Cultura

28 diciembre, 2016

El miércoles se queda corto: Un largo silencio

En Notas – Periodismo Popular entendemos que, en los tiempos que corren, no siempre se dispone de dos horas para ver una buena obra cinematográfica. Por eso te acercamos, semana a semana, los mejores cortometrajes al alcance de un click. Hoy: Un largo silencio, de Eliseo Subiela.

En Notas – Periodismo Popular entendemos que, en los tiempos que corren, no siempre se dispone de dos horas para ver una buena obra cinematográfica. La realidad es que no hace falta tanto tiempo para ver qué historias tienen para contar realizadores de todo el mundo y por eso te acercamos, semana a semana, los mejores cortometrajes al alcance de un click. Hoy: Un largo silencio, de Eliseo Subiela.

El legado de Eliseo Subiela aún es difícil de apreciar. Pasarán muchos análisis, recuerdos y estudios antes de llegar a una conclusión tan necesaria como dolorosa. Sin embargo, tomando distancia, entendemos la sensibilidad con la que el director fallecido este domingo logró conmovernos durante tanto tiempo.

Un relato en off nos acompaña durante todo el trabajo. Las imágenes son fuertes, conmovedoras, cuidadas. La toma de establecimiento con la que arranca este cortometraje de 1963 nos entrega la imagen de un gran paredón. Una persona lo recorre de un lado a otro, obsesivamente. De a poco vamos entendiendo hacia donde apunta este encuadre, a dónde nos quiere llevar y con qué nos intenta conectar. El narrador nos cuenta cómo estas personas, juzgadas por terceros como poco compatibles al funcionamiento de la sociedad, son empujadas al olvido, al abandono entre cuatro paredes de un neuropsiquiátrico.

Una constante, entonces, aparece a lo largo de la vasta carrera de Subiela. Junto al amor, la vida y la muerte, el de la locura es un tópico con el que frecuentó en toda su obra. Se recuerda Hombre mirando al sudeste como el mayor hito del director, sobre todo a este tema, pero este documental realmente sienta las bases de lo que vendría casi treinta años después.

Si bien es un trabajo que reúne imágenes de archivo que recopiló Subiela en el (actual) Hospital Borda, su tratamiento estético no tiene nada que envidiarle a películas de ficción más tradicionales. La fotografía de Juan José Stagnaro (ladero histórico de Leonardo Favio) le inyecta las dosis necesarias de sensibilidad para conectar con el relato que nos entregan las voces de Lautaro Murúa y María Vaner.

Con su partida, Subiela nos deja un puñado de relatos que nos acercan a vidas que son momentos en la memoria de hombres y mujeres que no merecen ser olvidados. Como él mismo.

Iván Soler – @vansoler

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