11 diciembre, 2016
Qué está pasando en Chile
Por Lucas Villasenin. Cambios importantes se están dando en el país trasandino que ha sido presentado como un paradigma exitoso del neoliberalismo. La desaceleración del crecimiento económico, la enorme desigualdad social y la crisis de representación política vislumbran un nuevo horizonte de cara a la elección presidencial de 2017.

Por Lucas Villasenin. Cambios importantes se están dando en el país trasandino que ha sido presentado como un paradigma exitoso del neoliberalismo. La desaceleración del crecimiento económico, la enorme desigualdad social y la crisis de representación política vislumbran un nuevo horizonte de cara a la elección presidencial de 2017.
Dictadura y neoliberalismo
El último sábado se cumplieron diez años del fallecimiento del dictador Augusto Pinochet que gobernó Chile entre 1973 y 1990. Cualquier análisis de la coyuntura chilena no puede prescindir de que la transición pos-dictatorial aún sigue vigente. La constitución de 1981 que rige el destino del país no sólo marca los límites sobre los cuales se mueve el sistema político sino que también es la base del proyecto neoliberal.
El legado de Pinochet no se fue con su entierro. La instauración de un orden político que privilegia una alternancia entre partidos de derecha y de centro-izquierda es parte de las condiciones fijadas luego de que el dictador dejara la presidencia. La conformación de un «duopolio» a partir de un sistema parlamentario que no respeta proporcionalidades y sólo habilita la participación de las dos primeras minorías o mayorías electorales claramente no da cuenta de la diversidad política, cultural y regional del país. La destrucción de los derechos laborales y de las condiciones legales para la organización sindical son también pilares fundamentales de las políticas de precarización laboral que padece una parte significativa de la población.
No son pocos los intelectuales que marcan el derrocamiento de Salvador Allende en 1973 como uno de los momentos fundacionales del proyecto neoliberal en el mundo. La liberalización del comercio exterior y la flexibilización de la condiciones de explotación para las empresas transnacionales que destrozaron la soberanía de los Estados se asentaron en el caso de Chile, primero con la práctica efectiva de un genocidio y luego sembrando un disciplinamiento sistemático en la sociedad civil.
El modelo chileno es paradigma de los ideólogos neoliberales. A pesar de que el Coeficiente de Gini indica que es una de los países más desiguales, el éxito del modelo se habría basado hasta el año 2010 en que era una de las economías con mayor crecimiento en la región. La crisis mundial del neoliberalismo en aquel año hizo llegar muy rápidamente sus efectos de una manera que no se dio en ningún otro país sudamericano.
El retiro de inversión extranjera se duplico (de 9.500 millones de dólares a 20.400). Este indicador junto con el desaceleramiento sostenido de su economía puso en duda las virtudes tan halagadas del modelo.
La juventud como motor del cambio
El sistema político conservador que fijaba el consenso neoliberal encontró una grieta en 2011 a partir de las demandas educativas que emergieron como centro del debate político. Si bien en la década precedente la lucha de mineros y estudiantes había sido significativa, las masivas movilizaciones de aquel año contaron efectivamente con un apoyo de la mayoría de la población. La mercantilización del sistema educativo que endeuda de por vida a sus estudiantes y excluye a las mayorías fue el asunto que logró poner en jaque el conjunto del modelo.
Los y las referentes como Camila Vallejo, Giorgio Jackson y Gabriel Boric se transformaron en voceros efectivos de una juventud que tenía un quiebre de expectativas respecto a las generaciones pasadas. El conjunto de las luchas de trabajadores, de movimientos territoriales e indígenas y del movimiento de mujeres se vieron desde entonces impregnados de una rebeldía que tuvo décadas de gestación pero que tuvo su punto de quiebre en la masividad de las movilizaciones del 2011.
En aquel año las respuestas del gobierno derechista de Sebastián Piñera estuvieron lejos de dar soluciones satisfactorias a las demandas estudiantiles. En 2014 Michelle Bachelet volvió al gobierno ampliando la Concertación y conformando la Nueva Mayoría que incorporó a referentes de las movilizaciones y a sus demandas. El hábil juego electoral se topó contra una pared: la reforma educativa no se llevó a cabo y la propuesta planteada se contrapone con las aspiraciones de aquellas movilizaciones.
Simultáneamente el gobierno no sólo dio continuidad a los pilares del modelo sino que profundizó iniciativas neoliberales como los tratados de libre comercio y el recorte de derechos sociales. El estallido de casos de corrupción entre familiares de Bachelet y funcionarios gubernamentales fue otro elemento que alejó a la Nueva Mayoría de las aspiraciones que había promovido en 2014. Actualmente el descontento con el gobierno es mayoritario y, según la encuesta N°138 de Plaza Pública Cadem, en septiembre llegó al 73%.
La posibilidad de un Frente Amplio en 2017
Las elecciones municipales de octubre de este año dejaron como saldo un claro avance de las fuerzas derechistas que el próximo año se postularán en el frente Chile Vamos. Quien participó del acto asunción de la emblemática alcaldía de Maipú ganada por este espacio electoral a la Nueva Mayoría fue Sebastián Piñera. El ex-presidente sería el principal aspirante para postularse en la elección presidencial de 2017 por este frente. El otro candidato posible es Manuel José Ossandón que emula a Donald Trump con sus declaraciones xenófobas y machistas.
El sistema político chileno no habilita la reelección y, dentro de la Nueva Mayoría en retroceso, los grupos más conservadores postulan al desgastado ex-presidente Ricardo Lagos mientras que los más progresistas, promueven como candidato al periodista Alejandro Guiller.
Simultáneamente una brecha al consenso neoliberal se ha abierto en el plano institucional con la llegada de referentes estudiantiles como Jackson y Boric al Congreso en 2014. Ese camino encontró otro mojón cuando en la última semana asumió Jorge Sharp como alcalde en Valparaiso luego de triunfar impulsando una plataforma ciudadana y amplia que ha roto con el duopolio en la tercera ciudad más poblada de Chile. Simultáneamente huelgas de trabajadores públicos, del comercio y mineros, movilizaciones en contra del sistema de pensiones privatista y la emergencia de un enorme movimiento de mujeres recorrieron el país durante los últimos meses.
Las organizaciones que emergen entre lo nuevo y lo viejo como Movimiento Autonomista, Revolución Democrática, Izquierda Libertaria y Nueva Democracia están debatiendo impulsar un Frente Amplio para las elecciones de 2017. Este espacio si bien aún es pequeño para romper el duopolio neoliberal, puede incorporar a más grupos que son parte de las luchas sindicales, territoriales, estudiantiles y del movimientos de mujeres para presentar así una tercera fuerza con un gran potencial.
Resta definir formatos y candidaturas que en los próximos meses podrían delinearan un nuevo escenario político en la historia de Chile. Un horizonte esperanzador y de cambio parece abrirse en el corazón del proyecto neoliberal en Nuestra América.
@villaseninl
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