Batalla de Ideas

18 diciembre, 2016

2016: el año de la política neoliberal en crisis

Por Lucas Villasenin. Los sucesivos acontecimientos políticos del último año han expresado múltiples tendencias desarrolladas a partir de la crisis que comenzó en 2007 en Estados Unidos y cuyas consecuencias se hacen presentes en todo el mundo.

Por Lucas Villasenin. Los sucesivos acontecimientos políticos del último año han expresado múltiples tendencias desarrolladas a partir de la crisis que comenzó en 2007 en Estados Unidos y cuyas consecuencias se hacen presentes en todo el mundo.

¿De dónde viene la crisis?

En 2007 entidades financieras norteamericanas entraron en quiebra luego de haber emitido durante años una gran cantidad de créditos de alto riesgo que fomentaron una burbuja financiera. La crisis bancaria comenzó a atraer la atención del mundo entero cuando en diciembre de aquél año el presidente George W. Bush anunció la intervención del Estado para paliar la situación.

En septiembre de 2008 pocos analistas negaban la magnitud de la crisis en curso ante la quiebra del gigante de Wall Street Lehman Brothers y el efecto dominó que suscitó. La salida planteada desde la Reserva Federal de EE.UU. consistió en la emisión de más de 16 billones de dólares en sólo cuatro años para salvar a quienes fueron responsables. Desde entonces el poder de Wall Street sobre la economía mundial, en lugar de decrecer, se fortaleció a partir del intervencionismo estatal.

Estados Unidos, a pesar de mantener gigantescos y sistemáticos déficits fiscales y comerciales desde la Segunda Guerra Mundial, gracias al poder de su divisa juega aún un papel central en la economía global. Esa condición evitó que las consecuencias más trágicas de la crisis estallen inmediatamente en el país en el cual había dado sus primeros pasos.

La inestabilidad económica se trasladó a Europa y los salvatajes a bancos en este caso no pudieron ser cubiertos a partir de la emisión indiscriminada de dólares. El enorme endeudamiento de los Estados europeos es una consecuencia de esta nueva situación. En lo inmediato, la resolución del problema vino de la mano de las políticas de austeridad que destruyeron derechos sociales conquistados durante todo el siglo XX.

La recesión de la economía mundial afectó en el corto plazo a las principales economías emergentes (China, Rusia, India y Brasil) cuyo crecimiento productivo encontró un límite. La caída de los precios internacionales de materias primas hizo llegar la crisis a los países periféricos del sistema-mundo capitalista.

Distintos análisis resaltan el carácter civilizatorio de esta crisis mostrando sus consecuencias ambientales, alimentarias, migratorias, militares y en la división internacional y sexual del trabajo.

¿Qué pasó en 2016?

Durante el último año, debido a este proceso, entró en crisis la alternativa neoliberal. Si en 2007 el salvataje a los bancos y a los empresarios destruyó el dogma en contra de la intervención estatal en la economía, en 2016 se chocó contra la pared el relato que sostiene que ante esta situación es posible una salida dentro de los marcos políticos del neoliberalismo.

El plebiscito en Reino Unido en el que se impuso la posición de salir de la Unión Europea y el triunfo de Donald Trump en EE.UU. fueron un golpe inesperado para los apologistas de la gobernabilidad conservadora de la crisis. La posibilidad de desintegración de la Unión Europea y la llegada a la Casa Blanca de un líder que surgió por fuera del establishment político son una amenaza directa para la nueva revolución neoliberal.

Así como se planificaba una salida a la crisis salvando a sus responsables, los ideólogos y políticos del sistema buscan una salida con más neoliberalismo. La aprobación de gigantes tratados de libre comercio, el ataque directo y planificado a las economías emergentes y periféricas y a los procesos políticos que cuestionan los pilares del orden geopolítico son parte de esta agenda. En lugar de una alternativa proteccionista en las economías centrales esta nueva revolución neoliberal se propone aumentar la acumulación por desposesión en las economías periféricas, precarizando aún más la fuerza de trabajo en el mundo entero.

Sin embargo la crisis ideológica y política abierta por el neoliberalismo ha dado lugar a la emergencia de fuerzas de tinte neofascistas en Europa y en EE.UU. que cuestionan la idea de que las tareas gubernamentales se limitan a la mera gestión del aparato estatal al servicio del mercado. Estas nuevas referencias de la derecha mundial construyen una alternativa proteccionista de las élites a la crisis que sustituyen el espíritu liberal por prácticas xenófobas y machistas.

La situación política e ideológica del neoliberalismo tampoco es terminal. Si bien sus pilares son amenazados por fuerzas reaccionarias, son lo suficientemente eficaces para bloquear alternativas transformadoras de fuerzas progresistas o de izquierda. Así como el año pasado los poderes europeos aplastaron el intento del pueblo griego de cuestionar el orden neoliberal, este año en España los conservadores y los socialistas se han puesto de acuerdo para evitar la posibilidad de que Podemos formara parte de una coalición de gobierno. Algo similar ha sucedido en Estados Unidos cuando Hillary Clinton se impuso sobre Bernie Sanders en las internas demócratas.

América Latina: entre la alternativa real y la incertidumbre

Si una certeza había en el mundo hasta hace pocos años era que en América Latina se gestaban las alternativas concretas al proyecto neoliberal. Desde el Caracazo en 1989 y el levantamiento zapatista de 1994 hasta la derrota del ALCA en 2005 y la llegada al gobierno de fuerzas anti-neoliberales se demostró que desde la resistencia se podían construir alternativas que cuestionaran los límites mercantilistas y anti-democráticos que predominan en el mundo.

Con los golpes de Estado en Honduras y en Paraguay se dieron los primeros pasos de una contraofensiva de este proceso. El triunfo electoral de Macri en Argentina y de la derecha en Venezuela en los últimos meses de 2015 dieron golpes que facilitaron las tareas de las fuerzas neoliberales en 2016. La derrota de Evo Morales en el plebiscito en Bolivia, el golpe de Estado parlamentario en Brasil, la llegada de Pedro Pablo Kuczynski a la presidencia en Perú y el triunfo del «no» en el plebiscito en Colombia avanzaron en ese camino y debilitaron a las fuerzas populares.

Pero tampoco hay un camino lineal y exitoso para quienes propugnan poner al continente al servicio de la nueva revolución neoliberal. El 2016 deja un saldo sumamente negativo para este proyecto a nivel mundial. Y además, su incapacidad de derrocar a los gobiernos que llevaron a cabo los cambios más radicales, la capacidad de organización y movilización popular en países como Argentina y Brasil, así como la emergencia de nuevas fuerzas anti-neoliberales en Chile, Perú y Colombia marcan una coyuntura plagada de incertidumbres para los próximos años en la región.

@villaseninl

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