Cultura

19 noviembre, 2016

La última rebelión y el amor en tiempos de bastones

Nina es una bella mujer que promedia los 50. Una enfermedad neurológica le impide seguir con su profesión de concertista de piano: las manos ya no le obedecen, se le van entumeciendo y la mente comienza a jugarle malas pasadas. Tiene un hijo, joven y próspero abogado, quien ha decidido internarla en una casa para gente mayor, es decir, en un geriátrico.

Nina es una bella mujer que promedia los 50. Una enfermedad neurológica le impide seguir con su profesión de concertista de piano: las manos ya no le obedecen, se le van entumeciendo y la mente comienza a jugarle malas pasadas. Tiene un hijo,  joven y próspero abogado, quien ha decidido internarla en una casa para gente mayor, es decir, en un geriátrico.

Ella llega atemorizada por el cambio, pero sabe que no podrá cambiar la decisión de su hijo. El lugar no parece tan malo, las personas con las que va a convivir se bastan a sí mismas y son asistidas por una enfermera de muy buen trato que sólo les ordena las actividades y arbitra en las pequeñas rencillas cotidianas.  Son seis ancianos: Dandy, el picaflor enamoradizo; Mirón, un hombre que mira siempre por la ventana esperando que sea domingo y lo busquen sus parientes; Tito, sordo como una tapia; Vinagre, malhumorado y sarcástico; Juana, una italiana de dulce carácter y Elsa, chusma e insidiosa.

Dandy se enamora de Nina apenas la conoce. La halaga, la cuida, y finalmente la conquista. En ese tiempo Nina se ha ido incorporando al grupo. El afecto de su enamorado y el clima familiar del grupo le han permitido ir recuperando el movimiento de las manos, comenzar a tocar el piano nuevamente y mejorar el orden de su mente. El conflicto estalla cuando Dandy le propone compartir el dormitorio y le propone casamiento. Nina se sorprende, parece que la idea le gusta, pero pone como condición consultar con su hijo y lograr su aprobación.  Los compañeros, que hasta entonces recelaban de Nina y de la relación de la pareja,  apoyan decididamente la voluntad que tienen de casarse, acompañados por el apoyo de la enfermera que convive con ellos.

Luego… no, ya conté demasiado. Si quieren saber cómo sigue la historia, vayan a ver la obra. La última rebelión es una comedia dramática con un pie en el grotesco y con mucho humor.

¿Los viejos son incapaces? ¿Deben depender de la decisión de otros? ¿Han perdido su humanidad, su libertad? ¿El amor es una categoría a ser tenida en cuenta solamente por los jóvenes? ¿Los viejos no tienen más nada que ver con el sexo?

En general, los hijos deben sostener, apoyar y cuidar a los padres cuando están muy mayores o impedidos, pero ¿cuál es el límite para la toma de decisiones por quien recibe la ayuda? Podríamos ir más lejos aún: ¿el sostén debería estar a cargo de los hijos o del Estado, en ejercicio de la obligación que le corresponde con sus ciudadanos?

El elenco pone sobre el escenario una sólida actuación.  Dado que tiene muy poco texto para poner en palabras, se destaca la expresividad desde lo gestual de Judit Buchalter (Nina). Muy buen trabajo de Natalia Montenegro en su papel de enfermera. Muy buena dirección de Raul Garavaglia, coordinando movimientos en un escenario complicado, asociado a un buen trabajo con los actores y a un acertado  guión de luces.

En resumen, una buena comedia, que relata con buen humor esta historia de viejitos….Bah, viejitos las pelotas!!!

 

Ben Davis Min

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Ficha técnica
Elenco
Nina: Judith Buchalter
Dandy: Eduardo Darani
Vinagre: Carlos Gambini
Elsa: Alejandra Bozzini
Juana: Nancy Silva
Mirón: Alejandro Vera
Tito: Bernardo Grebnicoff
Chichita: Natalia Montenegro
Hijo de Nina: Hernán San Martín
Dirección de Arte: Milton Moreira Muzio
Asistente de dirección: Edgardo Vázquez
Diseño gráfico: Matías Moura
Asesoramiento integral: Silvina Quintanilla
Gestora de subsidios: Marina Kryzczuk
Luces: Agustín Intile Noble
Dramaturgia, Puesta y Dirección General: Raul Garavaglia

Teatro Korinthio
Mario Bravo 437
Reservas 2044 2400.
Viernes 20.30 horas

 

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