25 noviembre, 2016
Ni una menos desde los primeros años
La editorial Chirimbote publicó este año una compilación de artículos alrededor de la reflexión sobre la niñez y la educación en géneros. Nadia Fink y Cecilia Merchán son sus compiladoras.

Cecilia Merchán y Nadia Fink se transforman, en esta ocasión, en compiladoras. Compilar no es un tarea sencilla: implica sumar pero también recortar, lograr una armonía entre lo distinto, encontrar un hilo que recorra diferentes textos y autores.
Así lo logran en Ni una menos desde los primeros años, educación en géneros para infancias más libres, publicado este año por la editorial Chirimbote. Si bien este trabajo de juntar y difundir reflexiones sobre la infancia y los géneros lo vienen haciendo desde hace más de cinco años (este nuevo libro es una edición ampliada y actualizada de Equis, la igualdad y la diversidad de género desde los primeros años) es a partir de todos los movimientos y preguntas que las movilizaciones del #NiUnaMenos generaron en la sociedad, que esta propuesta de debates pudo tener más eco y llegar a más manos lectoras.
Psicólogas, antropólogas, sociólogas, periodistas, técnicas en recreación y activistas del feminismo reflexionan sobre sexualidad y géneros a través de casi doscientas paginas en un libro dedicado a los niños y las niñas, pero a partir de hacer consciente la mirada de los adultos. Ni una menos desde los primeros años tiene la clara y necesaria atención puesta en abordar a la sociedad adulta, responsable de que la infancia tenga una educación más justa y más libre.
Infancias más libres
Todos los textos que integran esta compilación parten de la respuesta a algunas preguntas no tan viejas ni tan básicas: ¿cómo aprendemos y cómo enseñamos a ser mujeres y varones? ¿Qué relación establecemos entre géneros y sexualidad? ¿Los primeros juegos, juguetes, formas de relacionarse de nuestros niños, responden a un impulso instintivo o a lo que en poco tiempo de vida pudieron percibir acerca de lo que se espera de ellos o de ellas?
Mónica Tarducci, Marcelo Zelarrallán, Graciela Morgade, Nadia Fink, Marcela País Andrade, Josefina Insnardi, María Torres Cardenas, Susana Pita, Alan Otto Prieto, Carolina Unrein, Virginia Negrete, M. de las Mercedes de Isla e Irene de Isla y Cecilia Merchán abordan estas preguntas en una búsqueda de respuesta que pueda socializarse, que pueda servir: este libro no es un libro teórico para que duerma en las bibliotecas de algún emporio académico, o para que se contraponga a la tesis de algún investigador, o para que se debata en algún congreso. No. Este libro está escrito para que sirva para otra cosa: padres, madres, maestros, recreólogas, y también claro, todos y todas las que vivimos en este sociedad y que, por lo tanto, contribuimos de múltiples formas a favorecer una idea de lo femenino y lo masculino que luego nuestra niñez estará condenada a sostener con mayores o menores grados de sufrimiento, debemos leer este libro.
Porque problematizar como criamos a nuestros pibes y a nuestras pibas implica sí o sí hablar de prejuicios y estereotipos, de lo que las nenas no podíamos hacer, de lo que causaba gracia en los nenes, de qué raro si es nena y juega al fútbol, de sacalo a ese nene del rinconcito de la familia y que vaya a correr al patio, de tan chiquita y con novio, de qué grande tan pibito y ya con varias conquistas. Problematizar las infancias implica también revisarnos, reconocernos formateados, recortadas, identificar cada uno de los momentos precisos en donde nos fueron cincelando las alas.
Después de la lectura de Ni una menos desde los primeros años surgen varias reflexiones posibles. Quizás la más obvia sea aquella que invita a pensar sobre cada una de nuestras prácticas y costumbres que nos aparecen como dadas y naturales, de manera que en la tarea cotidiana de educar transmitamos pasión y libertad, y no vergüenza, mandatos y miedos.
Pero hay otro conjunto de reflexiones que no se escapa para nada: el que nos hace recordar nuestra propia infancia. Las veces que nos dijeron que no. Las veces que nos regalaron muñecas. Las veces que nuestros hermanos mayores hostigaron a un novio y nosotras en el fondo leíamos allí un acto de cariño y no un reclamo de propiedad. Las veces que nos reímos de un compañerito porque lloraba. Las cartucheras rosas. Los guardapolvos abotonados atrás (¡qué difíciles de abrochar solas!). El diario íntimo con Sarah Kay en la tapa.
Parece entonces que, después de la lectura, resulta imperioso pensar en el futuro de estas infancias que hoy son. Pero también parece necesario reflexionar sobre el pasado de las que fuimos, para que nuestras adulteces también tengan la posibilidad de crecer mas libres.
Mariel Martínez – @Mariel_mzc
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