Nacionales

11 diciembre, 2016

Malamud: «El gobierno no dialoga, negocia»

Andrés Malamud, politólogo e investigador de la Universidad de Lisboa, analizó en diálogo con Quemar las Naves (Radio Sur) el primer año de gestión de Mauricio Macri y Cambiemos: el Congreso, el «diálogo», las elecciones de 2017, Milagro Sala y las discusiones internas de la alianza de gobierno.

Andrés Malamud, politólogo e investigador de la Universidad de Lisboa, analizó en diálogo con Quemar las Naves (Radio Sur 88.3) el primer año de gestión de Mauricio Macri y Cambiemos: el Congreso, el «diálogo», las elecciones de 2017, Milagro Sala y las discusiones internas de la alianza de gobierno.

– ¿Qué puntos resultan centrales a la hora de pensar un análisis del primer año de gestión de Cambiemos?

– Lo principal es que el país no explotó. Pero en realidad no tenía por qué explotar. Uno tiende a pensar que los gobiernos no peronistas, con minoría parlamentaria y en un contexto internacional desfavorable, se van antes de tiempo. Y esto solía ser así. Lo que pasa es que antes de tiempo no era a un año de gobierno. Eran dos en el caso de De La Rúa, cinco y medio en el caso de Alfonsín. Así que el hecho de que Cambiemos haya funcionado bien el primer año es bueno. Pero no es garantía de que siga así.

– ¿Y si tuvieras que pensar momentos del año en los que el gobierno logró avanzar y otros donde le costó o retrocedió?

– El punto alto y el bajo ocurrieron en el último mes y en el mismo lugar, el Congreso de la Nación. Primero, el Congreso aprobó por una mayoría impresionante el presupuesto nacional que es la herramienta que el gobierno necesita para gobernar. Después, pocas semanas más tarde, la Cámara de Diputados le dio una paliza al gobierno con el impuesto a las ganancias. Lo que tenemos es que en poco tiempo de diferencia el gobierno pasa del cielo al infierno. En el mismo lugar donde se suponía que no podían gobernar porque son minoría y donde sin embargo gobernaron a lo largo de todo el año. El Congreso pasó todas las leyes que el gobierno necesitó salvo dos: ganancias y la reforma electoral. Y esto lo que nos dice es que no podemos prever. En el mismo lugar y en poco tiempo pasaron las dos cosas, la que el gobierno más quería y la que más temía.

– ¿Qué se juega el gobierno en 2017?

– Mucho en el Congreso porque tiene una hiperminoría. Pero se juega más todavía porque se elige el Congreso de 2018. Y entonces la cuestión es qué pase en los últimos dos años de gobierno de Mauricio Macri. Porque si tiene una minoría que es más intensa, un Congreso más minoritario que este, está frito. Creo que eso es muy improbable. Porque incluso haciendo una elección mediocre su situación va a mejorar. Lo que no puede permitirse es generar expectativas de que se va a ir antes. Lo que no puede permitirse es ser derrotado en la provincia de Buenos Aires que es la madre de todas las batallas, el 38% de la población, del electorado. De ahí surgen los líderes peronistas que vienen o ahí se puede bloquear a líderes peronistas que vengan de otras provincias.

– ¿El gobierno de Macri ha sido hábil políticamente en su relación con el Congreso?

– No podría dar una respuesta estática. No es que el gobierno sabe o no sabe moverse en política. Lo que sabe va cambiando en el tiempo. En primer lugar, empezó a cambiar para bien. El gobierno sabía menos de lo que otros gobiernos porque no había tenido la experiencia y aprendió. Bastante rápido en base a ensayo y error. Lo que me parece es que eso le generó una confianza excedida y pensó que sabía más de lo que realmente sabía. Y entonces cometió errores.

El gobierno gestionó bastante bien al Congreso durante todo el año y se equivocó al final. Uno podría decir que desaprendieron pero yo creo que el gobierno se la creyó y metió la pata. Si aprende y corrige como hizo al principio no hay riesgo. La cuestión es si se emperra, si la lección que saca de esto es la contraria, que el problema son los demás, los que están enfrente. Cuando los malos son los de enfrente, se puede combatir y no negociar. Esto sería un error para un gobierno que tiene poco más del 30% de la Cámara de Diputados y ronda el 20% en el Senado. La negociación es inevitable.

– Teniendo en cuenta la campaña electoral y su discurso, ¿estamos frente a un gobierno de diálogo, como les gusta mostrarse?

– El conflicto social, por ahora, lo resolvieron más con zanahoria que con palos. En ese sentido este gobierno no es más represivo que Berni ni mucho menos. Al contrario, tuvo un gran éxito a la hora de contener la protesta social y mantener a los sectores más vulnerables satisfechos: tuvo pocas huelgas, pocas manifestaciones y, en términos relativos a los últimos años de Cristina Kirchner, poca represión. La cuestión es que le sale muy caro y esto viene a derribar el valor de la palabra diálogo. Lo que este gobierno hace es negociar. Claro que dialoga, con los medios, con la sociedad civil, con los ciudadanos. Tiene lo que se llama conversación. Es como el relato kirchnerista pero horizontal.

En realidad lo que este gobierno hace es negociar y cuando uno negocia, cede. El gobierno concedió a cambio de obtener. Obtuvo paz social. Concedió dinero. Y esto le va a salir cada vez más caro. A medida que se acercan las elecciones el peronismo se excede, con legitimidad, porque ve que está cerca de la victoria y porque ve que le puede sacar cada vez más al gobierno. Y con una economía que no crece el gobierno deja de tener las condiciones de pagar los acuerdos y va a quedar claro que ese diálogo en verdad era una negociación y que no se puede negociar sin plata. Por lo tanto se viene una época de conflictos más descarnados, salvo que la economía crezca.

– Volviendo al plano electoral, con todo lo que tuvo que poner en Ciudad, Provincia y Nación, ¿puede tener un límite el gobierno de cuadros, de figuras políticas?

– Sí, y agrego algo más: no solamente triplicó la cantidad de funcionarios sino que ganó las principales intendencias de la Provincia de Buenos Aires (La Plata, Mar del Plata y Bahía Blanca pero también ciudades del interior como Olavarría, Junín y Pergamino) y necesitó “vestir” a los intendentes a los que había llevado al poder. Entonces se fue quedando de a poco sin expertos y sin políticos.

Eso es algo que algunos sectores dentro de Cambiemos tienen claro. Si lo que hay que hacer es ampliar el electorado o la dirigencia. Es la discusión que vemos entre Monzó y los demás. En este caso María Eugenia Vidal, aunque parezca que está en una situación diferente tiene la misma posición que Monzó: Cambiemos tiene que crecer hacia el peronismo. No tiene suficiente base electoral -piensan más en base política que técnica- como para mantenerse como está, por lo tanto es crecer o caer. La pregunta que hacés es la que tienen algunos actores internos de Cambiemos, no otros, por eso se está dando el debate público de los últimos días.

– Por último, ¿cuál creés que puede ser el costo político para Cambiemos en relación a la situación de Milagro Sala?

– Va a depender de cuánto la protesta internacional erosione el apoyo doméstico. Vamos a ser claros: formalmente es la Justicia de Jujuy, pero en la práctica sabemos que son el gobierno jujeño y el nacional los que quieren mantener a Milagro Sala presa con prisión preventiva aún en ausencia de condena. Lo hacen por varias razones. Una, que el presidente mencionó explícitamente es que la opinión pública acompaña la prisión de Milagro Sala.

Si la protesta internacional erosiona este apoyo doméstico el gobierno va a tener que tomar alguna decisión, porque va a ser todo pérdida. Por ahora el cálculo que ellos hacen es: se pierde prestigio internacional, se machucan un poco los valores republicanos, pero mantenemos el apoyo electoral del pueblo por lo que existe una defensa “democrática” de la legitimidad de la prisión preventiva.

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