9 enero, 2017
Autoridades israelíes defienden a soldado condenado por asesinar a un palestino
Un tribunal militar condenó por homicidio a un soldado israelí que fusiló a sangre fría a un joven palestino que yacía en el piso inmovilizado. Esta decisión vuelve a poner en primer plano las fisuras que atraviesan a la dirigencia política y a la sociedad del Estado judío.

Un tribunal militar condenó por homicidio a un soldado israelí que fusiló a sangre fría a un joven palestino que yacía en el piso inmovilizado. Esta decisión vuelve a poner en primer plano las fisuras que atraviesan a la dirigencia política y a la sociedad del Estado judío.
Marzo de 2016. Abdel Fattah al Sharif, de 21 años, yace en el suelo de Hebrón, herido por los balazos propinados por soldados israelíes. Abdel acaba de atacar y provocar heridas leves con su cuchillo a un soldado. A metros de la escena, otro uniformado avanza decidido, le quita el seguro a su fusil y, segundos después, dispara a sangre fría en la cabeza del joven palestino tumbado en el suelo. La escena puede verse en el impactante video filmado por un militante palestino de la organización pacifista israelí B’Tselem, y constituye una de las pruebas por las cuales Elor Azaria de 20 años, fue condenado el pasado 4 de enero por homicidio por un tribunal militar.
https://www.youtube.com/watch?v=ZYkRI5gMhus
El fusilado vivía en Hebrón, una de las ciudades palestinas donde la ocupación colonial de Israel se manifiesta de manera más desesperante. Lugar sagrado para judíos y musulmanes por albergar la supuesta locación de la tumba de las matriarcas y los patriarcas bíblicos, los retenes de control militar se suceden allí casi a cada cuadra, no permitiendo a los habitantes circular con libertad por sus propias calles.
La defensa, casi sin argumentos jurídicamente válidos para justificar el atroz crimen, había intentado reducir la condena argumentando que fueron los disparos recibidos previamente los que habían provocado la muerte del joven palestino. Sin embargo, quedó demostrado para los jueces la falsedad de dicho argumento, así como la plena conciencia del soldado en el momento de decidir sus actos.
El estado del Estado: la inverosímil reacción del gobierno
A poco de conocerse la sentencia, en una nueva demostración de extremismo ideológico y desprecio por la legalidad (ya no solo por la legalidad internacional, sino que en este caso por la legalidad propia) el primer ministro Benjamín Netanyahu se pronunció en contra de la decisión judicial y a favor de promover una amnistía para el joven asesino.
El líder del gobierno más derechista de la historia de Israel, no fue la única figura en salir a dar su incondicional apoyo al homicida. También lo hicieron la ministra de Justicia, Ayelet Shaked, y el ministro de Educación, Naftali Bennett, ambos líderes del ultraderechista y pro-colono partido Habait Ha Yehudí (“Hogar judío”), quienes pusieron en duda la neutralidad del tribunal. También alzó su voz el actual ministro de Defensa, Avigdor Lieberman, de Yisrael Beytenu (“Israel nuestra casa”), quien declaró que «ningún atacante palestino, hombre o mujer, debería salir vivo de un ataque».
En el otro extremo, nada menos que el propio jefe del Estado Mayor (máxima instancia de mando de las fuerzas armadas israelíes), Gadi Eizenkot, señaló que «un soldado solo puede quitar el seguro de su arma si hay una amenaza para él o sus compañeros soldados».
Esta no es esta la primera decisión judicial que provoca fuertes tensiones entre el Poder Ejecutivo y los órganos de Justicia. Hace unas pocas semanas se debatía en la opinión pública israelí la sentencia del Tribunal Supremo que obligaba a los colonos del asentamiento de Amona, construido ilegalmente en tierras privadas palestinas, a desalojar inmediatamente o ser expulsados por la fuerza pública. Más atrás en el tiempo, en 2005, la Corte Suprema ordenó la demolición de parte del “Muro de contención” levantado por Israel para “prevenir ataques terroristas”, que atraviesa en numerosos tramos a poblaciones árabes separando a las familias de sus tierras de cultivo, sus negocios, o sus parientes y amigos.
Se pone así de manifiesto una grieta al interior mismo del Estado israelí. Por un lado, una burocracia y un funcionariado más “racionalistas” y/o “legalistas”, cada vez más aislados y débiles, que buscan sostener quijotescamente el proyecto del fundador del sionismo Theodor Hertzl, es decir, construir en tierra palestina una república laica y democrática “a la europea”. Por otro lado, una camada de dirigentes de ultraderecha, imbuidos en una ideología fundamentalista, que buscan poner a la “Halajá” (ley religiosa judía), por encima de la legalidad secular, y que aboga por un ejercicio de la fuerza de ocupación colonial en los territorios palestinos libre de cualquier consideración legal o ética.
La grieta israelí
Las diferencias al interior del Estado se manifiestan a su vez en la sociedad misma. Una vez conocida la sentencia, las redes sociales y los medios de comunicación masiva ardieron, reflejando la profunda división entre quienes la apoyaban y quienes la rechazaban. Tal es así que los jueces que dictaron la condena, tuvieron que ser protegidos por la fuerza pública, ante la masiva ola de amenazas en su contra.
También hubo protestas durante la lectura de la decisión judicial por parte de grupos ultranacionalistas, con incidentes entre los manifestantes y la policía. Por otra parte, y a los pocos días de la condena, miles de israelíes se concentraron en la plaza central de Tel Aviv para pedir por la unidad nacional, convocados por un capitán del ejército y respaldados por figuras del centro político como el dirigente laborista Isaac Herzog, la ex canciller Tzipi Livni o el periodista devenido dirigente político de centroderecha Yair Lapid. En el mismo momento y lugar, figuras y militantes del ultranacionalismo realizaron una “contramarcha”.
Así, el sueño del Estado a la vez judío y democrático se desvanece. En el futuro, todo indica que Israel se convertirá en uno o en el otro. Si triunfarán definitivamente las cada vez más consolidadas tendencias ultranacionalistas, fundamentalistas y antidemocráticas, o logrará el establishment laico y “moderado” reponerse y volver a ofrecer una alternativa política viable, es una incógnita a develar.
Solo dos cosas son seguras para el porvenir. Que ambas alternativas en disputa siguen excluyendo de la discusión a los casi dos millones de árabes palestinos que viven en el país (y por supuesto, a los que viven bajo ocupación en Cisjordania), y que con un mundo que gira casi en bloque hacia la derecha, se aproximan tiempos turbulentos para los israelíes. Tiempos en los que los fantasmas de lucha intestina despertarán a la sociedad dormida de la falacia con la que se viene representando a sí misma en comparación con su entorno desde su fundación, es decir como un enclave “democrático” en la siempre caótica región de Medio Oriente.
Joaquín Zajac – @joaquinitoZ
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