29 noviembre, 2016
Productores porcinos denuncian crisis por la apertura de importaciones
Las asociaciones de productores porcinos denuncian que la apertura indiscriminada de las importaciones de carne de cerdo aprobadas por el gobierno implican una severa crisis para el sector. Un 20% de los pequeños y medianos establecimientos de la provincia de Buenos Aires ya cerraron por esta causa, según un informe de FEBA.

Las diversas cámaras y asociaciones de productores porcinos denuncian que la liberación de importaciones decidida por el gobierno de Cambiemos está impactando muy negativamente en la actividad, más allá de los anuncios de campaña de fomento a las economías regionales. Un reciente informe de la Federación Económica de la provincia de Buenos Aires (FEBA) afirma que esta política ha implicado directamente que el 20% de los pequeños y medianos productores porcinos la provincia se vean obligados a abandonar la actividad.
El 18 de noviembre el primer ministro canadiense Justin Trudeau visitó oficialmente nuestro país, cumpliendo la promesa que le había hecho semanas atrás a la vicepresidenta Gabriela Michetti en su reunión en Canadá. Luego de una serie de anuncios de cooperación bilateral y de un encuentro con el presidente Maurico Macri, Trudeau comentó entusiasmado que había cerrado un acuerdo bilateral con el gobierno argentino para vendernos carne de cerdo. “Es bueno para los productores canadienses y sus familias y también hará que los argentinos puedan tener acceso a un producto canadiense de calidad”, manifestó.
El sector de producciones intensivas de la FEBA y la Asociación de Pequeños y Medianos Productores Porcinos de la Provincia de Buenos Aires (Aproporba) expresaron inmediatamente su profunda preocupación por el impacto de esos acuerdos bilaterales. Datos oficiales del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) confirman que de enero a septiembre se importaron 10.898 toneladas de carne de cerdo contra 5.340 toneladas del mismo período de 2015. Aunque el volumen de la importación se duplicó, los proveedores se redujeron, pasando de 10 a ocho países, con Brasil manteniéndose cómodo como principal proveedor (en 2015 aportaba el 62% del total, mientras que este año acapara el 82%).
FEBA sostiene que la apertura indiscriminada de la importación “representa un peligro al introducirse productos que están subvencionados en sus países de origen”. En el mismo sentido apunta la editorial boletín oficial de la Asociacion Argentina Productores de Porcinos (AAPP), firmada por su presidente, el ingeniero Juan Luis Uccelli, y titulada “Ayudando a las familias de Canadá”: “Finalizando la semana pasada nos encontramos con el primer ministro de Canadá que en su discurso comentaba la futura apertura del mercado de su carne porcina para el ingreso al país y que esto generaría alegría en los productores porcinos canadienses y sus familias». Y agrega: «La verdad que es digno de admiración que se preocupe así por su gente, el único inconveniente es que dicho ingreso generará tristeza en los productores porcinos nacionales y sus familias”.
La editorial luego remarca las diferencias competitivas entre ambos países: “Eso sí, Canadá aportó el año pasado más de 65 millones de dólares al sector porcino en subsidios, tienen una línea crediticia de tasas bajísimas y a largo plazo, utilizan herramientas tecnológicas que nosotros no podemos usar y después nos dicen que debemos competir”. Finalmente afirma que Argentina es “el país que ayuda a los productores de porcinos y sus familias de Brasil, Dinamarca y próximamente Canadá”.
En ese sentido también apunta una carta que Martín Picón, empresario porcino y dirigente de la AAPP, le dirigió al ministro de Agroindustria Ricardo Buryaile, luego compartida desde su cuenta de Twitter. Allí plantea respecto del acuerdo con Canadá: “Nos hubiera gustado participar en las conversaciones, expresando con todo respeto nuestro punto de vista y estar al tanto de dicho acuerdo”. Y concluye: “Estamos convencidos de la necesidad de competir y podemos hacerlo de igual a igual, pero con las mismas condiciones, no en desventaja en la posibilidad de acceso al crédito, la alta carga impositiva local y la imposibilidad de utilizar herramientas tecnológicas que ellos sí utilizan”.
El sociólogo e investigador Rolando García aporta a Notas otro dato a tener en cuenta para analizar la crisis del sector, que tiene que ver con el aumento significativo de los costos de producción: «El precio de la carne de cerdo recibe un fuerte golpe cuando el gobierno libera las retenciones al maíz, lo que impacta de forma directa con un 20% de aumento en el precio del grano». Luego explica que siendo que «un animal en engorde requiere alrededor de 300 kilos de maíz» este incremento del 20% en el precio del maíz impactó directamente en los costos del productor, aportando a la crisis tanto en el sector avícola como en el sector de porcinos, en lo que se podría entender como «un efecto colateral de la quita de retenciones». A esto habría que sumar el fin de una política de subsidios para el sector, que en algunos casos se estimaban como de dos kilos de maíz por cada ocho que debía comprar el productor.
Otro aspecto implicado en la invasión de carne de cerdo importada en las carnicerías y supermercados nacionales tiene que ver con graves irregularidades en el proceso de venta al público, ya que la carne importada congelada se descongela para ofrecerla en góndola como si fuera fresca. Hace algunas semanas se multiplicó en las redes sociales una denuncia de la AAPP contra supermercados como Jumbo o La Anónima (propiedad de Federico Braun, tío del actual secretario de Comercio Miguel Braun) por vender carne de cerdo danesa descongelada, lo cual corta la cadena de frío y obliga a una fecha de vencimiento de apenas 48 horas.
Sobre este tema Picón también hizo pública una carta dirigida a Fernando Blanco Muiño, director de Defensa del Consumidor, en la que plantea que la carne importada que viene congelada “por normativa vigente no debería cambiar su estado para la venta al público” pero que como los consumidores argentinos están habituados a consumir “carne fresca”, los establecimientos la descongelan y la venden como tal “disminuyendo drásticamente su fecha de utilidad y generando el engaño”.
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