17 noviembre, 2016
El día del militante
Por Mariel Martínez. El 17 de noviembre se celebra el día del militante en recuerdo al mismo día pero de 1972. Aquél 17 de noviembre la militancia sostenida de miles lograba uno de sus principales objetivos: la vuelta al país de Juan Domingo Perón.

Por Mariel Martínez. Hubo una consigna que recorrió con fuerza la última etapa de resistencia a las dictaduras argentinas de mediados de los años 50 a comienzos de los años 70 sintetizada en tres palabras: “Luche y vuelve”. Hablando del retorno de general Juan Domingo Perón, en el exilio desde 1955, se hablaba también del fortalecimiento de las organizaciones y de estrategias de derrota a los gobiernos golpistas.
A veces la historia que nos han enseñado a pensar, que es la historia de grandes sujetos, nos hace subrayar el “vuelve”. ¿Pero cuánto de esta historia es en realidad el resultado del poder del “luche”? El resultado de la militancia dispuesta y organizada. El resultado de la interpelación genuina a hombres y mujeres de a pie. Hace 44 años, el “luche” lograba el “vuelve”. La historia -que no se detiene- gestó muchos otros “luche”, porque si hay algo que a este país no le falta es organización y militancia.
Varios otros días podrían haber funcionado como fechas de homenaje al compromiso político, porque los hubo en cada período democrático o dictatorial. Lo cierto es que este 17 de noviembre, en recuerdo del triunfo de aquella consigna hace 44 años, se celebra el día de la militancia. El día en que se logró la vuelta al país de Juan Domingo Perón.
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En una obra de teatro del siglo de oro español escrita por Lope de Vega, el caso sucede al revés. El hombre en cuestión, el que ocupa el lugar de líder o referente, es odiado por el pueblo entero que un poco más allá de la mitad de la obra, decide ajusticiarlo. Muerto el perro comienza la investigación que intenta dar con el culpable de la rabia. Pero resulta imposible. A cada ¿quién fue? se corresponderá a misma respuesta: Fuenteovejuna. Ante cada pregunta del juez la respuesta es siempre la misma: «-¿Quién mató al Comendador? -Fuenteovejuna, Señor. -¿Quién es Fuenteovejuna? -Todo el pueblo, a una».
La obra es de hace cinco siglos y podrían elegirse incluso historias más viejas o tal vez más cercanas. Vaya a saber por qué esta se ha constituido en símbolo de la unión del pueblo. Se ha discutido mucho luego si el crimen del comendador resultó un hecho justo. Aunque parezca increíble el tema genera debates acalorados. Más allá de esto último, lo que conmueve es el poder colectivo de Fuenteovejuna.
En sentido inverso, el debate sobre el peronismo y el rol de Perón en el retorno han sido y seguirán siendo objeto de debates encendidos, las más de las veces irresolubles. Y aunque también se debate de la misma manera el papel de la militancia peronista en el período, lo que hace que el día del militante se recuerde a partir de un logro de esa juventud no es la discusión sobre la pertinencia de aquel logro sino su evidencia. Más allá de cada mirada política del peronismo, un triunfo colectivo.
Quizás incluso esa juventud militante haya aportado lo suyo para que la lectura sea más bien la contraria y resalte al hombre por sobre la militancia. Cuando cantaban “Lanusse, marmota, Perón va a volver cuando se le canten las pelotas” subrayaban una parte de la realidad silenciando otra: para que volviera Perón, las pelotas las ponían ellos. Una parte grande de la juventud militante del peronismo.
En Fuenteovejuna la acción popular tiene su costado espontáneo. No es este el caso. Lo que rodea de mérito el logro de esa militancia son también todos los años previos de perseverancia en la lucha y la organización alrededor de un mismo objetivo, que era en realidad para ellos el paso obligado a otro: la democracia, también paso previo a uno mayor, la patria socialista. Después vino la historia.
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Desde hace casi un año en Argentina gobierna Mauricio Macri, representante de los grupos económicos, el poder de las corporaciones, el cipayismo, la represión social y otras muchas perlas negras neoliberales. Junto con esto, o para que todo esto sea una realidad tangible, fue necesario vaciar de política a gran parte de la sociedad. Un presidente que no es político, un partido nuevo que no es parte de la política del país, la acusación a los políticos (que nunca son ellos, claro) de ladrones y a la militancia de vaga o de ingenua. El combo es explosivo pero surte efecto.
Y este efecto no es espontáneo. Este resultado parcial está tan construido que hasta pueden verse las junturas. Desde hace años los medios masivos de comunicación oscilan entre relacionar a líderes y militantes políticos con la corrupción, ridiculizar al que se pueda, desalentar la participación popular y estigmatizar a la militancia joven. El insulto más escuchado en estos tiempos es “vayan a laburar”, invirtiendo curiosamente en el discurso la conformación actual del panorama de clase. Los militantes laburamos. Los empresarios no están militando con nosotros, están gobernando con el PRO.
No habría que volver a preguntar qué pasa a ningún general, ni ahora ni antes, porque sabemos lo que pasa. Lo que pasa es que la fuerza del pueblo organizado logra cosas inimaginables. Todo lo que resultaba inamovible, imposible de modificar, históricamente dado, ha sido cambiado en el momento en que a través de la organización -que es otra forma de decir de la política- los pueblos de cualquier parte del mundo coinciden en deseos y esfuerzos. Matar al comendador, hacer que retorne la democracia o logar que vuelva su líder. Todo lo puede la organización y la militancia.
Así que el miedo disfrazado de titular de diario o de columna de noticiero es entendible. Es entendible que se desaliente la militancia. Toda la historia desde ese noviembre del 72 hacia acá es compresible, aunque esté rodeada de incertidumbres y debates. La militancia da miedo, por eso se denosta y se vacía. Por eso no conviene recordar.
A nosotros, los de este lado, nos toca mantener viva la memoria, hacerla presente. En tiempos de desaliento y olvido convendría ser lo más efectivos que se pueda. Quizás sea tiempo de volver a darle fuerza a aquella interpelación. Luche, que todo puede ser cambiado. Luche, que nadie es invencible. Luche, para que volvamos a llenar de belleza las palabras militancia y organización.
@Mariel_mzc
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