3 enero, 2017
Carta para un militante en 2017
Por Juan Manuel Erazo. El resultado del primer año de Cambiemos en el poder demuestran dos cosas: que la contraofensiva reaccionaria es más compleja de lo que la militancia popular creía y que el campo popular cuenta con más reservas de las que la derecha orgánica quisiera.

Por Juan Manuel Erazo. No hubo helicóptero. No hubo “diciembre intranquilo”. No hubo frenos en el Congreso. No hubo paro nacional. Sí hubo derrotas, también resistencias, e incluso algunas conquistas. El resultado del primer año de Cambiemos en el poder demuestra dos cosas: que la contraofensiva reaccionaria es más compleja de lo que la militancia popular creía, y que el campo popular cuenta con más reservas de las que la derecha orgánica quisiera.
La contraofensiva reaccionaria continental ha logrado reforzarse en este último año y cuanta hoy con una reconfiguración de alianzas diplomáticas entre países (como Argentina, Paraguay y Brasil) en pos de dar fin al ciclo progresista de la última década (el constante aislamiento de Venezuela da cuenta de esto). Esta avanzada esta a merced de un posible cambio de ordenes por parte del imperialismo norteamericano luego del triunfo de Trump, que puede intensificar y violentar su influencia, o mantener el status quo (la renuncia de Prat Gay y la asunción de un ministro cercano al magnate americano son acciones preventivas en este sentido).
La globalización tambalea, y con ella el mundo entero. Este fenómeno que fue meta, relato, horizonte ideológico y cauce de las esperanzas colectivas hacia un único destino capitalista, se resquebraja y tiende hacia un repliegue al interior de las fronteras y el retorno de la ira xenofóbica como discurso político acumulativo, reforzando la idea de un mundo inseguro y de nadie.
El panorama es complejo. Pocas veces en la historia (¿podría decirse nunca?) se ha dado una correlación de fuerzas tecnológica, económica y social tan desigual entre el dominador y el dominado. En criollo, el mundo se va al tacho, y vas a tener que militarlo igual.
Gramsci + Lenin + Gramsci
El vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera planteó en una entrevista: “Articula y cambia el sentido común, pero derrota a tu adversario. Y luego de derrotar al adversario vuelve a articular. Esa es la formula real y practica de la hegemonía”. Esta estrategia la resume en una pequeña formula: “Gramsci, más Lenin, más Gramsci nuevamente”.
¿Qué es Antonio Gramsci para García Linera?: “El revolucionario de la acción y de la reflexión que entendía la hegemonía como articulación y transformación cultural.” ¿Qué es Vladimir Lenin?: “El revolucionario de la acción y de la hegemonía entendida como derrota del adversario.”
Basándonos en esta fórmula podemos proponer algunas conjeturas:
1. Hay un proceso de intensificación de la lucha de clases, pero no hay hegemonía del lado dominante, ni hay derrota definitiva del lado dominado.
2. El campo popular acaba de sufrir una seria derrota (de la que no logra recomponerse) en la lucha de ideas, de sentido común.
3. Las clases dominantes, con una correlación de fuerzas favorable, están en busca de la derrota definitiva de su adversario (el campo popular).
4. Aún no lo han logrado, pero pueden hacerlo.
Las clases dominantes tienen una estrategia medianamente desarrollada: la instauración de un bipartidismo conservador entre una fuerza liberal en términos más clásicos y otra con rasgos más populares. Para lograrlo deberán intensificar la fragmentación del campo popular, asegurar la avanzada del capital sobre el trabajo (cese de paritarias, flexibilización, etc.) y el aislamiento o la subordinación (elemento todavía factible) de la fuerza que pudo transformar estructuralmente el país y hoy parece solo contar porotos. Hablamos del kirchnerismo.
El campo popular parte entonces de dos casilleros atrás. Por un lado debe recomponer una correlación de fuerzas medianamente considerable en la lucha de ideas. Por otro lado, debe plantearse la derrota del adversario. Sería un error considerar que la lucha de ideas pasa solo por escribir artículos de análisis político, publicar en redes sociales y discutir candidaturas. También sería un error considerar la lucha reivindicativa sin la disputa de ideas y la construcción de una alternativa política continental. Son ambas a la vez, y todas implican militar.
Vas tener que militar igual
El campo popular atraviesa dos desorientaciones claras. Por un lado, identificar al enemigo de manera mucho más concreta, por otro lado, plantear una estrategia única para la derrota de ese enemigo. En este sentido cabe considerar que la alianza Cambiemos es solo una expresión de la avanzada reaccionaria, pero podría no ser solo la única, ya que el establishment cuenta con varios remplazos: el Frente Renovador y los sectores conservadores del Partido Justicialista.
Esta realidad tensiona al campo popular ¿Habrá que articular con el “menos peor” de los partidos del orden en pos de volver a ser gobierno en un futuro? ¿Habrá que construir una nueva fuerza política y social que no sea satélite a las estrategias de los sectores dominantes? ¿Hay que garantizar la pureza de la militancia contra todo tipo de desviaciones estratégicas?
La rearticulación del campo popular, para quien realmente la quiera, debe militarse. Esta es procesual, es contradictoria, desigual y compleja.
Requiere humildad. Esa es la clave. Humildad, porque se viene de una derrota que nos demuestra que todos los sectores del campo popular tenían estrategias deficientes. Humildad porque hay que salir a la calle a discutir, debatir con el compañero y dialogar de par a par. Humildad porque los que más sufren el ajuste son los pobres, a los que solo les queda morir de hambre o luchar.
Requiere claridad estratégica. Esa es la clave. Claridad porque el enemigo no está dentro del campo popular sino afuera. Claridad porque la guerra es contra el neoliberalismo y sus múltiples garantes. Claridad porque hay que formarse. Claridad porque hay que ver los largos y medianos plazos como lo hicieron Fidel Castro y Hugo Chávez. Claridad de identificar a los nuevos sujetos activos, de lograr la unidad orgánica entre los trabajadores formales y los excluidos. Claridad es dar cuenta del poderoso rol de las mujeres que hacen tambalear al patriarcado y, con él, a las fuerzas que lo sostienen.
Requiere militar. Esa es la clave. Porque se nos agota la mística y hay que encenderla de nuevo. Porque las estrategias históricas no parten de los manuales, la cantidad de cargos públicos y las carreras políticas individuales. Las estrategias históricas parten de la militancia concreta, de la construcción de sujetos empoderados, de las llamadas nuevas mayorías que deberán aunar los intereses de diversos sectores de las clases subalternas en una misma alternativa emancipadora y disruptiva. Siempre oscurece antes de amanecer, antes de la redención.
No hay que desesperar, porque la organización del pueblo dura más que la tinta de impresión, porque el poder de los pobres, los excluidos y los esclavos del mundo pesa mucho más que el ínfimo gramaje de una boleta.
@JuanchiVasco
Foto: Bárbara Leiva
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