Géneros

10 enero, 2017

Los reinados en jaque

Por Laura Oszust. “Los mejores cuerpos del verano”. Esta frase se podrá leer en la pantalla de televisión desde diciembre a fines de febrero. No son actrices, vedettes, cantantes, modelos o mujeres, son cuerpos. Los concursos regionales que eligen a su «Reina», forman parte de este entramado que estigmatiza y violenta.

Por Laura Oszust. “Los mejores cuerpos del verano”. Esta frase forma parte de la lista de zócalos que se podrán leer en la pantalla de varios programas de televisión desde diciembre a fines de febrero. No son actrices, vedettes, cantantes, modelos o mujeres, son cuerpos. Toda una definición.

No hace falta ser un especialista en género para saber o haber escuchado que la repetición del cuerpo de la mujer en los medios constituye la cosificación (dentro de la violencia mediática). Tal vez por este despertar concientizador, el debate sobre la utilización de la figura femenina como objeto alcanzó dimensiones inesperadas.

Juego de tronos

Las fiestas regionales del país se desarrollan durante todo el año, pero es desde enero a marzo tienen lugar algunas de las más populares como la Fiesta de la Vendimia (Mendoza), la Fiesta Nacional de Mar (Mar del Plata), y el Carnaval de Gualeguaychú (Entre Ríos), entre otros. Estos eventos celebran lo propio y tradicional del lugar y hasta se han convertido en verdaderos shows.

Pero además, tienen la particularidad de premiar a una mujer con el título de Reina. ¿Qué la hace acreedora a esta persona de la corona? Según el reglamento de la elección de la Reina de la Vendimia 2016 el veredicto del jurado (el cual se advierte que es “definitivo e inapelable”) se basa «en la belleza, figura, porte, cultura, personalidad y simpatía de la candidata elegida”. Salvo por el ítem referido a la cultura, sólo se tienen en cuenta atributos que están vinculados a su físico. Además son evaluaciones subjetivas, dado que no se explica qué tipo de personalidad se debe tener, cuán simpática se debe ser o cuánto se haya leído a Borges. Será por eso que aclaran que el fallo es indiscutible.

Otro punto curioso del reglamento son las condiciones para poder participar. Están habilitadas aquellas mujeres que sean mayores de 18 años de edad y menores de 25. Hasta el año 2016, en Mendoza, la concursante debía medir como mínimo 1,60 metros de altura descalza y las causas para ser removida de su puesto eran “matrimonio y embarazo, entre otras circunstancias”.

El año pasado estas dos condiciones fueron eliminadas por iniciativa de la Secretaría de Cultura de la provincia, lo cual generó tensiones y algunos municipios advirtieron que no acatarían los cambios. Al respecto, la presidenta de la Comisión de Reinas Nacionales de la Vendimia, Soledad Reina, sostuvo no estar de acuerdo: “Para una chica embarazada o con un hijo y que tenga actividades vendimiales, es muy engorroso y más riesgoso, por diversos factores”. Con esta visión engorrosa de la maternidad, por tener una hija, le quitaron la corona a Tamara Fernández, quien fuera elegida Miss Mundo Neuquén 2016.

Continuando con el reglamento de la Vendimia, a pesar de la modificación del mismo continúa siendo condición ser soltera, como si ello le impidiera representar bien a la provincia.

Hasta aquí se puede observar que se dispone de la mujer antes y después del concurso. Son casos en los que la violencia simbólica hacia la mujer refuerza la cosificación, le están diciendo cómo tiene que comportarse, cómo tiene que ser, cuánto tiene que sonreír para ser lo suficientemente simpática, cuándo ser un objeto sexual y cuándo ser un objeto puro y maternal.

¿El fin del reinado?

En los últimos meses han sido noticia las suspensiones de concursos belleza femenina, como “La cola Reef”, pero también provincias y municipios han tomado la iniciativa de transformar el premio de Reina.

En Gualeguaychú su intendente, Martín Piaggio, decidió cancelar los concursos para elegir reinas del Turismo y de los corsos populares explicando que esta iniciativa «apunta a evitar la cosificación y estereotipación de la mujer, en el marco de la lucha contra la violencia de género». Este año se elegirán a dos representantes culturales que pueden ser hombres o mujeres.

A pesar de esta iniciativa gubernamental el tradicional carnaval de las comparsas seguirá eligiendo a su Reina, dado que es un evento privado organizado por clubes y la decisión recae en los organizadores. Lo contradictorio es que Piaggio es el director de la batucada de la comparsa O Bahía, que volverá a competir este año y presentará a su candidata para Reina del Carnaval.

Otros municipios del país también han suspendido las elecciones de reinas, como la pionera Chivilcoy (Buenos Aires) y El Hoyo (Chubut).

Resulta comprensible que si alguien se inscribe en un concurso de belleza con los requisitos que posee, se atiene a las condiciones y tampoco debe ser juzgado por decidir participar, sea cual fuere su razón. Pero la objetivación, la estereotipación y la violencia no es sólo hacia la mujer que se presenta, sino hacia la que observa desde abajo de la pasarela.

No hace falta leer el reglamento para percibir que el canon de belleza es el de una mujer de más de 1,60, delgada y sonriente y que si medís 1,55, no tenés 60 centímetros de cintura y no mostrás los dientes todo el tiempo (pero sí a veces los colmillos), no calificas. Y para una mujer no ingresar en esos parámetros resulta estigmatizante.

Por esta razón el colectivo Ni Una Menos de Mar del Plata se opuso a la elección de la Reina del Mar que se desarrolló la semana pasada. En su comunicado, la organización sostiene: “[Lo que genera la elección de la Reina del Mar] no sólo es fortalecer estereotipos de belleza que son tóxicos y que promueven la bulimia, anorexia y depresión en mujeres jóvenes; [sino también] es la reproducción de la mujer como mercancía, en medio de una pandemia de violencia de género y femicidios”.

Desde 2009 existe en el país la ley de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia hacia las Mujeres que contempla la violencia simbólica definida como «la que a través de patrones estereotipados, mensajes, […] transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad». Desde esta perspectiva los discursos hegemónicos que son producidos y reproducidos por los concursos de belleza (y replicados e instalados por los medios de comunicación) generan que las mujeres sigan reglas en su vida cotidiana queriendo alcanzar un modelo de lo aceptable y de lo esperable, allí radica la subordinación.

Yendo a un análisis más extremo del caso, el punto que regula la maternidad de la candidata y la Reina choca en alguna arista con la violencia contra la libertad reproductiva. Ocho años después de sancionada la ley, el tema se pone en debate y genera reacciones, las participantes de estos eventos son las que encabezan la defensa del concurso acusando a otras mujeres de coartar su libertad.

«¿Pueden garantizar que la violencia de género va a terminar, erradicando la elección de una Reina Nacional?», se pregunta Natalia Cumuzzi, 44° Reina Nacional del Mar. Posiblemente no, pero poner el tema en debate es el primer paso para destruir esos relatos que sostienen la violencia.

@Laurencio86

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