Cultura

16 enero, 2017

3%: el thriller futurista de Netflix sobre la exclusión

Un Brasil devastado donde sólo existe pobreza, miseria y la ilusión de un mundo mejor creado por “la pareja fundadora” por fuera de la plataforma continental. “Mar Alto” es la única salida: un lugar donde todos tienen acceso a la salud, la comida, el agua. Un único problema: sólo el 3% de la población puede vivir allí.

La serie 3% muestra un mundo dividido en dos lados: el lado “bueno” es un misterio que se va develando con algunas pinceladas a través de los capítulos, mientras el lado “malo” es toda la miseria a la que nadie quisiera estar condenado a sufrir. La esperanza para seguir viviendo es la posibilidad de pasar las pruebas, a los 20 años, para formar parte de ese 3% autorizado a vivir en Mar Alto.

Las evaluaciones incluyen entrevistas, pruebas de ingenio, de destreza física, de liderazgo y construcción de grupos. Incluso de ser capaz de pelear contra los peores miedos de cada participante. Todo es cuidadosamente vigilado por los responsables del “Proceso” -cualquier similitud con “Gran Hermano” o la selección de personal en una empresa no es mera coincidencia-.

En este juego, a diferencia de un reality show, las causas de eliminación no están claras desde el inicio: se asume que se trata de la supervivencia del más apto, aún cuando no se sabe cuáles son las aptitudes deseadas por «El Proceso». Se convierte así en un juego psicológico para adivinar qué significa ser parte de ese 3% de la población.

Quienes seleccionan a los elegidos cuentan con pastores que velan por contarles a quienes deben permanecer en el mundo de la miseria cuáles son las maravillas que suceden en ese otro lado. Predican y construyen la obediencia al régimen donde unos pocos concentran todo el bienestar: la posibilidad de vivir mejor se debe a la «pareja fundadora», una especie de díada a la que todos deben venerar.

La serie fue estrenada el 25 de noviembre de 2016, la misma fecha en que se publicó la nueva temporada de Gilmore Girls, lo que la hizo pasar prácticamente desapercibida, siendo una propuesta más que interesante.

Creada y guionada por Pedro Aguilera, se basa en una producción previa aparecida en Youtube. La serie de Netflix fue dirigida por César Charlone (reconocido por su dirección en Ciudad de Dios y el Jardinero Fiel) y producida por Mel Fronckowiak y Bianca Comparato, una de sus protagonistas.

La trama (con muy pocos spoilers)

Seis son los personajes sobre los que pone la lupa el relato. Cinco de ellos, participantes del proceso de selección. Fernando (Michel Gomes), el chico que anda en silla de ruedas y cuyo padre es pastor; Joana (Vaneza Oliveira), una mujer a la que  parece no preocuparle la ética ni el andar en grupo; Marco (Rafael Lozano), un joven cuya familia entera vive en Mar Alto y está destinado a pasar para mantener el linaje; Michele (Bianca Comparato), una chica que quedó sola en el mundo cuando su hermano falleció durante el Proceso; y Rafael (Rodolfo Valente), quien rápidamente muestra que es capaz de violar las reglas con tal de pasar las pruebas.

El sexto es el director del Proceso, Ezequiel (João Miguel), a quien las internas políticas de Mar Alto ponen bajo la mira para justificar que se haya producido el primer asesinato del otro lado del mundo. Aline (Viviane Porto), es quien debe fiscalizar cómo se da el Proceso, los criterios de selección y encontrar algún dato sucio para incriminar a Ezequiel y así ocupar su lugar.

Al mismo tiempo,  infiltrados de “La Causa”, organización clandestina que busca terminar con el régimen opresor, se filtran en las pruebas. Las razones para formar parte de “La Causa” no aparecen nítidamente como fundamentos ideológicos, sino que se expresan en motivaciones individuales. Su caracterización como una organización terrorista a la que hay que combatir es compartida tanto por los que viven en Mar Alto como por la población que queda excluida y condenada en el mundo, quienes defienden el Proceso incluso si ese sueño es el beneficio de unos pocos y ellos no puedan acceder jamás.

La mayoría de los personajes internaliza esta “meritocracia” aún cuando ninguno entiende cuáles son los méritos de quienes alcanzan el sueño (cualquier parecido con nuestra realidad, tampoco es coincidencia).

“Eres el creador de tu propio mérito”, repite Ezequiel año tras año al iniciarse las pruebas para pasar al otro mundo. A lo largo de los capítulos se irán viendo las estrategias desarrolladas por los distintos personajes, su involucramiento personal y la competencia con sus pares -o más bien, hasta donde puede llegar la miseria humana- para obtener un bienestar que suponen que existe pero que jamás vieron ni fueron capaces de imaginar.

También se conocerán cuáles son los valores que el Proceso determina que son necesarios para vivir en esa sociedad idílica. En las pruebas se interpela constantemente a la salvación individual, pero mediante estrategias que requieren la interacción grupal. Los mismos personajes llegan a la conclusión: “El Proceso es injusto porque el mundo es injusto”. Ninguna decisión ni acción de los personajes escapa a esta búsqueda de justificación de tanta injusticia.

Alejandra Soifer – @soifereta

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