2 diciembre, 2016
James Mattis será el secretario de Defensa de Trump
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, confirmó durante un acto en Cincinatti que el general retirado será su secretario de Defensa. Conocido como “perro enojado”, tiene una fuerte postura contra Irán y anticipa un nivel mayor de intervención en el Medio Oriente.

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, confirmó durante un acto en Cincinatti que el general retirado James Mattis será su secretario de Defensa. Mattis, apodado “mad dog” (“perro enojado”), había sido elogiado por Trump durante su ronda de entrevistas públicas para llenar los espacios aún vacíos de su gabinete.
Su recomendación para el cargo surgió aparentemente de John McCain, diputado por Arizona y candidato presidencial en las elecciones de 2008. McCain había apoyado inicialmente a Trump para luego dar marcha atrás durante el pussygate.
Para poder asumir su cargo, Mattis requerirá de un permiso especial del Congreso, ya que la ley prohíbe que un militar se haga cargo del Departamento de Defensa antes de cumplir 7 años en el retiro. Él abandonó el servicio activo en 2013.
El único precedente de una situación similar data de 1950, cuando el general George Marshall (que le dio nombre al plan de reconstrucción de Europa tras la Segunda Guerra Mundial) asumió el cargo en el inicio de la guerra de Corea, durante la presidencia de Harry Truman.
Diversiones
“Vas a Afganistán, tenés hombres golpeando mujeres por ahí durante cinco años porque no usan velo. Así que es bastante divertido dispararles”, afirmó Mattis en 2005.
A fines de 2001, estuvo a cargo del batallón de avanzada que ingresó en la ciudad de Kandahar, bastión talibán. Luego fue destinado a Irak. De 2010 a 2013 tuvo a su cargo el Comando Central, que controla las operaciones militares en Medio Oriente y Asia.
Desde su salida del Ejército, en 2013, se convirtió en un fuerte crítico de la estrategia militar del gobierno de Obama, y especialmente del acuerdo con Irán. Considera a la República Islámica “la mayor amenaza” contra los Estados Unidos.
Su trayectoria, al menos desde lo discursivo, demuestra fuertes diferencias con la aproximación a la geopolítica que mostró Trump durante la campaña. Mattis mira con desconfianza la presencia de Rusia en Siria, y se opone a cualquier concesión al gobierno de Putin respecto a Crimea y el Mar Báltico.
1300 millones de enemigos
Mattis viene a complementar la visión profundamente anti-islámica que Trump ya había dejado clara con el nombramiento del general Michael Flynn como asesor principal de Seguridad Nacional.
La línea general que comienza a insinuar el gabinete del presidente electo es la de terminar con la visión de Obama respecto al enemigo: ya no se trata del Estado Islámico, o de Al-Qaeda, si no de la religión islámica como un todo.
Con modos que empiezan a recordar a los del gobierno de George W. Bush, estos militares vienen a convalidar la visión de los grupos armados salafistas respecto a un “choque de civilizaciones” entre Occidente y el Islam.
La posibilidad de que el general David Petraeus, antiguo jefe de la CIA, como secretario de Estado no haría si no sumar a este cambio de enfoque.
En 2015, tras un viaje a Irak, Petraeus afirmó en una entrevista con el Washington Post que el Estado Islámico “no es la mayor amenaza” del país mesopotámico, si no que “las milicias chiítas, apoyadas por Irán” lo son.
Queda claro que para Donald Trump el control civil de las fuerzas armadas no es una necesidad. Por sus elecciones para los cargos claves, la prioridad apunta a combatir nada más ni nada menos que al 20 por ciento de los habitantes del planeta.
Nicolás Zyssholtz – @likasisol
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