciente descontento popular, el partido liderado por el ex presidente Manuel Zelaya congregó a miles de militantes y consumó una alianza que genera altas expectativas de cara a las elecciones de noviembre.

Por Andrés Scharager, desde Tegucigalpa. A casi ocho años del golpe de Estado que derrocó al presidente José Manuel Zelaya Rosales, las organizaciones populares y el escenario político se reorganizan en Honduras. Con un masivo acto realizado en el Estadio Nacional de Ingenieros Coliseum, a propósito de la Asamblea Nacional del Partido Libertad y Refundación (Libre), este domingo se lanzó un amplio frente opositor al gobierno de Juan Orlando Hernández, del Partido Nacional.

El Partido Libre -brazo político del Frente Nacional de Resistencia, surgido al calor de la deposición de Zelaya en 2009- está compuesto por nueve corrientes políticas que congregan a la mayoría de las organizaciones populares del país, que van desde la izquierda marxista hasta vertientes latinoamericanistas.

En 2013 tuvo su primera incursión electoral, en la que su candidata, Xiomara Castro -esposa de Zelaya- alcanzó un cuestionado segundo lugar. Aunque fueron numerosas las denuncias de fraude que indicaron que debió resultar ganadora, no fue menor el corolario de aquella elección: por primera vez en la historia de Honduras se quebró el bipartidismo y el Partido Liberal quedó relegado a un tercer lugar.

A pesar de la intensa persecución política reinante en el país desde el golpe de Estado, que incluye represión, encarcelamiento y asesinato de militantes, el campo popular hondureño ha continuado organizándose y el espacio liderado por Zelaya y Xiomara Castro ha generado un gran entusiasmo en la población. La asamblea de Libre congregó a más de siete mil militantes de todo el país y contó con la presencia de todos los líderes políticos del Partido y una nutrida delegación internacional, que incluyó representantes del Partido de la Revolución Democrática (México), el Frente Amplio (Costa Rica), el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (El Salvador), Patria Grande (Argentina), el Partido Socialista Unido de Venezuela (Venezuela) y el Partido Comunista de Cuba, entre otras.

El evento inició con homenajes al líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, y a la renombrada ambientalista hondureña asesinada el año pasado, Berta Cáceres. Pero la nota más fuerte de la tarde la dio la consumación de una alianza opositora cuando los referentes de dos partidos minoritarios de Honduras, el Partido Innovación y Unidad (Pinu) y el Partido Anti Corrupción (PAC) se subieron al escenario y clamaron por la unidad para la derrota de Hernández, que va por una legalmente cuestionada reelección. En efecto, también se incorporó a la coalición una pequeña fracción disidente del oficialista Partido Nacional.

Es creciente el descontento en el país a partir del golpe de Estado. Ha continuado intensificándose la violencia de las «maras», que controlan íntegramente algunos territorios y no ha cesado la represión gubernamental por parte de la nueva e intimidante Policía Militar, por algunos llamada la “policía privada” de Hernández. A su vez, se encuentran en aumento los pesares económicos de la mayoría de la población, producto de tarifazos, privatizaciones y el desguace de programas y organismos estatales. Pero ni la censura ni la marginalidad social reinante en este país -entre las más altas de América Latina-, han ido en detrimento de la formación de una alternativa política.

Zelaya y Xiomara son hoy los principales referentes de la oposición y desde el golpe nuclean el desencanto y las frustraciones con las políticas oficiales. La militancia popular, que con la masiva resistencia de 2009 cobró un reimpulso y se dio un proceso de reagrupamiento, se organiza en torno a su liderazgo. Zelaya, que llegó al poder en 2006 como caudillo del tradicional Partido Liberal, comenzó al poco tiempo a tomar un giro a la izquierda que lo acercó a Hugo Chávez e integró a Honduras a la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).

Pero este viraje no sólo le valió el divorcio de su propio partido, sino de todo el establishment político-económico local y de los Estados Unidos, cuyas bases militares surcan el territorio hondureño. Así, a poco de que se consumase una consulta para el llamado a una Asamblea Constituyente, Zelaya fue depuesto y llamó al pueblo a la resistencia. Primero desde Costa Rica, a donde fue trasladado, y luego desde Honduras -una vez que logró reingresar clandestinamente-, se puso al frente de la oposición al golpismo y se convirtió en el principal referente popular.

El panorama que se abre en el país a partir de esta alianza siembra gran esperanza en la oposición pues son ciertas las posibilidades de que Xiomara, nuevamente candidata, se alce con la victoria. Pero su potencial gobierno abre tantas expectativas como interrogantes.

El Partido Libre es el indiscutido líder de la coalición -el hecho de que la alianza se lanzase en el marco de un acto propio, con los otros partidos como invitados, es prueba de ello-, pero la heterogeneidad de las corrientes que la componen siembra dudas sobre las orientaciones que cobrarían mayor gravitación. Lo incierto de la ideología y las convicciones que conducen a los conductores, así como el hoy impredecible nivel de incidencia que tendría cada tendencia, dificultan todo pronóstico. Pero en un contexto regional que parece estar virando a la derecha y hacia la plena restauración neoliberal, la situación hondureña abre el escenario y demuestra que la existencia de un “fin de ciclo” en América Latina depende de un juego que sigue abierto.

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