Mundo Gremial

27 diciembre, 2016

Azucareros: organización sindical y persecución gremial

En un artículo publicado esta semana en Notas – Periodismo Popular hablamos sobre las terribles condiciones de trabajo en los ingenios azucareros. Y anticipamos este artículo sobre los avances sindicales y la persecución gremial que lleva adelante la alianza entre poder político, empresarios y poder judicial.

En otro artículo publicado esta semana en Notas hablábamos sobre las terribles condiciones de trabajo en los ingenios azucareros. Y anticipábamos este artículo sobre los avances sindicales y la persecución gremial que lleva adelante la alianza entre poder político, empresarios y poder judicial.

La industria de la caña

Sólo tres provincias concentran el 99,5% de la producción nacional de caña de azúcar: Tucumán (donde se concentra el 64,5%), Jujuy (con un 23,4%) y Salta (con 11,3%). Y, a su vez, una gran parte de las familias que habitan en esas provincias viven -de forma directa o indirecta- de esta industria. De los 22 ingenios que existen en todo el país, 15 están ubicados en Tucumán, dos en Salta y tres en Jujuy.

La producción azucarera se sostuvo históricamente con mano de obra intensiva requiriendo miles y miles de trabajadores. El proceso de tecnificación no resolvió este problema. Más bien lo empeoró. Al necesitar cada vez menos trabajadores, el disciplinamiento fue mayor.

Por eso, el enorme enriquecimiento de los dueños de los ingenios tiene que verse como la contracara de la pobreza y precariedad de sus trabajadores.

La recuperación sindical

Los trabajadores tradicionalmente se han organizado en torno a sindicatos por empresa. Esto se debe, sin duda, a la relación estrecha en términos espaciales entre el ingenio, las plantaciones de caña, los pueblos y la organización sindical.

La historia de represión y persecución han dejado como saldo que durante años los trabajadores no consiguieran una representación gremial que los protegiera. El caso más emblemático es Ledesma y la “Noche del apagón”, como se conoce a la serie de interrupciones en el suministro eléctrico entre el 20 y el 27 de julio de 1976. Durante esos días fueron secuestradas 400 personas y al menos 33 continúan desaparecidas. Ese pueblo y ese sindicato tuvieron que esperar hasta el año 2008 -32 años después- para que una nueva generación de trabajadores lograra organizarse con eficacia y alcanzara la conducción del sindicato en el 2011.

La huelga de 43 días

Un caso emblemático en la recuperación sindical es el Sindicato de Obreros y Empleados del Azúcar San Isidro. La nueva conducción se conformó en los conflictos del año 2013. Un grupo de jóvenes trabajadores se impusieron a la vieja burocracia y ganaron las elecciones con el 66% de los votos.

Al año siguiente se realizó un paro de actividades desde abril que duró 43 días. Los reclamos incluían aumentos salariales, mejoras en las condiciones de seguridad, reducción de la cantidad de surcos de siembra para lograr el jornal y cambios en las modalidades de contratación. Soportaron presiones, hostigamiento y represión policial. Se logró conseguir casi todas las demandas. La correlación de fuerzas comenzaba a cambiar. La estrategia de la patronal, también.

Sanciones y denuncias penales contra dirigentes

Al mismo tiempo que los sindicatos avanzan, la persecución crece. El informe realizado por la CTA Autónoma denuncia, por ejemplo, que los ingenios Ledesma y San Martín del Tabacal “han diseñado verdaderos planes sistemáticos para debilitar las organizaciones sindicales”.

Las formas de persecución van desde suspensiones o discriminación en el trato diario, la prohibición de ingresar a los ingenios para miembros de la dirección sindical hasta el desarrollo de campañas mediáticas. Y en muchos casos las empresas han intentado aumentar el ritmo de trabajo, amenazando las fuentes laborales.

En cuanto a la judicialización de la protesta, sirve como ejemplo el caso de Mariano Cuenca, secretario general del Sindicato de Obreros del Ingenio San Isidro. Entre el 2014 y el 2015 enfrentó la apertura de 11 causas penales.

En su mayoría se trata de amenazas denunciadas por gerentes o personal jerárquico del ingenio.

En Ledesma se acumulan las causas año tras año. En 2015 la denuncia fue contra cinco integrantes de la comisión directiva del sindicato. El delito: turbación de la posesión, en el marco de un conflicto por paritarias salariales. Un año después se abrió una causa contra seis integrantes de la misma comisión, un asesor legal y tres delegados. La denuncia fue hecha mientras los trabajadores eran reprimidos por fuerzas de seguridad.

Interrogatorios

“Vos estuviste de paro, vos estuviste en la ruta, vos estás marcado; dejá todo, no hagas nada, porque si no te van a terminar echando”. Con estas palabras describen los trabajadores las entrevistas que mantienen con funcionarios de la empresa.

Las sanciones que se imponen suelen venir después. Cuando los trabajadores ya fueron obligados a pasar por los interrogatorios. Por lo general son generados por una discusión entre el trabajador y el capataz. En muchos de ellos interviene un abogado, un escribano y un contador designados por la empresa. Mientras que el trabajador tiene prohibido asistir con asesores o representantes gremiales.

Multas económicas

Otra forma de disciplinar a los sindicatos es la presión económica. En 2016 la autoridad administrativa del trabajo de Jujuy disputo multar al sindicato con la suma de 2.355.000 pesos por no acatar la segunda conciliación obligatoria.

La organización también fue multada por quemar neumáticos durante un conflicto por las negociaciones salariales. En este caso fue de 150 mil pesos. La misma medida fue impuesta a su secretario general, Rafael Vargas.

La conexión Milagro

En el caso de los azucareros, como en de Milagro Sala y los otros presos políticos, la acción de la derecha se organiza a manera de cerrojo. No es una acción. Son acciones en todos los frentes. Y no es eventual, es una matriz probada una y otra vez.

La manipulación de la opinión pública a través de los medios, el desgaste de fuerzas y la desmovilización en manos del Poder Judicial con sus múltiples causas y acusaciones. Los aprietes y los castigos. Habrá que ver si los trabajadores pueden ir saliendo de la encerrona de la permanente posición de defensa y tomar la delantera. Como rezaba aquella entrañable canción de la Guerra Civil Española: «Si eso pasara, otro gallo cantaría».

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