Géneros

1 diciembre, 2016

Ilse Fuskova: “Esta Marcha del Orgullo la viví como la primera”

El 19 de noviembre en Rosario se realizó la XI Marcha del Orgullo. Ilse Fuskova, la primera lesbiana en asumirse visiblemente como tal en Argentina, referente histórica del movimiento LGTB en el país, estuvo en la ciudad y Notas tuvo la oportunidad de conversar con ella.

El 19 de noviembre en Rosario se realizó la XI Marcha del Orgullo. Ilse Fuskova, la primera lesbiana en asumirse visiblemente como tal en Argentina, referente histórica del movimiento LGTB en el país, estuvo en la ciudad y Notas tuvo la oportunidad de conversar con ella.

Fue consultada por su militancia con Carlos Jáuregui en los años ’80 y ’90, por esas reuniones pioneras del activismo LGTB argentino en la casa de calle Paraná, por su relación con Claudina Marek, su compañera durante más de 20 años y junto a quien escribiera el libro Amor de Mujeres. El lesbianismo en la Argentina, hoy, publicado en el año 1994. Aquí la síntesis de un hermoso encuentro.

– ¿Cómo viviste la jornada del sábado en Rosario?

– Fue como la primera marcha que tuvimos en el 1992 con Carlos Jáuregui, lo viví así. Me impresionó mucho, me encantó. Me llamó la atención la amabilidad de las personas, la disposición a encontrarse unas con otras antes de empezar la marcha. Buenos Aires ya no permite eso, es algo mucho menos personal, es muy rico en intelectualidad y tecnología, quizás demasiada tecnología que reduce nuestros encuentros.

– ¿Cómo fue tu encuentro con Carlos Jáuregui para la organización de esa primera marcha en 1992?

– Carlos tuvo acceso a  los Cuadernos de Existencia Lesbiana y le interesaba mucho el feminismo. Entonces en el grupo de la calle Paraná dice «vamos a unirnos con las lesbianas». ¡Hay un escándalo terrible, que las mujeres no! Pero al fin se fue haciendo lo que Carlos decía, por suerte (risas). Además a él no le importaba ganar un mango, ponía toda su energía y claridad mental en hacer lo que el creía que había que hacer. Fue a nuestra casa, en ese momento estaba empezando a vivir con Claudina con quien vivimos juntas por 20 años, y nos encantó la personalidad de Carlos. Nos invitó a que fuéramos una vez por semana a Paraná y empezamos a participar.

La primera discusión fue por la marcha, que el nombre era «Gays y Lesbianas» y yo les dije: «¡Pero miren que el año que viene vamos a ser «Lesbianas y Gays!». Y lo aceptaron (risas). Claudina y yo pertenecíamos a un grupo feminista, Asociación de Trabajo y Estudio de la Mujer (ATEM). A ellas no les gustaba nada que estuviéramos con los gays pero no nos echaron, seguimos siendo parte muchos años. Muchas veces, a las feministas no lesbianas tampoco les gustaba estar con nosotras…

En calle Paraná se hacían fiestas cada tanto y una vez estábamos un grupito de lesbianas en un rinconcito del salón y viene un joven a sentarse al lado nuestro, no dice nada, nos escucha y después dice «qué olor a pescado», da media vuelta y se va. Fijate lo que significa la mentalidad de ellos ¿no? Yo no lo he dicho nunca, lo estoy empezando a decir ahora.

– ¿Qué transformaciones viste en el movimiento LGTB en los últimos años?

– Creo que la comunidad está más abierta que nunca, en los últimos cuatro, cinco años se está aceptando la incorporación de nuevas identidades y disidencias en la comunidad LGTB de forma más abierta, eso es importante. No es lo mismo ser queer en Argentina que en cualquier otro lado.

– ¿Cómo ves el lugar de las lesbianas y bisexuales en el activismo LGTB en estos años?

– Yo uso mucho una frase de una autora norteamericana que dice que “todas las mujeres son lesbianas excepto aquellas que aún no lo saben”, yo creo firmemente en eso, hoy en día lo tenemos que hacer, tenemos que juntar toda la fuerza de las lesbianas para de alguna manera enfrentar el patriarcado. Es como una obligación casi, una tarea que tenemos que hacer, porque el patriarcado es muy hábil y cada vez nos presenta otras cosas para que las imitemos. Lo fuerte para hacer un nuevo camino es ser lesbiana. Torta no me gusta tanto, tengan en cuenta mi edad. ¡Tengo 87 años! Me cuesta llegar al nombre de torta, lo reconozco, pero me encanta la palabra tortillera por ejemplo (risas).

– ¿Qué desafíos tiene el movimiento en este momento histórico y político?

– Hay que estar atentas porque el sistema tiene todos los medios en sus manos para cooptar las iniciativas más radicales de los movimientos y lo logra, tiene una habilidad impresionante, sino preguntémonos ¿cuántas mujeres son dueñas de los medios de comunicación?

Las mujeres se tienen que unir, esos encuentros de miles y miles de mujeres son increíbles, desde el 3 de junio de 2015 con el Ni Una Menos y que haya mujeres de todas las identidades partidarias y políticas. Yo creo que el patriarcado tiene una habilidad increíble y los tipos tienen el poder todavía. Las mujeres seguimos siendo la mayoría en el planeta tierra, pero ¿cómo hacemos para unir toda nuestra claridad? Porque las mujeres están en la marcha y cuando vuelven a la casa están otra vez bajo el poder de los tipos. Tenemos que unirnos como hace cinco mil años, antes de que hubiera patriarcado. Eran las mujeres las que llevaban lo que era necesario para la vida, no los varones. Ellos estaban para la guerra, para asesinar el enemigo y eso es una cosa que también hay que decirlo y repetirlo.

– Sabés que cuando murió Claudina escribimos una nota que se llamaba La Amazona de Entre Ríos, necesitábamos hacerlo porque el libro que ustedes escribieron nos marcó mucho. La historia de Claudina, los paisajes del litoral, el río…

– ¡Cómo la extraño! Siempre nos seguimos viendo, yo iba a verla a Diamante y me quedaba unos días. Hacía cuatro años que no podía prácticamente moverse de la cama. Ella era muy religiosa, no iba a la iglesia a tomar la comunión porque la Iglesia no permitía que las lesbianas comulgaran, pero se entregó completamente a Jesús, fue terrible lo que aguantó su cuerpo…

Qué suerte que les impresionó tanto a ustedes leer a la «Amazona del Paraná». ¡Y pensar que yo que no quería pareja! Cuando la conocí salía de estar 30 años con un señor. Estuve 30 años casada con un hombre, tuve tres hijos, hasta que se me abrió la cabeza, no precisamente para alegría de quienes habían sido mi familia hasta ese momento. No tuve demasiadas novias pero a todas las tengo grabadas. Forman parte de mi familia y eso es haber logrado algo muy fuerte, que lo dejamos pasar, que tampoco lo nombramos mucho pero es muy importante, y que es parte de que «todas las mujeres son lesbianas salvo aquellas que no lo saben».

Noelia Figueroa – @Noelia_Figueroa y Natacha Guala

Foto: Irene Ocampo

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